MI BENEFACTOR ES UN DEMONIO

1547 Words
❁NICOL❁ Me siento muy triste porque he estado tranquila sin saber de él, pero he recibido una mala noticia, me han despedido de mi trabajo, no quieren personal de medio tiempo, la jefa me dijo que lamentaba dejarme ir, sin embargo, ahora estoy en una peor situación. Llegué a casa con tristeza, me acosté en mi cama deplorable con el estómago vacío, ahora que voy a hacer, me va a tocar, dejar la universidad, la beca no es suficiente, a este paso moriré de hambre. Papá, porque todavía no me has respondido, lo he contactado y no me ha respondido, es verdad que tiene una nueva familia, no obstante, sigo siendo su primera hija. Comienzo a llorar abrazando la almohada. No tengo a nadie, me siento desamparada. En momentos como este, quiero morir. No sé cuánto lloré. Mi cabeza da vuelta, mi estómago duele mucho. Estoy en posición fetal en la cama apretando mi estómago. Será que moriré aquí y sola, qué lamentable soy. Pensé que mi vida iba a ser cómoda cuando mis padres decidieron abandonarme con la excusa de que era mayor de edad. Se marcharon, heredándome esta casa, comenzaría una aventura de cuentos de hadas. Lo que he tenido es miseria y hambre, estoy extremadamente delgada. ¿Dónde estás, Katrina? Me cerré los ojos, quizá durmiéndome, el hambre se me quite y todo lo que estoy viviendo sea una pesadilla. Estoy en un hermoso sueño, me siento como si fueran los brazos de un príncipe, su fragancia me tranquiliza, me gusta cómo huele. No puedo verlo porque mis ojos son pesados, se siente muy bien estar en sus brazos, son muy cálidos, escucho hablar, no comprendo lo que dicen, me duele el brazo izquierdo, no sé qué me está sucediendo. Una pesadez en mi cuerpo no deja que me mueva. —¿Señorita, me escucha? —¡Ah! ¿Dónde estoy? —En la clínica, usted sufrió un desmayo. —abro mis ojos, miro una mujer de mediana edad frente a mí, revisando mi brazo. —¡Clínica! Tengo que irme, no tengo dinero para pagar una clínica. —No se preocupe, la persona que la trajo pago todo el medicamento, estará internada dos semanas, usted presenta un estado de desnutrición avanzada, su hemoglobina está tan baja que puede convertirse en Leucemia. “Cáncer en la sangre” —¡¡Leucemia, tan grave es mi estado!! —Si no tiene una dieta adecuada, puede empeorar, si sigue llevando ese estilo de vida. —¿Quién me trajo? —No dijo su nombre, solamente pago por usted y que la atendiéramos hasta que saliera recuperada de aquí, cancelo los gastos médicos y el tratamiento. —Es extraño. No tengo a nadie, mi padre no creo que haya sido, cuantos años le calcula al hombre que me trajo. —Unos treinta años aproximadamente. —No es mi padre, él tiene unos cincuenta años. —No era viejo de apariencia, al contrario, es muy atractivo, ¿Segura que no lo conoce? —No tengo ni idea quién sea. Únicamente recuerdo el aroma de su fragancia, confieso que estaba tirada en la cama de mi dormitorio lamentándome por la situación en la que me encuentro, no sé cómo le voy a hacer, tendré que dejar de estudiar, pensé que al poder graduarme tendría más posibilidades de encontrar un buen empleo. Ahora tengo que buscar trabajo a tiempo completo, aunque sin una carrera universitaria mis posibilidades son nulas. Siento desvanecer de tanto reflexionar, estoy en dificultades, no tengo familia, mi familia, parece que me abandonaron, nunca les importé, ahora tienen su propia familia a quienes aman, dejándome atrás. No debo contar más con ellos, aprovecharé la oportunidad que ese inesperado me ha brindado, me recuperaré y buscaré trabajo, tengo que ser positiva, no me tiraré a morir, quizá Dios me está enseñando a observar con otros ojos la vida, y envió un ángel para ayudarme. Estoy consumiendo mis tres tiempos a la hora que corresponde, una semana ha transcurrido, las enfermeras son una calidad de personas, están muy atentas a mí, es una pena que no puedo vivir por siempre aquí. Me siento muy bien, me percibo con más energía y los postres son deliciosos. Me siento mejor en este lugar que en mi propia casa. —Señorita, su benefactor, le envió esto. —¿Mi qué? —La persona que pago sus gastos médicos. —¡¡Él está aquí!! —No, un hombre vino diciendo que le diera esto, dijo que era de parte de su benefactor. —¿Quién será esa persona? —no conozco a nadie que quiera hacer todo esto por mí. Abro la bolsa que la enfermera me entrego, al abrirla hay un precioso vestido, junto a ropa interior y un par de zapatos. Esta persona tuvo que asumir este costo de pagar la clínica, que no es nada barata, y ahora está gastando en ropa para mí. No creo que sea él, ese hombre es un demonio, nunca será un ángel. Recordándome de él en este momento, es curioso, ya que desde aquel día no volvió a buscarme, sin duda se percató de que no tengo nada en ese asunto. —Si desea bañarse y ponerse bonita, lo puede hacer. —Gracias, ¿Cuándo considera que me darán de alta? —Según escuche al doctor hasta la próxima semana, trate de tomar el medicamento. —Sí, esta ropa la dejaré para cuando me den de alta. —Eso es lo más prudente, descanse. Al quedar sola en la habitación busqué alguna nota o algo que ese extraño pudiera poner, tengo curiosidad por esa persona, entre más lo pienso menos sentido tiene. Muchas preguntas se forman en mi cabeza, si es un ángel no dejaré que lo haya hecho sea en vano, buscaré empleo en cuanto salga de aquí, tengo que cuidar de mí. He comido como nunca, creo que la hora de irme de aquí ha llegado, ya me quitaron las agujas, me dijeron que me bañara y vistiera normalmente, dentro una hora me daban de alta, tan bien que estaba en ese lugar. Pero lo bueno tiene que terminar, ahora tengo que ser positiva, buscaré empleo y estudiaré de noche. Me vestí con la ropa que mi benefactor me envió, los zapatos me quedan bien, mi cabello se ve sedoso, por el champú, allá en casa, con lo que hubiera me lo lavaba. Llego la hora de volver a la realidad, esta vez no me rendiré tan fácilmente. —Señorita su orden de salida. —Gracias, por haberme cuidado. —Es nuestro trabajo. Me sentí tan triste de irme de ahí, increíble, los que están hospitalizados se quieren ir a sus casas y yo me quiero quedar, sin embargo, no me voy a quejar, me siento fortalecida, con energías. La cuenta de este sitio ha sido alta, ese extraño tuvo que haber soltado buen billete, por si regresaba le deje dicho con la enfermera que estaba muy agradecida por su amabilidad. Regrese nuevamente a mi casa, camine desde la clínica, es algo cerca, eso me ayudará como ejercicios, aunque fue mala idea, me duelen los pies, ¿Qué demonios? Estoy frente a mi casa, está pintada con puerta y ventanas nuevas, abro la puerta, no tiene seguro miro a todos lados por si me he equivocado, definitivamente es mi casa. Entro a la casa, no me lo puedo creer, está amueblada, renovada por dentro totalmente, ni parece mi deplorable casa, me dirijo a mi habitación. Las puertas fueron cambiadas, al abrir, es un sueño, mi habitación es de ensueño, pero como es esto posible, será mi padre que recibió mis mensajes. —Llegaste. —esa voz me pone la piel de gallina— Veo que estás muy arraigada a este sitio, así que lo mande a remodelar, mi mujer no puede vivir inhumanamente. —me volteo lentamente, es mi demonio en persona. —¿Tú? —se abalanzó sobre mí, inmediatamente su fragancia me recordó a mi ángel, no es posible— ¡Eres mi benefactor! —Ahora me perteneces, no pienses en huir, desde hoy te conviertes en mi mujer hasta que yo me canse de ti. —No me voy a prostituir por dinero o comodidad, tengo todos mis miembros, trabajaré y le pagaré cada centavo que invirtió en mí. —No seas ilusa, eso te llevaría años, además tienes una deuda que tu cómplice acumulo. —No soy cómplice, como quieres que se lo diga. —Exprésamelo en la cama. —en cuestión de segundos me tiro en la cama, haciendo que mi vestido de falda campana termino cubriéndome el rostro, de inmediato, reacciono acomodándolo— Demuéstrame que no eres una aprovechada, como tu amiga quien te dejo por reemplazo. —Ella no hizo eso. —él está encima de mí, no me deja moverme— Te pagaré, déjame conseguir trabajo. —Eres lenta, acaso crees que soy mendigo, lo que quiero es saciar mi enojo, tu amiga se burló de mí, contigo jugaré un poco, haz lo que mencione y tu vida mejorará, quiero que me satisfagas. —No, yo no vendo mi cuerpo. —¿Acaso me encuentro solicitando permiso? Es posible que no esté consciente de que no dispone de ninguna salida.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD