Capítulo 2.

507 Words
Me toma de las caderas y me acerca a su cuerpo delicadamente. Cuando mi cuerpo choca contra el suyo puedo sentir su erección encima de mi trasero. Lo único que puedo hacer es soltar un suave gemido. Por favor, que no nos interrumpan. — Ali, ¿estás bien?— más que bien, estoy caliente. — Mhm— es lo único que digo a modo de afirmación Sube y baja sus manos de forma suave por todo mi torso, deteniéndose y jugando con el filo de mi lencería. Dios, que voy a explotar. Siento sus dedos acariciar el contorno de mis pechos pidiéndo permiso silenciosamente. Como si de un imán se tratara me pego a sus manos para que siga. Entiende lo que le pido y sigue su camino mientras escucho su risita nasal. ¿Es posible que te ponga una risita? Porque para mi sí. —¿Sigo?— dice con la voz más ronca y oscura que le escuché en la vida — Por favor— respondo a modo de ruego Siento su respiración en mi hombro mientras deja caminos de besos suaves y delicados. Sube ese camino hasta el filo de mi mandíbula, mientras su mano que después de jugar con mis pechos va bajando. No aguanto más. — ¿Me vas a ayudar?— pregunto y el se ríe bajito — ¿A qué, Ali?— — A venirme— siempre sincera, nunca insincera — Mierda— masculla— sí y quiero verte cuando lo hagas. ¿Cómo carajos llegamos a ésto? Es que lo veo y no lo creo. Cuando siento dos de sus dedos tocar ese botón de nervios al que tanto quería que llegue su mano — ¡¡¡ALI!!!— escucho a mi hermano llamar al otro lado— Vamos a llegar tarde, Ali, por favor— Intento darme la vuelta para decirle a Simón que se esconda y lo único que logro es caerme de la cama. ¿QUÉ? Mierda y mil veces mierda, ¿estaba soñando?. Sí, estaba soñando. Sollozo. — Ya termino, Bart. No grites— pido. Me paro frente al espejo y trato de adivinar en qué momento terminé de prepararme. Sí que estaba extremadamente cansada. Agarro mi cartera, las llaves, la billetera y salgo de la habitación para encontrarme con la hermosa sonrisa de Simón. — Hola, Ali— me dice tan tranquilo. Por Dios, que hace unos minutos me estabas por dar duro contra el muro. En mis sueños, claro. — Hola, Si— respondo como si nada hubiera pasado— ¿mi hermano?— — Abajo, ¿vamos?— pregunta sonriendo — Seguro— doy la media vuelta para encaminarme a las escaleras pero me detiene un roce en la espalda Me quedo quieta como chinchilla con miedo. Me giro para asegurarme que no haya sido el espíritu de mi abuelo y me encuentro a un castaño riéndose inocentemente. QUÉ. CA.RA.JOS. Tranquila Alanís que aquí no ha pasao nada. Él no sabe nada. Solo fue un sueño. Porque lo fue ¿verdad?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD