Un artículo publicado en el Chicago Tribune y que encontró en el Internet, hizo pensar a Viviana que iba en el camino correcto en lo que se había obsesionado era cierto: posiblemente estaba reencarnada de alguien.
El detallado informe subrayaba que "muchas personas tienen sensaciones de experiencias en vidas anteriores y que según la psicología, los sueños recurrentes son mensajes específicas de haber estado en lugares determinados, o de encontrarse con una persona que creían conocer".
Viviana se tapó la boca sorprendida por esa afirmación: "sueños recurrentes son mensajes de haber estado en lugares determinados". La dejó perpleja, con sus pelos en punta. Siguió leyendo, pero su corazón empezó a tamborilearle en el pecho con insistencia y se le secó la boca.
"Las experiencias fuertes de las vidas pasadas como la muerte pueden ser responsables de los miedos", decía el artículo que halló en el Internet.
De inmediato llamó a Betty.
-Sí, ahora estoy segura que son mensajes de mi vida anterior-, dijo convencida, leyéndole los párrafos más importantes del referido artículo.
-Entonces hay dos cosas por hacer, dijo Betty, o buscas un exorcista para que te quite lo tonta o aceptas, simplemente, que en tu vida anterior te mataron-
Viviana se molestó. -No voy a dejar las cosas así. Me pica la curiosidad saber quién fui, por qué me mataron y descubrir a la mujer que me mató-, le subrayó.
-O sea vas a viajar en el tiempo hasta con dar con tu antiguo ser-, echó a reír Betty.
-No seas zonza, reclamó Viviana, por lo que veo en mi sueño no es mucho tiempo atrás, por la ropa, las calles, el revólver, tiene que haber sido poco antes que yo naciera-
Betty se puso a pensar. Eso incomodó a Viviana.
-¿Qué te pasa, tarada?-, preguntó.
-A esa persona la tienen que haber matado hace 20 años. ¿Por qué digo eso?, porque al morirse tuviste que nacer tú, debiste nacer tú, creo que así es la ley de la reencarnación-, le dijo resoluta y esta vez muy seria, Betty.
Ahora Viviana quedó en silencio y después de unos instantes, chilló emocionada. - ¡Claro! ¡Esa persona fue asesinada el día que nací!-
Ya tenían una pista.
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Mientras más descubría y se convencía que había tenido otra vida, más extrañas y detalladas eran las pesadillas que tenía Viviana y eso le aterraba sobremanera. Esa noche, por ejemplo, vio, otra vez, que iba por las calles, pasando semáforos y acercándose a lo que debía ser un edificio de dos pisos, con ventanales grandes y una puerta estrecha, por donde iba a ingresar. Eso lo vio clarito. Además, en ese nuevo sueño, vio la calle estrecha, los postes de alumbrado, las casitas antiguas y hasta distinguió un timbre empotrado en el marco de la entrada.
Viviana temblaba, tenía miedo, se estrujaba en la cama. Quería impedir que su pesadilla siguiera adelante. Esta vez vio peldaños, los subía despacio, le parecía oír crujidos y encontró una oficina no muy amplia, con muchos papeles y dos puertas, presumiblemente del baño y un desván y los ventanales de madera. De este último, otra vez, la puerta se fue abriendo despacio, chirriando, y apareció la mujer oculta con lentes, vio guantes blancos y el revólver apuntándole. Apreció nuevamente los cabellos aleonados, primorosos y se convenció, además, que ella era de pequeña estatura, tenía una blusa que parecía entallada y una cintura amplia.
Vivi quería gritar en el sueño, decirle a esa mujer que ya sabía quién era y que no iba a poderla matar, incluso se pensó que podía esquivar los balazos y hasta se alucinó, en medio de la pesadilla, que era Supergirl y que los plomazos rebotarían en su pecho. Sin embargo el revólver explotó varias veces y nuevamente sintió los pellizcos fuertes rascándole el cuerpo yal levantar las manos estaban repletas de sangre. Y notó que los dedos eran grandes, torcidos, mayúsculos... de hombre.
Y despertó en ese instante. Viviana transpiraba desesperada, suspiraba, exhalaba y sentía su corazón rebotando en su pecho con locura. Trató de recuperar el aliento, pero era difícil porque estaba demasiado acelerada y alterada. Se sirvió agua de una jarra que siempre la tenía a la mano en su velador, desde que empezaron las pesadillas, y eso la calmó un poco.
De uno de los cajoncitos extrajo una libretita y un lapicito y apuntó todo lo que había soñado, en esa nueva oportunidad, tratando de no olvidar ningún detalle, pero la imagen de los dedos torcidos los tenía claveteada en la mente. No había ninguna duda de que era de un hombre.
En el desayuno estuvo silenciosa. Su padre se despidió y salió de prisa llevando su maletín y su mamá se quedó revisando su celular por si tenía mensajes. Viviana seguía obsesionada por los dedos que aparecieron en su sueño.
-Mamá, preguntó Vivi, ¿crees que un hombre podría reencarnarse en una mujer?-
Su madre se arregló el pelo. -No creo, si hay la reencarnación como dice tu padre, tendría que seguir en el mismo género, macho a macho, hembra a hembra-
-¿Por qué lo crees?-
-No sé, porque sería un patrón-
-¿Y si sucede, que un hombre se transforme en mujer?-, insistió Viviana.
-Ay qué cosas preguntas, hija-, se molestó la mamá y no quiso seguir hablando sobre eso.
Viviana, sin embargo, estaba obsesionada en ese tema. Con Betty le hablaron a un profesor de teología de la universidad.
-¿Es posible que un hombre pueda reencarnarse en una mujer?-, le preguntó, de frente, Viviana.
El catedrático estiró la sonrisa, la miró con sorna y se alzó de hombros.
-Qué pregunta haces jovencita, yo no creo en la reencarnación, lo que creo es que las almas se van al paraíso-, les dijo y se marchó.
Viviana y Betty se molestaron. -Amén, padre-, masculló con sorna e ironía Vivi, y las dos rieron de buena gana.