—Nos vamos—susurró contra la mejilla de su hijo. Al salir de la habitación de Dav, su padre esperaba en la puerta. —Buenos días, hija. ¿Podemos hablar? Por un momento Chiara se había olvidado de que su padre y su familia estaban allí. —Lo siento, papá. No es buen momento y tengo que salir. —¿Tan temprano? ¿No te quedarás a desayunar con nosotros? —Seguro que desayunan mejor sin mí. —¿Todo está bien? Escuché un poco de discusión anoche y luego te fuiste. ¿Ha pasado algo? —Chiara le miró, intentando comprender la curiosidad de su padre por sus asuntos—. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, hija. —No, eso no lo sabía. —Si algo va mal… puedo hacerme caso de lo que desees, los negocios y el matrimonio no es asunto que se pueda mezclar. —¡Esto no es un matrimonio! —d

