Al volver en si, lo primero que me llamó la atención fue un enorme espejo. Parpadee unas cuantas veces para que pudiese ver con más claridad. Sentía un pitido en los oídos y en todas partes veía una molesta luz.
« ¿Dónde demonios estoy? » me pregunté a mi misma en mis pensamientos.
- Se ha levantado. - informó Ann a los demás mientras tomó un sorbo de café. "Espero que no acabé en el hospital de nuevo." - Me asusté y de repente apareció el chico de pelo n***o en la puerta, era más alto que Ann y con ojos negros cómo el carbón. Me miró fijamente como si quisiera fijarse en cualquier detalle que hay en mi, lo cual me ponía nerviosa.
- ¿Qué ha pasado? - pregunté al final para intentar calmarme.
"No lo recuerda" vi en Ann una voz que tuve que leer unas veces seguidas para creer en ella.
- ¿Qué? - pregunté .
- Te desmayaste. - respondió Ann bajando la mirada, dejándola clavada en el suelo.
- ¿Me desmaye? - pregunté sorprendida por la respuesta que me acababa de dar Ann. Nunca me había desmayado... Era algo que me costaba creer... Aparte de que no podía no fijarme en las voces que veía.
- Si, delante de Matt... Se quedó en shock. - afirmó Ann y me miró preocupada.
- ¿Por qué no vas a avisar a los demás de que se ha despertado? - preguntó el chico de pelo n***o dirigiéndose a Ann.
- Claro. ¿Te quedas con ella? - se aseguró Ann antes de se fuera.
- Claro. - respondió seriamente y nada más irse Ann. El chico se acercó a un sillón rojo y se sentó. Me incomodaba su presencia, era raro y muy silencioso.
- Soy Dante. Cantante del grupo Nsad. - se presentó con amabilidad, pero con una voz distante.
- Yo soy Juliet. Gracias por ayudarles. - sonreí para intentar esconder lo nerviosa que estaba.
- Miradla, ella aquí tan tranquila. - dijo Matt nada mas entrar
"Espero que este bien." me quedé mirándole sorprendida.
« Las voces... Están en Matt también. »
- ¿Cómo te sientes? - siguió.
- Creo que mejor. - respondí insegura, pero sonreí para tranquilizarle.
- Más te vale, nos has dado un buen susto. - se le adelantó Natasha mientras se hacia una coleta con su pelo rojo.
"Como haga eso de nuevo la mato." oí otra voz que venía de Natasha.
- ¿Pero que? - me levanté tan de golpe que casi perdí el equilibrio.
« Esas voces... Están en todas partes... ¿Pero por qué? »
- Hey, tranquila, no hagas eso. - me avisó Bianca. Dante me pegó un vistazo observando con atención cada movimiento.
- "¿No quieres ir al hospital?" - preguntó Natasha preocupada.
- " ¿Por qué lo pregunta? Debería estar claro." - la miró Ann.
- ¡Ann! No digas eso. - la advertí mirándola. Ella me miró confundida.
- ¿Qué? - preguntó extrañada y todos intercambiaron miradas entre si.
- ¿Chicas, os llevo a casa? - preguntó Matt para cambiar de tema. - Creo que Juls necesita descansar. -
- ¿No te importa? - preguntó Bianca amistosamente.
- Os traje aquí, ¿por qué iba a importarme llevaros a casa? - respondió con una pregunta irónica Matt.
- No me provoques, anda. - pidió Bianca mientras le dio un pequeño pellizco.
"¿Cabremos todos en el coche?" me quedé observando a Natasha, pensando en la voz que acababa de oír y le dije:
- Tienes razón. - pero ella se quedó sorprendida y me miro extrañada.
- ¿Razón con que? - preguntó Natasha.
- Con lo del coche. - respondí en seguida y ella me miro sorprendida.
- ¿Cómo sabes que...? Si no he dicho nada. - empezó a defenderse Natasha nerviosa. Dante me miró impresionado, pero no dijo nada. Los demás no dijeron nada tampoco y solo intercambiaron miradas.
- Creo que sería bueno que la viese algún médico. - empezó Dante mientras dio unos pasos hacia mi. -¿Y si vais vosotros a casa y yo la llevo al hospital? - se ofreció.
- Me parece buena idea. - sonrió amistosamente Ann.
"Aunque no me fio."
- No sé... Eres un desconocido... - estaba en contra Bianca y miró en la dirección de Dante.
- Pero podría ser lo mejor para Juls. - intentó convencerla Matt.
"Dante parece buen chico." oí la voz que venía de Matt.
- Eso ha sonado gay. - sonreí y todos me miraron extrañados.
- Está bien, venga vámonos. Juls tu nos dejas un mensaje cuando llegues a casa, vale? - empezó a despedirse Natasha, mientras cogió a Ann del brazo.
- Cuanto más los retrasemos... Más tarde podrá verla un doctor. - añadió unos segundos más tarde.
- Eso tiene sentido. - estuvo de acuerdo Ann. - Recupérate. - sonrió para tranquilizarme. Sin decir nada más salieron del pequeño vestíbulo. Me quedé con la boca abierta cuando comprobé que eran capaces de dejarme ahí con un completo desconocido. Antes de poder hacer cualquier movimiento Dante con la velocidad de la luz hizo un rápido con el que me apretó contra la pared cogiéndome del cuello.
- ¿Cómo es que sabes leer mentes? - preguntó de forma seria.
- ¿Leer que...? - pregunté incomprendidamente intentando coger el aliento.
- ¡¿Quién eres?! - gritó dándome un pequeño golpe en la pared. De repente entró un chico rubio igual de alto que el y con ojos azules. Dio un paso y con la velocidad del rayo llegó hasta el y lo apartó de mi. Caí al suelo y empecé a respirar para recuperar el aliento.
- ¿Estás mal? Podrías haber le hecho algo. - dijo y se agachó para poder ayudarme, a levantarme del suelo.
- ¿Te encuentras bien? - quería alejarme de él, pero me di cuenta de que no había a donde.
« Están locos... Joder... » empezaba a sentir pánico por lo que podría pasar a continuación.
- Sabe leer mentes. - dio como explicación Dante. - Scott, te digo que ella es un espía o algo. Todo el tiempo que estuvo aquí sabía lo que pensaban sus amigos. - continuó Dante.
- Te estás precipitando. - dio su opinión ese tal Scott. Me levanté del suelo y los miré como si estuviesen locos.
- ¿De que estáis hablando? - me metí en la conversación.
- Creo que está demasiado asustada para que le hablemos de esto. Aparte de que no estamos seguros de lo que dices. - dijo Scott, pensando en voz alta.
- Tenemos que hablarlo, no podemos dejar que se vaya como si nada. - estaba en contra Dante con los brazos cruzados.
- Creo que necesitáis un psiquiatra. - comenté la situación dando mi opinión y consiguiendo con ese comentario que todos me mirasen.
- Quiero irme a casa. - suspiré comportándome como una niña pequeña. Unos segundos más tarde entró otro chico con el pelo rubio y de ojos castaños. Tenía una camisa azul que estaba más desabrochada que abrochada y unos vaqueros. Sinceramente tenía pinta de showman. Me quedé observándole y por fin después de cerrar la puerta dijo algo.
- ¿Quién es esta monada? - sonrió para tranquilizarme un poco, pero con ello me puso más nerviosa.
« Estupendo... Un showman. »
- No me llames eso. - suspiré y bajé la mirada, odiaba que me llamasen cosas cursis. Sinceramente me sentía como si estuviese rodeada de idiotas.
- Max, no empieces a ligar con ella, es una desconocida... Y la principal sospechosa. - le regañó en seguida Dante.
- Sólo he dicho que es una monada. La mayoría de las Señoritas que conozco son desconocidas al principio. - empezó a defenderse Max. - ¿Por cierto, dónde esta Alex? - preguntó para cambiar de tema.
- Dijo que se iba por ahí con Katia. - respondió de la nada Scott con una botella de agua. - ¿Quieres algo para beber? - preguntó dirigiéndose a mi.
« No pienso aceptar nada de ellos... Esto es maravilloso... Estoy aquí con un medio emo, un ligón y un - quiero caerle bien a todos -. »
- No, gracias. Lo único que quiero es irme a casa. - suspiré y di un bostezo.
- ¿Por qué la tenéis encerrada aquí? ¿De qué es sospechosa? - preguntó unos segundos después Max.
- Dante cree que es una espía. - respondió de forma simple y resumida Scott.
- ¡Es una espía! - gruñó Dante. - Sabe leer mentes. -
- Estáis todos majaras. - comenté de nuevo y me mordí la lengua para no decir nada más fuerte y así evitar ofenderles. No sabía de que eran capaces... Pero sabía que no sería nada bueno.
- ¿Qué os parece si esperamos a Alex y le explicamos lo que pasa? - propuso Dante ignorando lo que dije. Supuse que se había casado de mis comentarios.
- Si, podría ser lo mejor. - estaba de acuerdo Scott mientras bebió otro trago de agua.
- Está decidido, hermosura, te quedas aquí un ratito más. - sonrió mientras me guiñó el ojo Max.
- ¡Deja ya de llamarme eso! - levanté la voz enfadada y clave mi mirada en el suelo.
« ¿Podría ser peor? »