“Los tres días del olvido” Noche en Milán. —Te dejo a cargo de Luca. Regreso en tres días —dijo Gabriel mientras se abrochaba el reloj, con su típica voz cortante. Perla lo miraba desde el marco de la puerta, envuelta en una bata de seda. Su expresión no era de enojo. Era peor: resignación. —¿Y ni siquiera piensas decirme por qué te vas? —preguntó ella, apenas audible. Gabriel la observó de reojo, con esa mirada impenetrable que tanto la desesperaba. —Negocios. No necesitas saber más. —¿Negocios… o placer? —lanzó Perla con veneno— Porque con lo rápido que cambias de mujer, uno ya no sabe… Gabriel se detuvo. Cerró los ojos un segundo. —No empieces, Perla. No ahora. —¿Entonces cuándo? ¿Cuando me ignores otra vez en una fiesta? ¿Cuando te encuentre con otra encima? Gabriel cruzó la

