Capítulo V

2906 Words
Brownley, 1864 En una zona llena de altas arboledas y bastante naturaleza, se veía a dos jóvenes andando con tranquilidad encima de sus caballos, disfrutando del bello paisaje de los terrenos que eran de la propiedad, mientras pensaban y hablaban de su vida allí en Londres con su tía, la hermana de su difunta madre. Se encontraban allí desde que ambos habían viajado con su tía luego del funeral de su madre, por motivos de que su padre decidiera volverse a casar. El enojo del hijo mayor no era porque su padre volviera a tener a alguien, sino que lo hizo cuando no hacia ni minutos que habían enterrado a la madre de ambos. El muchacho se llamaba Charles William Salvador Greenwich, un jóven realmente apuesto de cabellos castaños oscuros con unos ojos azules, que había heredado de su difunta madre, con una altura de un metro ochenta y cinco. Él tiene una personalidad seria, protectora con las personas que ama, terco y con un carácter fuerte, que hacía temblar a cualquiera que lo desafiara o hiciera enojar. Tiene una hermana menor llamada Sara Elizabeth Salvador Greenwich, ella es una joven bella igual a su madre de cabellos negros como la oscuridad, unos ojos avellana, que transmitían lo pura e inocente que era. Una contextura delgada y una altura normal, ni tan alta pero tampoco tan pequeña. Ella a comparación de su hermano mayor, tenía una personalidad risueña, dulce, alegre y aventurera. Su pasatiempo favorito es que le encanta caminar y disfrutar la naturaleza por eso su actividad preferida es andar a caballo, como también practicar arco y flecha siendo ayudada por Charles. Realmente la muerte de su madre había destrozado los corazones de los dos jóvenes, logrando que ambos se unieran más de lo que eran antes de la muerte de la mujer. Sara dirigió su mirada a su hermano, que portaba una mirada seria e iba callado seguramente absorto en sus pensamientos. - ¿Qué sucede Charles? – dijo Sara deteniendo un momento su caballo para poder enfocar su mirada en su hermano – ¿hay malas noticias? - No, claro que no hermana – dijo el joven mirando a su pequeña hermana – solo estoy pensando en nuestro padre – mientras suspiraba resignado - hace ocho años que no lo vemos – mientras miraba al frente y luego a su hermana – sé que deberíamos haberlo ido a ver, pero nunca expondría a que te casara con alguien de su agrado y menos mucho mayor para ti – largando un suspiró desanimado Sara miro a su hermano con una sonrisa tierna y asintió a su petición, mientras las palabras que le decía su madre cuando solo ella era una niña, dieron aparición en su mente. “Siempre debes casarte con el hombre que ames, ese que te haga sentir mariposas en tu estómago solo con tomar tu mano y que no le importe nada, solo verte feliz” Una lágrima salió de los ojos avellana de la joven recordando a su madre, la mujer que le dio la vida a su hermano y a ella. Sara cada día extrañaba a la mujer, los pocos consejos y cuando estaba triste, que la sostuviera entre sus brazos para hacerla sentir que no estaba sola y que siempre contaría con su apoyo. La joven miro a su hermano con los ojos mojados para sonreírle melancólica. - La extraño, cada día – dijo Sara mirándolo – sus consejos, sus abrazos, los cuentos que nos contaba cuando no podíamos dormir y los paseos antes del amanecer – mientras sollozaba – la extraño, Charles - También yo, mi pequeña – dijo su hermano, acercando el caballo al lado de su hermana y abrazarla – sabes que, aunque ella no esté siempre contarás conmigo y te apoyaré en todo momento La joven Sara asintió en los brazos de su hermano, porque sabía que él siempre estaría para ella, al igual que ella para él. Ambos jóvenes se miráron, para que él secará con su mano las lágrimas de su hermana y besará su frente para luego apoyarla con la de él. - Juntos para siempre, Sara – dijo Charles dándole una sonrisa - Juntos para siempre, Charles – dijo Sara correspondiéndole el gesto - Bueno es