Capitulo 4

4840 Words
— ¡Te dije que vas a entrar! quieras o no — Espetó sujetándolo más fuerte, y haciéndolo entrar en el auto de un empujón, y después de la violenta entrada, cerró la puerta.   — ¡Esta loco! — Gritó estando dentro de los vehículos segundos después de la forzosa entrada — ¿Por qué hace esto? —Musitó encogiéndose y poniendo las manos sobre su cabello empapado.   — No quiero que... — Sam lo interrumpe.   — ¡Porque hace esto! — Grita Sam claramente agitado, con los ojos llenos de lágrimas que se perdían entre su pálida piel mojada.   — Sé que apenas te conocí hoy, y no me vas a creer, pero me importas... me importa tu bienestar —Musita William sin quitarle la mirada al chico.   — No es cierto...no mienta, eso es imposible — Susurra Sam en un hilo de voz negando con su cabeza.   William chasquea su lengua.   — No miento, y no quiero ni te voy hacer daño, si eso es lo que estás pensando — Se detiene en su explicación para mirarlo hasta donde su vista le permitía — Mírate, estas completamente empapado ¿cómo vas a ir a trabajar así? ¿Tienes uniforme allá?... y ya no llores, confía en mi ¿te parece? — Murmura William con una amable sonrisa.   El profesor notó que el chico que tenía frente a él parecía desmoronarse, tenía los codos sobre sus piernas y las manos en su cabeza, de una forma que no podía verle el rostro, en un claro intento para que no lo vieran llorar, William mantuvo silencio por un par de minutos, tratando de entender porque lloraba, intentó poner una de sus manos sobre su empapada y pequeña espalda, quería consolarlo, decirle que todo estaba bien, sea lo que fuese.   — ¡No me toque! — Exigió el muchacho al sentir la mano de William sobre él.   — ¡Está bien, está bien, no te tocare! — Asintió levantando sus manos en el aire — Debes secarte... estas empapado — Comenta viendo de reojos a Sam, que poco a poco se levantaba de su posición encogida, para verle.   — Usted también lo está... —Contestó secándose su cara, mientras hipaba un poco.   — Por tu culpa... —Susurró revoloteando sus ojos.   — ¿Que dijo? — Pregunta Sam, al no escuchar las palabras que William dijo, en un tono de voz muy bajo.   — No era nada, es solo que yo me voy a casa, me secaré y tomaré algún chocolate caliente, en cambio tu iras a lavar platos, y por la miseria que te pagan, asumo que no tienes uniforme — Asumió con una mirada acusadora, frunciendo el ceño.   — No tengo uniforme — Baja la vista — Pero con lo caliente de la cocina, mi ropa secará rápido —Aclaró Sam viendo su ropa, y luego sonriendo tímidamente hacia William.   William ignoró esa sonrisa inocente del chico, para verle con molestia.   — ¿A qué hora entras? — Preguntó aun con el ceño fruncido.   — Dentro de 1 hora — Responde Sam viendo por la ventana, y jugueteando con las gotas de lluvia que caían afuera en el vidrio, todo con la intención de ignorar al profesor, que lucía claramente malhumorado.   — ¡Eso es mucho tiempo! — Pronuncia exaltado.   Sam se estremece un poco, encogiéndose de hombros.   — Mas o menos eso es lo que me toma caminar hasta allá — Susurra mientras juega con el cinturón de seguridad.   — ¿¡Pensabas caminar por 1 hora bajo esta lluvia!?...eso es... —Se detuvo indignado, encendiendo el auto — Te llevare a mi casa, para que seques tu ropa, y luego iras a tu empleo que, por supuesto yo mismo te dejare ahí, abróchate el cinturón ya para de jugar con el — Exige con autoridad, para luego encender el auto.   Sam asintió al ver el mal humor que se dibujaba en el rostro de William, no quería hacerlo enojar más, porque no sabía cómo iba a reaccionar. Él ya estaba acostumbrado a personas con mal genio, y por un momento pensó que quizás no iba a poder ocultar el creciente miedo que sentía invadir su cuerpo.   — Lo... lamento profesor... no quise hacerlo enojar no fue mi intensión... — Susurró en tono de disculpa, viendo de reojos a William.   — Eso ya lo sé... es solo que me molesta lo poco que te cuidas ¡¿cómo ibas caminar así por tanto tiempo?! Y luego estar resfriado, con fiebre... todo enfermo y más débil de lo que ya pareces... ¿por qué no te vas en autobús por lo menos? — Pregunta viendo el camino que ya recorrían.   — No... tengo dinero... — Murmura con timidez viendo sus manos.   — ¿Qué? ¡Cómo no vas a tener dinero ni para irte en autobús! ¿Qué haces el dinero que ganas? — Pregunta alzando su voz en un par de decibeles.   Sam cierra sus ojos con fuerza, para después abrirlos nuevamente mientras aprieta con sus manos, el cinturón de seguridad.   — Yo...ahorro... mi paga...— Miente con voz entrecortada.   — Pues deberías dejar algo para que te puedas movilizar, no puedes seguir así, además es peligroso ¿En las noches también te vas caminando? — Exasperado, William emitió un bufido lleno de hastío, mientras farfullaba unas cuantas obscenidades que Sam no logró escuchar.   El castaño guarda silencio, y mira hacia la ventana para tratar de ignorar al mayor y así de esta manera, este no pueda percibir su nerviosismo. Mientras que William, nota el débil intento de Sam por evadir la pregunta que le había hecho.   — Contesta la pregunta Sam — ordena secamente.   Sam traga saliva, desviando su atención de la ventana, para ver con temor a William.   — Si...en las noches me voy caminando...— Responde apenado en un hilo de voz.   — ¡¿A qué hora sales?! — Pregunta William, irritado.   — a.… a las 11 pm. — Contesta en susurros, bajando su vista hacia sus manos.   — ¡¿Sales de ese lugar a las 11 de la noche, y te vas caminando hasta tu casa, donde está tu padrastro porque no va a buscarte?! ¿¡Quiere decir que trabajas 9 horas por un sueldo de porquería?! ...esto cada vez se pone peor —Grita molesto.   Sam calla ante los reclamos de William, sintiendo como la ráfaga de miedo que sintió desde el principio, ya se había adueñado de su cuerpo, haciéndole imposible si quiera hablar.   — Responde ¡donde está tu padrastro que permite todo esto! — Vocifera William con mayor énfasis.   Sam continúa callado, viendo sus manos. Rozándolas una con la otra nerviosamente, sintiendo que su corazón latía cada vez con mayor fuerza, mientras un sudor frio mojaba aún más su espalda y encrespaba sus vellos.   — ¡Contesta mi pregunta maldición! — Espeta William golpeando el volante.   Sam se estremece, emitiendo un quejido casi imperceptible, después del grito proveniente del profesor.   — Él está... Está... él...él...— Tartamudea Sam sintiendo un horrible nudo en su estómago.   El muchacho intenta calmarse, cerrando sus ojos con fuerza para aplacar el miedo que siente por los regaños que recibe, piensa que en cualquier instante la ira de William llegará al punto de golpearlo.   — Quiero bajarme... ¡déjeme aquí, quiero bajarme por favor! — Exige Sam con alteración.   —Claro que vas a bajarte, ya llegamos a mi casa — Responde William, algo intrigado por la extraña y repentina petición del chico.   Sam aun asustado y tembloroso, ve por la ventana un enorme edificio que parece antiguo.   — ¿Vive aquí? pensé que vivía en una casa... no un departamento — Dice encogido de hombros y en un hilo de voz.   — Si, es un departamento, pero yo le digo casa, bájate tenemos que secarnos, aun no se ha terminado nuestra conversación... — Admite sin dejar de mirar al chico, que parecía estar más pálido de lo normal.   Al entrar en el edificio, es muy diferente por como lucia por fuera, en el interior es moderno y lujoso, algo que Sam jamás había visto en su vida, lo que conllevó a que no pudiese ocultar su asombro.   — Este lugar parece un hotel, como los que aparecen en la televisión — Comenta viendo el lugar en todas las direcciones, mientras se toca su pecho, para intentar conservar la calma.   — Me acabé de mudar... y si admito que la recepción y los pasillos son algo ostentosos a primera vista — Explica mientras entran en el ascensor.   Dentro del ascensor, Sam aun siente en su cabeza, y en su cuerpo la resaca del ataque de miedo que sintió hacia William, por su repentina alteración dentro del auto. Trataba de no mirarlo, pero su vista se iba sola hasta el apuesto profesor. William estaba mojado de pies a cabeza, con el ceño fruncido, molesto por su culpa, en momentos le recordó a su actual padrastro cuando se enojaba por nada, temía que en cualquier instante lo fuese a lastimar.   