Estamos en medio del bosque, mi madre y yo casi siempre somos las primeras en llegar.
Todos los sabbat son celebrados los sábados a media noche y acaba al sonar la campana de la primera misa del domingo. El sabbat se realiza en medio del bosque con sigilos en la tierra velas formando la estrella de David y calaveras formando la cruz de satán.
Es un lugar hermoso, el ambiente es demasiado sombrío y el poder que impone todo es sobrenatural, totalmente fascinante. Hay una mesa grande de madera, donde cenamos juntos como aquelarre y después realizamos algunas actividades.Ya que todos estamos presente, se inicia.
—¡Oh, salve gran satán!—decimos todos fuertemente cuando él aparece, haciendo una pequeña reverencia, la cabeza siempre tiene que estar abajo hasta que el haga su saludo.
El bosque empieza a teñirse de niebla, las nubes empiezan a cubrir la luna, las estrellas dejan de brillar, los cuervos se posan en cada rama de los árboles cantando y adorando al Gran Rey de las tinieblas, el olor a Azufre empieza a emanar por todos lados, se puede percibir desdé tus fosas nasales hasta los tuetanos de tus huesos.
Un portal de fuego se abre en el centro del bosque y sangre viscosa emana de el, la silueta oscura aparece llenando de oscuridad y mostrando al gran señor de las tinieblas.
—¡Salve, satán!—decimos todos y nos arrodillamos ante su majestad.
—De pie—dice él, con una voz autoritaria.
Todos nos levantamos de inmediato, lo visualizo y siempre me ha intrigado, lleva una túnica negra que cubre por completo su forma humana y en la cabeza salen unos cuernos gigantes y su cara es la máscara de un cabrío, pero la túnica también la cubre.
La mascara que utiliza me causa curiosidad, tengo entendido que Satán fue un ángel muy hermoso, me pregunto si estar en el averno lo hizo tan espeluznante como dicen. ¿Por qué nadie lo conoce sin la mascara?
Satán camina hacía los sigilos pasando por mi lado, su mirada se encuentra con la mia por un leve segundo robándome el aliento con la obscuridad que impone.
Un demonio camina detrás de él mirándome fijamente a los ojos, sus ojos son azules, no tan claros que los mios, su expresión es muy seria y sin emoción, el cabello oscuro lo tiene a los hombros y sus brazos descubiertos muestran muchas cicatrices y marcas de guerra. Se pone alado de Satán con la misma seriedad y sin mirar a un punto fijo.
Los brujos mayores y respetados se posan a lado de ellos.
Comienza el gran homenaje para su divinidad oscura, el homenaje consta en entregarle ofrendas y dejarlos a su merced, solo como muestra de nuestra lealtad. Las ofrendas o la prueba de que se ha cometido un acto ilícito a ojos de la ley divina.
Los primeros en ofrecer estas ofrendas son los brujos de mayor jerarquía, los últimos son los jóvenes brujos como yo, no importa la gravedad del delito, solo tenemos que mostrarle respeto.
Yo le he llevado un corazón humano para su divinidad. No es cualquier corazón, es el corazón de un monstruo, los corazones de personas puras al serles arrancados de su cuerpo, se ponen pálidos y sin vida, todo lo contrario a los monstruos que se pudren de inmediato poniéndose de un color n***o y un olor fétido impresionante.
—Hijos mío—dice con una voz robótica y gruesa—, empezemos con el banquete.
Todos aplauden con alegría, el banquete es la parte favorita de todos, nos sentamos sobre una gran mesa y bebemos vinos hasta saciarnos, comemos un gran buffet de animales e inclusive algunos humanos.
No sé alarmen se lo merecen, esa cabeza que está en adobo en medio de la mesa, pertenece a un violador, que a violado a decenas de niños, las brujas lo maldecimos y matamos para que ardan eternamente en el averno.
Aveces nos gusta ir a la tierra a atormentar a algunos humanos y jugar con su destino adelantándonos y dándoles una muerte aberrante. Satán no se te interpone en nuestros hobies, de él no depende el destino de la humanidad, hace miles de años se extinguió la última moira que era la encargada de cuidar esos destinos, tanto del mundo mágico, como del humano.