hora de regresar, sino tía Margaret se enojará – dijo Charles riéndose de su tía y su carácter Sara sonrió con picardía para salir a trote de regreso a casa, con Charles detrás de ella y una sonrisa en su rostro. Ambos hermanos luego de varios segundos, llegaron a la mansión de su tía para dejar los caballos en los cobertizos. Sara agarró el brazo de su hermano para caminar hasta entrar a su hogar. Estos iban riendo de las pequeñas locuras de la joven cuando detuvieron su acción, al ver a su tía parada en medio de la sala esperándolos. - Ustedes y sus pequeñas rebeldías harán que me dé un infarto – dijo su tía con seriedad pero que fue reemplazada con una sonrisa - Sabes cómo somos tía – hablo Sara con una picara sonrisa - dos jóvenes aventureros en busca de algo mágico y extraño – Charles rio de las ocurrencias de su hermana menor - Lo sé, pequeño pajarito – dijo su tía riendo por lo dicho de su sobrina – bueno vayan lavarse, ya que el almuerzo está listo Ambos asintieron para subir a sus respectivas habitaciones, cuando Margaret detuvo al jóven Charles mientra dejaba ir a Sara a cambiarse. El jóven miro a su tía y ella le entregó un sobre a lo cual, este lo tomó confundido. - ¿De quién es? – hablo el joven mirando el sobre que tenía entre sus manos y luego dirigió su vista a su tía - De tu padre – dijo Margaret mirándolo sin ánimo – no la he leído, quería que tú lo hicieras – mientras acariciaba la mejilla del joven Este cambió su rostro a serio por la noticia, para asentir con su cabeza y besar la frente de su tía. Subió las escaleras a su habitación para cambiarse de ropa mientras aún tenía el papel en sus manos. El joven no podía pensar, el descaro de su padre al mandarle esa carta después de ocho largos años, aún no quería leerla porque seguramente se trataba del bienestar propio de su padre acosta de su hermana. Charles tenía algo claro en su cabeza y era que no expondría a su hermana a casarse con alguien que no ama, él la cuidaría en todo y cumpliría la última voluntad de su madre, que era que se casara por amor. Se cambió de ropa para bajar a almorzar con ambas mujeres. *Minutos después* Los tres se encontraban almorzando en silencio, que solo se sentían los cubiertos chocar con la vajilla de plata. Sara miro a su hermano, que se encontraba serio y pensativo, para luego dirigirla a su tía que se encontraba con la mirada perdida en su plato. - Bueno... – hablo Sara mientras dejaba los cubiertos a un lado del plato - ahora me explicarán que les pasa – limpiando su boca con la servilleta – Charles esta serio y tu tía, te encuentras perdida en tu plato – mirando a ambos - siempre los almuerzos son alegres y no callados, como si alguien hubiera muerto – cansada de que le ocultaran cosas Ambos adultos se miráron, para que Charles limpiara su boca con la servilleta y dirigiera la mirada a su hermana para hablar. - Llegó una carta de nuestro padre – dijo Charles mirando a su pequeña hermana – aún no he tenido tiempo de leer de que trata, pero te digo algo Sara – mientras agarraba la suave mano de la jóven – no pienso acceder, si su petición es casarte con alguien a quien no amas, respetaré la decisión de nuestra madre Sara asintió en respuesta mientras acariciaba la mano de su hermano. - ¿La leeremos juntos? – dijo Sara con una mueca de tristeza - Si es lo que tú quieres, lo haremos pequeña – dijo el joven dándole una sonrisa mientras besaba su mano Margaret miro a ambos hermanos y una sonrisa salió de sus labios, al ver lo buenos jóvenes que eran sus sobrinos y lo bien que los había criado su hermana. El recuerdo de la madre de los jóvenes, apareció como una luz en la mente de Margaret. *Recuerdo* Francisca Juliette Greenwich de Salvador, una mujer de gran belleza y un corazón admirable, era de cabellos negros como la oscuridad, unos ojos azules como el mar y una piel blanca como la nieve, de complexión delgada y una altura normal, ni tan alta pero tampoco tan pequeña. Tenía una personalidad aventurera, cariñosa, sencilla, creyente del verdadero amor, pero sobre todo una hermosa madre. Ella había estado para sus hijos desde que nacieron, los cuidaba, los aconsejaba y, sobre todo, los alentaba por sus sueños y a conseguir su amor verdadero. A ella la habían casado sin amor, pero con el tiempo supo encariñarse de su esposo, pero todo se vio afectado cuando fue detectada de leucemia, un cáncer en la sangre que comienza en la médula ósea. Antonio, su esposo, había hecho todo lo posible en busca de alguna cura, buscando los mejores médicos del lugar, pero nadie le daba esperanza y así estuvieron por tres años. Viendo cada día el estado de deterioro de la mujer, que descansaba en la cama. Su marido y sus dos hijos estaban destrozados por la enfermedad de Francisca, pero siempre ella intentaba ponerles una sonrisa a sus pequeños para que no sufrieran por ella. Cada día la mujer intentaba ser fuerte por su familia, pero un día estas se agotaron y se durmió para siempre, Francisca había muerto. La mujer los había dejado y con ella se había ido esa luz que iluminaba la casa. Ambos jóvenes estaban destrozados, pero Charles intentó siempre disimular su dolor por su pequeña hermana, mostrándose fuerte delante de ella. Cada noche después de consolarla y dormirla por la enfermedad de su madre, Charles caminaba hacia el jardín sin ser visto y sentarse en la estatua de la familia para descargar todo el dolor acumulado, maldiciendo la enfermedad de su madre. Lloraba desconsoladamente atrayendo sus rodillas a su pecho mientras las abrasaba y colocaba su cabeza en esta para seguir llorando allí en la oscuridad del jardín, siendo iluminado por la luna. Y desde ese preciso momento, Charles paso de ser el chico cariñoso y amable para ser serio y cerrado en sí mismo. Después la noticia que el hombre se casaría de nuevo a tan solo minutos de enterrar a la difunta Doña Francisca, hizo que el joven odiara a su padre hasta el día de hoy. Charles nunca había enfrentado a su padre por respeto a su madre, pero ese día fue como si hubieran soltado un león, que había sido enjaulado por mucho tiempo. Lo enfurecido que se encontraba el jóven con su padre, era realmente aterrador que daba miedo hasta el mismísimo demonio. Flashback Los dos jóvenes iban acompañados en el carruaje por su padre y su tía Margaret, ambos callados y consolándose mutuamente por el funeral de su madre, realmente la pérdida de la mujer los destrozó completamente. Antonio miraba a sus dos hijos y sabía el dolor de ambos jóvenes, porque él había perdido a la mujer que amó y a su compañera de vida, pero esa etapa debía superarla y este ya tenía a alguien para que ocupara el lugar del amor de su vida. Debía informarles a sus hijos que se volvería a casar con una joven doncella, los padres de esta habían hablado con él para casarla y este había aceptado. Ahora debía informarles la noticia a sus hijos por eso lo haría cuando llegaran a su hogar y estuvieran tranquilos. Cuando llegaron a la mansión primero del carruaje, bajaron los dos adultos y luego descendieron los jóvenes. Los cuatro entraron a la mansión que ahora se encontraba en silencio e inundada de recuerdos. Charles y Sara se iban a su habitación cuando la voz gruesa de Antonio habló, evitando la acción de estos. - Esperen, tengo que hablar con ustedes – dijo Antonio para señalar las sillas – siéntense, por favor – ambos se sentaron delante de su padre, para que luego el hombre mirara a la mujer – Margaret, tú también siéntate – mirándola Esta copio la acción de sus sobrinos y se sentó en la silla que se encontraba a un costado. Los dos jóvenes y la mujer miraban al hombre para escuchar lo que diría, Charles y Sara no sabían exactamente lo que diría su padre, pero Margaret miraba a su cuñado para darse una idea de lo que oiría, ya que ella había visto una situación rara en el funeral de su hermana y sabía que no era bueno lo que diría. - Bueno lo que les diré, hará