Sam se había dado cuenta, que William era muy fuerte cuando lo obligó a entrar en su vehículo, aunque él había dicho que nunca le iba hacer daño, no se fiaba de William. Apenas lo conocía, y ahora estaba en su territorio, iba a estar en su departamento, Sam recordó aquel incidente con uno de sus padres sustitutos, cuando intentó defenderse, y termino en el hospital, pensaba que si llegaba a suceder algo dentro de ese lugar tenía que ceder, si no quería salir lesionado.   De repente William rompió el silencio.   — ¿Estás muy callado, te ocurre algo? — Dijo suavizando su mirada tocándole un hombro.   Sam se estremeció ante aquel tacto.   — No es nada... solo tengo algo de frío, eso es todo — Musitó viendo el suelo.   — Con razón estas temblando, dentro de poco te vas a calentar, ya llegamos... el piso 10 aquí es donde vivo —Comentó viendo los números del ascensor, mientras la puerta se abría — Sígueme — exigió.   William comenzó a buscar la llave del departamento, abrió la puerta y el lugar estaba repleto de cajas y libros por todas partes, era claro que se había mudado hace poco, solamente tenía un enorme sofá en la sala, junto a una pequeña mesa de vidrio y un televisor enorme LCD, las paredes eran blancas y las cortinas color beige. El lugar era muy espacioso a pesar del desorden.   —Su departamento lucirá muy lindo cuando lo arregle — Comentó Sam rascándose el brazo que William le había sujetado, cuando le obligó a entrar al auto.   — Si, supongo. Aunque me tomará mucho tiempo arreglar este lugar. Bueno, quítate la ropa — Exigió William mientras se quitaba la camisa mojada y la tiraba en el baño.   El miedo que poco a poco se había mermado, volvió a toda carga, dejando a Sam totalmente inmóvil después de escuchar esas palabras, William se acercó al jovencito al ver que no hacía nada más que mirar hacia el vacío.   — ¿Sam? no escuchaste... quítate la ropa, o no quieras que lo haga yo —Dijo en tono burlón, acercándose a él.   —¡¡Aléjese de mí!! — Gritó a todo pulmón retrocediendo el paso— ¡Me quiero ir de aquí, ya estoy seco, me quiero ir! — Susurró mientras intentaba abrir la puerta sin poder conseguirlo.   William arqueó una ceja, por el repentino y extraño modo de actuar de Sam.   — Pero apenas hemos llegado, aun no estás seco, en el ascensor temblabas por el frío ¿qué te ocurre? Estas actuando muy raro — Pregunta dubitativo, impidiéndole abrir la puerta.   Sam suspira para intentar mitigar el nudo en su garganta, sintiendo como sus piernas no dejaban de temblarle por el terror que sentía.   — Solo me quiero ir, no debí haber venido hasta acá, déjeme salir ya paró de llover. Por favor... — Rogó dejándose caer poco a poco en el suelo, cuando sus piernas ya no lograron soportar su peso.   Sam se sentó en el piso, abrazando sus piernas y escondiendo el rostro sobre ellas, William estaba de pie frente a él, viendo como el chico parecía estar llorando nuevamente, en esa posición que lo hacía lucir más vulnerable que nunca, como un niño asustado. Luego recordó que, si era un niño, tenía tan solo 16 años, William emitió un suspiro agachándose para quedar al mismo tamaño del chico.   — ¿Qué te pasa Sam? — Preguntó en susurros en tono apacible.   Sam sorbió su nariz, alzando un poco su cabeza para mirar a William.   — ¿Para qué me trajo aquí? y por favor dígame la verdad — Preguntó con la cara y ojos rojos llenos de lágrimas.   — Ya te lo dije, tienes que secarte. Levántate, no te voy hacer daño, así que no tienes nada que temer — Musitó cabizbajo.   En ese momento William quería abrazar a Sam, aún estaba sentado en el suelo, se daba cuenta que era un chico emocionalmente inestable y lleno de temores, quería demostrarle por medio de un largo abrazo que todo estaba bien, y que no tenía por qué tener miedo, pero a pesar de sus deseos se contuvo. Sabía que esa señal de afecto solo iba a empeorar su estado de ansiedad. Así que decidió apartarse, y bromear un poco para que pudiera sentirse a gusto, y quizás en el mejor de los casos, subirle un poco el ánimo.   