02: Bus Crush

1379 Words
Espero fuera del aula de clases a que el examen de Economía termine, porque veinte minutos de clases no son lo suficiente para entrar y tratar de terminar el infernal examen. Los minutos pasan y algunos compañeros salen después de haber terminado. Yo les sonrío algo incómoda cuando me preguntan qué me ha pasado. Le hecho toda la culpa a mi maldito teléfono celular. Finalmente, la puerta se abre y varios compañeros salen del aula. El examen ha acabado al fin.   Entro a la sala de clases y me atrevo a encarar a la profesora Linch, quien al verme pasar alza sus delgadas cejas en mi dirección y me mira con desaprobación. Miro hacia arriba y veo a mi mejor amiga Dalia Santi mirarme completamente preocupada y extrañada. Hago un pequeño y rápido encogimiento de hombros y vuelvo mi vista al frente.   Luego de disculparme con la profesora Linch y explicarle toda la situación...Bueno, casi toda. No iba a decirle que me quedé completamente embobada mirando a un hombre leyendo en el bus y ese es solo un extra del porqué llegue mucho más tarde de lo que debería haber llegado. La profesora me ha dicho que mande un justificativo al coordinador de carrera, y que el examen lo tendría que dar a final de semestre, en la semana de exámenes recuperativos.   La idea me molesta un poco, pero es mejor que nada.   Le agradezco a la profesora por su comprensión y ella me aconseja que sea más precavida. Me doy un autogolpe mental por ello.   Al salir del aula Dalia está sentada en un banco esperándome, y se pone de pie a penas me ve.   — ¡Pensé que te había pasado algo grave! ¿Estás bien?, ¿Qué te pasó? —Dalia me aborda cuando llega a mi lado. La miro un poco avergonzada. Ella se preocupa mucho por mí.   —Es culpa de la tecnología. —Y le cuento casi todo.   —Has llegado dos horas tarde ¿Eres consciente de eso? ¡Te pasaste once paradas! Sigo sin entender qué es lo que te hizo distraerte de esa forma. Generalmente no llegas tan tarde como hoy.   Dalia siempre se preocupa mucho por mí. Desde que mis padres murieron y me quedé sola con mi hermano mayor, Dalia ha sido mi soporte en todos los momentos claves de mi vida. Siempre está ahí para socorrerme de cualquier cosa, y no puedo estar más agradecida de eso. Pero a veces, realmente se pasa de sobreprotectora. Algo así como si fuera su hija. Es una lástima que no estudiemos lo mismo, aunque por suerte estudiamos en la misma facultad y coincidimos en algunos ramos como economía.   —Sólo estaba escuchando música, y me pasé —trato de mentir. Sé que, si le digo que me he distraído mirando a alguien, hay dos opciones de su posible reacción: Recibiré un regaño de su parte, o me bombardeará de preguntas acerca de cómo era él. O una mezcla de ambas.   Dalia me mira con cierta desconfianza, y puedo decir que sabe que estoy mintiendo, pero lo deja pasar. Cosa que me alegra porque no quiero cargar con sus sermones ahora.   —Que no vuelva a repetirse, ¿vale? Y si vas a llegar tarde, mándame un mensaje, para no pensar en lo peor porque no has llegado. — Dalia hace un gesto exagerado de preocupación que me hace reír.   —Prometo que lo haré.   [...]   Las clases transcurrieron muy normales en lo que pasa del día, y Dalia no ha parado de mencionar que conoció a un chico en una fiesta a la que fue con Megan, su otra amiga. Que ambos intercambiaron números, pero ninguno de los dos ha intentado llamarse. Dalia quiere que Jamie—como se llama el chico— dé el primer paso. "Eso es lo que se supone que debe hacer un hombre." Dice, pero sé que ella muere por llamarlo.   — ¿Y tú? — Me mira — ¿hay algún chico que te guste, Evan?   —Si fuera así serías la primera en saberlo. Además...   Me quedo pensando. No soy mucho de esas chicas que les gusta estar de novios con alguien. La única vez que tuve un novio, fue en sexto grado y terminamos porque se tomó mi jugo de manzana.   —No estoy interesada. — digo encogiéndome de hombros.   —Cien por ciento concentrada en los estudios—Dalia se burla—Bueno, pero ahora... ¿Vas a decirme lo que te hizo llegar tarde esta mañana? ¿O tendré que sacártelo? Porque eso de la música no sonó muy convincente.   — ¡No sé de qué hablas!   — ¡Claro que sí! Tú nunca te distraes con nada, y eres muy atenta a esas horas, bueno, a todas las horas, pero me refiero a que encima hoy teníamos examen. No hay forma de que algo te distrajera de eso, ¿entiendes? Así que dímelo, o me enojare y no te volveré a hablar.   Me la quedo mirando. Voy a tener que contarle, aunque no sea tan relevante para mí. Sólo vi un chico que me gustó. Sólo me gustó. No fue algo así cómo amor a primera vista o algo, pero enserio quería evitarme las preguntas de Dalia. A veces suele ser muy cotilla.   —Está bien...—me resigno —pero promete que no me harás muchas preguntas, ¿sí? No es tan relevante.   —Sí, sí, sí. Dime maldita sea. —me apura.   Tomo una respiración profunda y le digo: —Vi a un chico en el bus, y me pareció muy lindo. Llegué tarde porque me quedé como boba mirándolo, ¿feliz?   Pareciera que me hubieran salido tres cabezas por la forma en la que Dalia me está mirando en este momento.   — ¡No jodas! ¡Y no me contaste! — me riñe — ¿Y cómo era?, ¿Alto?, ¿Era guapo?, ¿Rubio?, ¿Le viste la entrepierna para ver si tenía grande su cosita?   No puedo evitarlo y suelto una risa fuerte: —Por eso no quería contarte.   — ¡Sólo dime!   —Bueno, cálmate. No sé si era alto. Iba sentado. Si, era guapo. No, no era rubio. Y doblemente no. No ando por la vida mirando la entrepierna de la gente, si te interesa saber.   Es su turno de reír.   —Yo si lo hago, sabes. Veo a un hombre atractivo y lo primero que hago es mirarle el paquete. Lo hago por inercia, no lo controlo. —admite, y yo niego con la cabeza. Dalia Santi señoras y señores.   — ¿Y es de la uni?— choca mi hombro con el suyo.   —No lo sé. La verdad es que es primera vez que lo veo. Pero debe ser de último año o quizás ya esté trabajando. No se veía exactamente como un joven de primer año. —le explico.   —Mmmmm...—Ronronea —a alguien le gustan los mayores, eh.   —No exageres. Sólo es un chico que vi. Cómo un bus crush, o cómo se diga.   Cuando las clases terminan, Dalia me acompaña a tomar el bus de regreso a casa, como de costumbre. Pero esta vez, las bromas del chico misterioso y mayor se hacen presentes en nuestra espera. Cuando finalmente el bus llega, me despido de mi mejor amiga y me encamino a subir el bus, y sin pensarlo me siento en un lugar desocupado que da con el pasillo, y por la ventana del otro lado me despido de Dalia con la mano.   — ¡Suerte con tu chico misterioso!, ¡Uuuuuuuuy! — Dalia me grita desde afuera, y no puedo evitar reír, hasta algunos pasajeros también lo hacen, y otros me miran extrañados.   El bus parte y me encuentro a mí misma pensando en él, y buscándolo en el interior de un bus donde sé que no está. No pasa nada, me digo. Sólo lo viste una vez, Evan. Quizá nunca más lo vuelvas a ver, y eso es bueno. Pero de todas formas me siento algo decepcionada. No siempre me parece un chico lo suficiente como para mirarlo, o hasta, encontrarlo lindo o atractivo, aparte de que me lo he encontrado en el bus en el que iba llegando tarde. Seguramente debe tomarlo a esa hora, y yo no puedo atrasarme sólo por verlo. ¿O sí podría?   Niego con la cabeza. No, no puedo, no puedo volver a llegar tarde otra vez.   Aprieto la basta de mi falda con mis dedos, y miro por la ventana que está al lado de mi acompañante de bus. Estoy a punto de sacar mi iPod y escuchar música, cuando el libro del acompañante a mi lado me distrae. Mi corazón comienza a latir desbocado y entonces comienzo a levantar y girar mi vista para ver su perfil.   Mierda. Voy sentada al lado de él. Del chico misterioso y mayor.  
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