Satán, las moiras, los guardianes y sobre todo el Sigil, son los seres mas poderosos en el mundo oscuro.
Por eso el sigil no puede aparecer, nosotros ayudamos un poco a la vil humanidad. Se dice que el sigil es egoísta y destruirá todo a su paso, su poder sobre pasa cualquiera con jerarquía mayor en el infierno.
Hasta el Diablo le tiene miedo.
Hemos terminado el banquete todo estuvo exquisito, ahora empezará la danza, una danza lenta y seductora a la que se va tornando violenta y eufórica, nuestros cuerpos se mueven sin ningún tabú, la danza dura horas, brincamos, nos reímos, danzamos avivando nuestro lujuria.
No sé cuánto tiempo e danzado pero estoy agotada, el sonido se ha terminado y es la hora favorita de los brujos. La hora pecaminosa, la hora de la orgía.
La orgía es una fiesta s****l en la que todos los miembros del aquelarre participa, entre más enfermo y repugnante sea el sexo es mejor para todos, Satán lo aprueba; él también participa acostándose casi con todos los miembros en esa misma noche, aunque no se quita su túnica, ni mucho menos su máscara, se saca su m*****o para tal acto. Las brujas jóvenes como yo podemos participar, pero sin penetración hasta el día de nuestra iniciación. Él mismo satán en persona es el encargado de quitarnos nuestra primera vez.
Cada m*****o del aquelarre empieza a desvestirse; algunos lo hacen en grupos entre tres o más, otros se besan desenfrenadamente o simplemente algunos son exclusivos con una sola persona y lo hacen en público, una bruja mayor se acerca a satán y le saca el m*****o.
¡Alabado sea satán! Ya veo que el ser un animal, no solo es por la máscara.
¿Me pregunto si la máscara es un chiste personal?
Una chica me jala hacia el círculo y comienza a besarme con desesperación, yo le correspondo el beso torpemente, sus labios son delgados y suaves, el beso se intensifica pero tomo rápidamente el control, la chica me toma de la cintura, su lengua juega con la mía, mientras sus manos bajan a mi cuerpo, me dejó llevar, me agrada la sensación de adrenalina que me invade al dejar que me toque, subo mis manos por su cintura, toco sus pechos y los masajeó delicadamente ella se estremece y baja sus besos a mi cuello.
Ella se aparta un poco de mí y alguien empieza a tocarme por detrás, me besan pasándome vino por la boca, yo lo acepto gustosa, me dejo llevar, juego con los besos, tocando y dejándome tocar, simples juegos previos que no pasan de la ropa, después de besar a no se cuántas personas, el vino me comienza a hacer efecto, la vista se me nubla, me siento mareada, me alejo un poco de los chicos que siguen bebiendo, intento recuperar los sentidos y me recargo en un pino.
Alguien me venda los ojos, trato de quitarme la venda, pero me aprisionan cargándome de una manera delicada, quiero moverme y empujarlo, pero siento que voy a vomitar si me muevo, me bajan lentamente, me muevo rápido tratando de soltarme la venda, pero no sueltan mis muñecas, el agarre es dominante pero gentil, el aroma que desprende es adictivo y siento que ese aroma lo he sentido antes, pero estoy muy mareada para recordar.
Inconscientemente me hago para atrás chocando con una pared rocosa, la respiración y el mareo no me ayuda, doy un paso enfrenté pero impacto con un cuerpo definido, el olor varonil inunda mis fosas nasales, paso saliva nerviosa.
—¿Quién eres?—la voz me sale a rastras.
Siento que toman mi mentón, alzándome la cara, mi cuello cosquillea con el calor de su aliento sobre mi yugular. Un rastro de besos recorren mi piel, dejando un ardor en mi cuerpo, me sueltan las manos y rápidamente intento quitarme la venda.
Me agarra las manos nuevamente, me empiezo a sentir desesperada, quiero verlo, siento como las delicadas tiras de mi vestido caen sobre mis brazos, unos dedos acarician mi piel, bajando lentamente los tirantes de mi vestido, la respiración se me descompone más de lo que me gustaría y el calor que desprende mi cuerpo me hace tragar saliva.
