A la noche Charles se encontraba recostado en su cama pensando en la carta que su padre había mandado y que aún no había leído. El joven miraba el techo de su habitación y recordaba los momentos que había vivido junto a su madre. Realmente la infancia de Charles había sido hermosa y lo había sido más, cuando su pequeña hermana había nacido. Suspiraba porque cada día el joven, aunque lo sabía ocultar perfectamente, extrañaba a su madre con todo su corazón. Abrió el cajón de su mesa de luz y de allí, sacó una pequeña pintura que tenía de su madre con él y su hermanita en brazos, acarició levemente la imagen y una lágrima traicionera salió de los ojos del joven mientras veía el retrato, realmente la extrañaba todos los días y maldecía cada día la enfermedad que se la había arrebatado. Se se