un cambio en nuestro hogar - dijo el hombre con tristeza en su voz – sé que nunca olvidaré a su madre porque ella fue única y especial en mi vida, pero es algo bueno para esta familia – mirando a sus dos hijos - ¿Qué quieres decir, padre? – dijo Charles mirándolo con confusión Sara solo miraba a su padre por lo que decía, Antonio tomó aire antes de decir las palabras que diría. - Me volveré a casar – dijo el hombre largando las palabras de un solo golpe Los dos jóvenes miraron a su padre sorprendidos, mientras que la mujer se entristecía por lo poco que le importaba a Antonio, la muerte de su hermana. - ¿Qué dices padre? – dijo Charles mirándolo y de apoco soltaba las palabras - ¿Te casarás? - Si hijo, me casaré – dijo Antonio mirándolo - No lo puedo creer – dijo Charles levantándose de su asiento, provocando que el enojo lo consumiera – a minutos de enterrar a nuestra madre y tu esposa, ya piensas casarte con alguien más – mirándolo y explotando a continuación – NO PIENSAS EL DOLOR QUE SENTIMOS – furioso con su padre – ERES CONSCIENTE DE ELLO - Hago esto, por el bien de nuestra familia – dijo Antonio serio y molesto con su hijo - ¿QUÉ BIEN? NO PIENSAS QUE NO NECESITAMOS A ALGUIEN MAS – hablo el joven furioso y gritándole a su padre - NECESITAMOS A NUESTRA MADRE– mirándolo con rabia en sus ojos - ELLA MURIÓ POR ESA MALDITA ENFERMEDAD Y A TI NO TE IMPORTA - NO DIGAS ESO CHARLES, AMÓ Y AMARÉ A TU MADRE – dijo Antonio gritándole a su hijo - PERO ES HORA DE QUE VEA EL BIENESTAR DE NUESTRA FAMILIA - NO, NO PIENSAS EN NOSOTROS SINO PIENSAS EN TU BIENESTAR – hablo Charles realmente enojado - PERO NO DEJARÉ QUE BORRES EL RECUERDO DE NUESTRA MADRE Y con eso, el joven Charles salió disparado de la sala para caminar a su habitación realmente furioso con su progenitor. Antonio miro a su hija y Sara lo vio para levantarse de su asiento, mientras negaba con tristeza y dolor en su mirada para irse del lugar detrás de su hermano. El hombre ahora dirigió su mirada su cuñada y esta negó con su cabeza, para también levantarse de su asiento, pero antes de irse, ella hablo con tristeza en su voz. - Piensas y arreglas todo – hablo Margaret mirándolo con dolor - pero no vez el sufrimiento de tus hijos – suspirando triste – hazlo, pero no evitarás que ellos te odien por esto La mujer negó para irse a recoger sus cosas y volver a su hogar, dejando a Antonio solo y enojado con el poco apoyo de su familia. Mientras tanto, Charles se encontraba en su cuarto preparando su equipaje y le había pedido a su hermana preparar el suyo también, sabía perfectamente que no se quedaría allí para ver como la memoria de su madre se perdía por completo. Agarró sus cosas con las de Sara, para caminar hacia donde estaban ambas mujeres esperándolo e irse ambos hermanos a Brownley, Londres. Margaret dirigió la mirada a la ventana del estudio de Antonio, que veía a sus dos hijos guardar el equipaje para partir, ambos con el corazón roto y enojado. La mirada de él hombre era seria y molesta con sus hijos, provocando que ni se despidiera y se saliera de la cortina con dureza y firmeza. Charles subió los equipajes con ayuda del cochero, para luego ayudar a su tía y a Sara a subir al carruaje. El joven dio una última mirada a su hogar donde pasó sus 25 años, siendo feliz junto a su hermana y madre. Dirigió su mirada a la ventana del estudio de su padre, para luego subir al carruaje y partir de allí. Fin del Flashback La mujer sabía perfectamente el dolor que tenía Charles por la muerte de su madre, pero la noticia de que su padre se volvería a casar, fue la gota que derramó el vaso para que él tomara esa decisión apresurada de irse a vivir ambos con ella. *Fin del Recuerdo* Margaret estaba enojada con su cuñado, por la rápida noticia de casarse tan pronto. La mujer suspiró de tristeza y prometiéndole a su difunta hermana, que cuidaría a sus hijos siempre como ella no pudo hacerlo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD