Capítulo 2

1024 Words
Pero Sheila parecía estar profundamente ofendida por mi reacción, por mi respuesta a su ofrenda, y yo me había ofendido con ella por haber dicho lo que dijo, pues no era verdad que no me gustarán las lobas, me gustaban mucho, había unas muy guapas en mi manada, pero lo cierta era es que yo no tenía nada de tiempo para estas cosas, no, no tenía nada de tiempo para calmar mis necesidades sexuales, lo único que me gustaba hacer en las noches después de haber terminado con mis deberes de alfa era acostarme a dormir y descansar toda la noche. — Sheila, por favor, vete de aquí, de verdad, estoy muy cansado y no quiero tener sexo ahora, vete antes de que Glen aparezca y te obligue a irte de patadas.— le digo ya sintiendo que en verdad, en cualquier momento, mi lobo interno iba a salir de mi interior. Yo no quería hacerle daño, si eso llegaba a suceder, era porque ella era masoquista y le gustaba que le rogaran, pero también le gustaba el peligro, porque ella misma sabía perfectamente que tan malo y agresivo podría ser Glen una vez se apoderara de mi cuerpo. Cuando Glen salía, era como si un demonio se apoderara de mi alma, pues lo cierto era que no me dejaba tomar el control de ninguna de mis emociones y mis acciones, si yo no quería asesinar a Sheila, no lo hacía, pero si Glen quería asesinarla, no lo pensaba ni dos veces para hacerlo. Así eran las cosas con mi lobo interno, y por ello era que yo estaba siendo entrenado para saber como controlarlo en mis momentos de ira y de tensión, no quería lastimar a nadie, pero en muchas ocasiones, si Glen salía, era por pura provocación de los demás. — Bien, es tu problema, tu te lo pierdes, luego no me vengas a querer buscar para que te lo de porque también me voy a hacer del rogar, y sabes lo buena que soy en ello — dijo Sheila resignándose en aceptar la realidad. No me importaba en absoluto porque la verdad es que yo no le rogaba a nadie por sexo, para mí si la ocasión se daba estaba bien, pero si no se daba, tampoco es como que me fuera a afectar mucho en realidad. Sheila agarró la única prenda de ropa que traía consigo que era una bata de ceda negra que nada más le llegaba a los tobillos, también andaba con sandalias de tacón alto que no le hacían perder el glamour con el que ella siempre andaba, era muy fashionista, muy superficial, y quizás aquella era una de las razones por las que yo tampoco me interesaba en ella ni para una relación seria, ni para tener solo sexo como ella ansiaba. — Te vas a arrepentir de esto Max, ten mucha suerte — dice Sheila. Ella se ha acercado a la puerta de mi habitación que estaba abierta, se ha dado media vuelta antes de salir, y me ha lanzado un beso imaginario en el aire, un beso que yo no recibí porque de inmediato volteé mi cara despreciándolo. La mirada coqueta de Sheila de ese momento se desvaneció, pasando ahora a ser una mirada de odio que yo pude comprender muy bien, pero como dije, no me importaba para nada lo que ella pensara o lo que fuera a decir de mí si finalmente ella no iba a ser escogida como mi luna porque yo así no la había elegido a ella ser. Sheila desaparece de mi vista, y antes de que yo pueda cerrar la puerta de mi habitación para tener privacidad de cambiarme y acostarme a dormir de una vez, alguien se toma el atrevimiento de poner un pie en la mitad de la puerta para que yo no la pueda cerrar. Ese alguien era Dante, mi mejor amigo, un beta que no tiene idea de como controlar sus emociones cuando son demasiado fuertes, y tampoco consigue controlarse cuando se ha transformado en un hombre lobo. Dante había aparecido con una botella de tequila y dos copas en manos y con una sonrisa en la mirada. — Dante, ¿Qué haces aquí? — le pregunto dejando que él pase a mi habitación, y luego cierro la puerta para tener privacidad de hablar los dos. — Vine a celebrar contigo de que por fin te has acostado con Sheila, la loba más sexy de la manada — responde Dante con una sonrisa de esperanzada de que yo le dijera que sí, que si me había acostado con Sheila, la loba más sexy de la manada, pues yo sabía que a él le pesaba que yo si tuviera la oportunidad de no ser rechazado por ella en la cama por qué yo sabía que Dante más de una vez había querido intentar hacerlo con ella, sin embargo, lo único que recibió de su parte fue un no, y más de una cachetada en la cara que si le dolió. Dante era mi mejor amigo, y en más de una vez, él me había dicho que si yo tenía la oportunidad de acostarme con Sheila que no lo pensara ni dos veces y no fuera a querer rechazarla por el porqué él entendía que todos los lobos de la manada quisieran con ella, más yo no, yo era la excepción, inclusive, muchas veces llegué a preguntarme por qué la rechazaba tanto, si ella quería estar conmigo, ya hubiera sido el momento de que la hubiera aceptado, hasta ya hubiera sido el momento de que yo la hubiera escogido a ella como mi Luna aunque no pudiera hacerlo sin la autorización de la diosa luna al ser ya nombrado como el alfa de la manada. Dejé que Dante entrara en mi habitación, un pequeño trago de licor no me caería nada mal para dormir profundamente como un bebé, además, no era tampoco muy tarde en la noche, no era que quisiera dormirme todavía, le había mentido a Sheila únicamente para que ella se fuera de mi habitación y me dejara estar en paz de sus insistencias.
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