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El hijo secreto del millonario

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Blurb

Christina, nunca se imaginó que se quedaría embarazada del hermano mayor de su ex novio. Huyó del pueblo donde vivía sin contarle a él sobre su estado. Años después se verá obligada a regresar. Marcus Sarmiento, es el padre millonario del pequeño de seis años, él es el heredero de su gran fortuna. Sin embargo, ambos no podrán negar que se siguen amando, pero la situación será un poco difícil.

¿Qué pasará cuando Marcus se enteré que tiene un hijo? ¿Perdonará a Christina por habérselo ocultado? ¿Se permitirán amarse libremente?

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El despido
Narra Christina —Lo siento mucho, Christina. Estas despedida. Salgo de la oficina sin decir nada. Entro en el ascensor aturdida y bajo a mi oficina en el tercer piso. Una parte de mí registra las miradas sucias que algunos de mis compañeros de trabajo me lanzan. Realmente nunca les he gustado. Soy demasiado temeraria, demasiada ruidosa, demasiado audaz. Nunca he pertenecido en este Bufete de abogados. Ahora ¿Qué voy a hacer con Noah? *** —¡Fuiste despedida!—grita mi mamá a través del celular. Luego hace una pausa—¿A quién estoy engañando? Por supuesto que te despidieron. —¡Madre!— grito de indignación. —Siempre supe que lo del abogada criminalista no funcionaría. Eres demasiado imprudente, Christina piensas con el corazón y los puños en lugar del cerebro increíblemente brillante que te di. —Disculpa, cariño, estoy bastante seguro de que ella obtuvo su cerebro de mí—interviene la voz atronadora de mi papá. —Hola, papá — lo saludo con una sonrisa. —¿Cómo está mi bebé? —Despedida— responde mi madre antes de que pueda. Pongo los ojos en blanco. —¿En serio, te despidieron?— mi papá pregunta sorprendido, luego se aclara la garganta—.Supongo que solo era cuestión de tiempo. Me paso las manos por la cara. —Necesito ayuda, no juicios —gimo. —No te estamos juzgando, cariño, lo entendemos. Entonces, ¿cuál es el plan ahora? —él pregunta —No tengo uno, papá. Perdí mi trabajo hace treinta minutos —respondo secamente. —Vamos, cariño, deberías haber estado planeando algo. ¿Cómo vas a pagar el alquiler en Santa Clara? ¿O las facturas? No puedes hacer todo eso sin un trabajo, Christina. Si fueras solo tú, estoy seguro de que podrías haberlo logrado, pero eres tú y Noah. ¿Que planeas hacer? Con un suspiro, me froto la frente. —Tengo una migraña. Casi puedo imaginar a mi padre sacudiendo la cabeza. Es un solucionador de problemas, siempre pensando en el siguiente paso. Él siempre tiene una solución; Estoy esperando a que me diga qué es. —Regresa a casa—dice finalmente. —¿Qué ?—pregunto sorprendida. —Me escuchaste, hija. —Pensé que te ofrecerías a ayudarme a encontrar otro trabajo. Usa esos increíbles contactos que tienes aquí. O al menos prestarme dinero. No puedo desarraigar la vida de Noah y regresar a San Vicente. ¿Qué haría yo allí?—dije. —Tienes un problema; Sugerí una solución. Creo que mudarse de casa sería beneficioso. Estarías más cerca de nosotros, y estoy seguro de que encontrar trabajo sería muy fácil. —Sí, cariño, podrías hacerte cargo de la cafetería—sugiere mi mamá. Levanto una ceja. —¿De verdad ? ¿La cafetería?