Él comienza a tocarme lentamente, liberando mis manos, pasa su mano por mi cintura, subiendo por mi pecho y bajando hacia mis caderas, me siento acalorada, la boca la tengo completamente seca, pero quiero que me siga tocando y como si escuchará mis pensamientos lo hace, toca lentamente mi cintura, hasta llegar a mi cadera, alzando mi vestido lentamente, dejando mi vestido sobre mi vientre, completamente en bragas, sus manos se posan sobre mis muslos, tocando mi piel desnuda, el deseó y la inquietud se apoderan de mi.
Intento subir mi vestido, pero él sube su mano hacia mi pecho masajeandolo, me estremezco por el tacto soltando un pequeño gemido; siento como se tensa, cuando aprieta mi cadera pegándome a su bulto.
¡Por Satán! Que estoy haciendo.
Me relamo los labios ante el toque, mordiendo un poco mi labio inferior por el placer que se inunda en mi interior, me siento sofocada, tengo la boca completamente seca. Él pasa su mano sobre mi pecho y acaricia mi pezón que se endurece ante el tacto, gimo de placer arqueándome hacia él, toma mi cadera y me carga rápidamente, enrrollo mis piernas sobre él, mientras se apodera de mis pechos con pequeñas mordidas; mi mente está en blanco y mi cuerpo aclama su tacto, él mete su otra mano por en medio de mis muslos y los presiona, mientras juega con mis pezones, pellizcandolos y mordiéndolos, empieza a subir su mano, hacia la entrada de mis bragas, un calor que nunca había sentido me invade y me muerdo los labios ansiosamente, el sabor a óxido se hace presente.
—¡Por satán!—digo gimiendo de placer.
Escucho como se le agita más la respiración. Él empieza a jugar con sus dedos sobre mis bragas, arriba, abajo, lentamente y en círculos, sus dedos acarician mis pliegues de una manera suave, haciéndome ansiar la rapidez de su tacto.
¡Por satán nunca había sentido nada igual!
El placer que siento cala todos mis poros y que este vendada lo hace todavía más excitante.
Sigue acariciando mis pezones a su antojo y mi cuerpo reacciona a su tacto acercándose cada vez más hacia él, invitándolo a continuar, sigue jugando con la humedad de mi zona, mueve sus dedos por arriba de mi braga y siento que me estoy mojando cada vez más, me siento tan acalorada, mi centro palpita, mi vientre se contrae intentando detener el orgasmo, empiezo a gemir más y más de placer, él empieza a mover sus dedos más cerca, frotando el clítoris gentilmente.
Mi cuerpo vibra, todo me quema, empieza a hacer movimientos más rápidos con sus dedos, busco su cabeza y siento que trae una capucha, pero acerco su cara hacia a mi, quiero que me bese, necesito sentir la humedad de sus labios, pero él baja su cara hacia mis pechos dándole pequeñas mordidas a mis pezones; me muerdo el labio y dejo que el placer se apodere de mi, unos leves jadeos se me escapan, siento que se me olvida como respirar, aprieto mi cuerpo hacia el suyo, intentando sentirlo, él no deja de jugar con mi zona, moviéndose con más ímpetu, no puedo más y explotó.
Siento como mi humedad se expande, las piernas me tiemblan, mi cuerpo vibra sin control y mi centro aclama más, mi braga está completamente mojada, siento que se acerca más a mi, el calor se vuelve más intenso, su aliento pesado hiela mi piel, siento su respiración tan agitada como la mía, ansioso por más.
Cómo yo.
Me baja lentamente y tengo que sostenerme de la pared rocosa que tengo detrás de mí, mis piernas tiemblan y el mareo no me da para más.
Me acomodo rápidamente el vestido, justo cuando estoy apunto de quitarme la venda, él tira de mi cabello en un puño, haciendo mi cabeza hacia atrás y su pesado aliento se posa sobre mi oreja.
—Muero por iniciarte y que seas completamente mía— dice con su voz ronca y autoritaria que lo caracteriza, mi ser entero se tesa al escucharlo.
Paso saliva nerviosa.
Satán.