— cuestiono— .Me gradué con honores de la Universidad. Fui a la facultad de derecho y pateé traseros allí. No puedo trabajar en una cafetería. Mi papá resopla. —Si tu ego fuera más grande, tu cabeza explotaría. —Estoy hablando en serio—les digo. —Así somos nosotros. Tienes dos opciones, Christina. Vuelve a San Vicente con Noah, o deja que Noah venga a vivir con nosotros hasta que puedas volver a encontrar tu equilibrio en Santa Clara—una nota de finalidad en su voz. Si mi papá me dice que haga algo, el ochenta por ciento de las veces, lo hago. Confío en su juicio y casi siempre tiene razón. ¿Pero regresar a una ciudad a la que juré nunca volver? Eso es un poco extremo. ¿Cómo me las arreglaría? Estoy acostumbrada al ajetreo y el bullicio de la vida de la ciudad. No sé si puedo soportar vivir en un pueblo pequeño. Aunque, si soy sincera, he pensado mucho en alejar a Noah de aquí. La ciudad no es el mejor lugar para criar a un niño. Es costoso y hay mucha presión para cumplir con las expectativas de la sociedad. Puede ser difícil. —Te llamaré en unos días después de haberlo pensado —digo en voz baja. —Excelente. No puedo esperar a ver a Noah—dice mi mamá emocionada. Mis ojos se estrechan. —Todo esto es solo un plan para ver más a tu nieto, ¿no? —No podemos confirmar ni negar esa declaración. Adiós, cariño— dice mi papá antes de colgar. Niego con la cabeza mientras enciendo el auto y comienzo el viaje a la escuela de mi hijo, aunque aún no es hora de recogerlo. Pero quiero un abrazo ahora mismo, y mi hijo es mi única oportunidad de conseguirlo. —¡Mamá!—grita, levantándose de su escritorio y corriendo a mis brazos. Lo levanto en mis brazos y paso mis manos por su cabello oscuro. Le doy a su maestro una mirada de disculpa. Él había estado en medio de una clase que interrumpí con mi llegada. —Noah, hablamos de esto. Tienes que pedir permiso antes de levantarte en clase—dice su profesor con el ceño fruncido. —Mi mamá está aquí—afirma confundido. —Sí, lo veo, pero deberías haber levantado la mano y preguntar si podías ponerte de pie. Parpadea una vez con sus ojos verde avellana. —¿Por qué? Sonrío antes de volverme hacia su maestro. —Lo siento, señor Carter, no debería haberme dejado venir sin anunciarme. Es mi culpa —le digo. Él asiente. —Está bien. Puede recoger sus libros e irse. Después de recoger todas sus cosas, llevo a Noah a mi Prius rojo. —¿Qué haces aquí, mamá? ¿Por qué no estás en el trabajo? ¿Hay algo mal? ¿Por qué tuve que dejar la escuela temprano…? —Noah, respira—interrumpo suavemente. Deja de hablar y respira hondo. Sé que está contando hasta cinco en su cabeza. Es algo que hace para ayudar a calmarse cuando su cerebro se acelera. —¿Puedo hablar?—cuestiono. —Sí mamá. —Muy bien, lo primero es lo primero—tomo una respiración profunda antes de continuar—. Fui despedida del trabajo hoy. Se queda en silencio durante tres segundos. —¿Por qué?—pregunta con calma. —Bueno, es posible que haya hecho un trabajo terrible en el trabajo y ahora ya no tengo uno. —¿Ya no eres abogada? —Técnicamente, sigo siendo abogada. Simplemente ya no tengo un lugar de trabajo —respondo. —Entonces, ¿cuándo vas a conseguir otro?— pregunta —No lo sé— le digo. —Hay muchos trabajos, ¿verdad? Solo ve a buscar otro. —No es tan fácil, cariño. En realidad, ya no estoy segura de querer ser abogada. No creo que sea muy buena en eso. —Eres la mejor abogada que conozco— exclama —¿Y a cuántos abogados conoces?—le pregunto. —Uno—responde, haciéndome reír. —.Pero sé que eres la mejor. —Soy bastante buena—concedo —.Pero no en las formas que realmente importan. —¿Qué significa eso?—pregunta. —Realmente no puedo explicarlo en este momento. —Bueno. Entonces, ¿qué harás si ya no eres abogada? Siempre hace todas las preguntas correctas. Lástima que no tengo ninguna respuesta para él en este momento. Encuentro sus ojos en el espejo retrovisor. Son tan curiosos y brillantes. Solo tiene seis años, pero a veces actúa como si fuera mayor de lo que es. Sin embargo, otras veces es un mocoso. Lo amo más que a la vida misma. Mi pequeño bebe. Nota: Son dos historias para el mes de abril. Ambas ya están disponibles, las iré actualizando poco a poco. 1)Virginidad Subastada. 2)El hijo secreto del millonario.

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