Al ver que William se alejaba, Sam se levantó poco a poco, quitándose las lágrimas de sus ojos, por un momento pensó que William iba a abusar sexualmente de él, pero al ver que estaba equivocado, o por lo menos hasta ahora, regresó a la calma y se sintió avergonzado por reaccionar de esa forma que no pudo evitar. El chico se quedó por un instante en su lugar, sintiendo como poco a poco los latidos de su corazón y aquel desosiego que sentía en su pecho, iban desvaneciéndose, para dar paso a la calma.   — Me parece que tienes las lágrimas detrás de los ojos Sam. Estas muy joven para ser tan estresado — Gritó desde el baño — Ven aquí echa tu ropa en la lavadora, la pondré en lavado rápido... eso que cargas necesita una buena lavada... la lluvia ayudó un poco, pero aun así necesita que el jabón haga el resto del trabajo — Bromeó, viendo de reojos como Sam caminaba lentamente detrás de él.   — Ponte esto, mientras que eso que traes puesto se lava y seca — Dijo lanzándole un abrigo y un short deportivo, Sam torpemente atajó la ropa, y la colocó sobre una de las cajas, viendo hacia todos lados para buscar un lugar apartado de William, y así poder desvestirse.   Cuando Sam consiguió un rincón "seguro" entre unas cajas, comenzó a quitándose su ancha franela. Un curioso William se asomó con disimulo para ver al muchachito, pudiendo notar que la espalda y los costados de Sam, estaban muy golpeados, llenos de hematomas de distintos tonos de violetas y verdes. Ver aquello lo impresionó enormemente.   — ¡Que malditos! parece ser, que es el saco de boxeo de su padrastro o alguien más, ¿¡cómo pueden lastimar a un chico de esa forma!? — Pensó golpeando fuertemente la tapa de la lavadora con la mano en forma de puño.   Al escuchar el fuerte sonido, Sam termina de vestirse con rapidez, para después aparecer con el abrigo y el short que había recibido hace poco. Le quedaban enormes, y lo hacía lucir gracioso y simpático ante los ojos de William, el cual, gracias al presenciar la vestimenta de Sam, logró mermar su ira un poco.   — ¿Que fue ese sonido? — Preguntó Sam intrigado, acercándose lentamente, para entregarle su ropa sucia a William.   —No fue nada, se me cayó algo en la tapa de la lavadora — Mintió — Pareces un cantante de rap, solo te falta la gorra o algún pasamontañas — William soltó una carcajada, mientras que todo pensamiento de ira quedó completamente en el olvido.   — ¿En serio? — Preguntó Sam, sonriendo tímidamente mientras se pasaba la mano sobre su cabello con ademanes avergonzados.   — Toma este secador y ven a cercarte esos cabellos enmarañados — Dijo William alcanzando el secador de la repisa.   — ¿Esa cosa no lo usan solo las mujeres? — Pregunto Sam frunciendo el ceño, dirigiendo toda su dirección al secador.   — ¡Por supuesto que no, el secador es unisex! ¿Por qué todos dicen lo mismo? es una forma rápida de mantener tu cabello seco, suave y manejable, ven aquí te enseñaré como usarlo —Ordena William tajante.   — Ok... — Asintió Sam, acercándose hacia William con inseguridad.   William encendió el secador, y con su mano comenzó a secarle el cabello a Sam. El chico cerraba los ojos con fuerza por el calor que emitía el aparato en su cabeza, al cabo de unos minutos, ya su cabello estaba seco.   —Coge esto, ahora péinate que no es el fin del mundo... deberías hacerlo todo el tiempo... — Dijo recostado sobre la pared con los brazos cruzados.   — No tengo peine en mi casa, Raúl tiene el cabello prácticamente rapado, y yo nunca he comprado o usado alguno, normalmente uso solo mis dedos, no es la gran cosa — Comenta encogiéndose de hombros.   — No es la gran... ¿es en serio? ¡Vaya! esto es increíble para mí... ¡claro que es la gran cosa, se trata de tu apariencia personal, de lucir bien, presentable y sentirte bien contigo mismo! ¿No es solo peinarse? ¡Va más allá de eso! — Explicó William con mucha emoción.   — Para mí es solo peinarse profesor... — Respondió Sam mientras se peinaba sin mucho esmero.   — ¡Oh por dios dame eso! así no se hace — Exclama chasqueando su lengua y quitándole el peine de las manos — En la forma como lo estás haciendo, solo terminarás calvo, debes hacerlo así — Explica usando su cabello como ejemplo — Con el peine llevas tu cabello hacia atrás como lo hago yo algunas veces, vas desenredando y acomodando al mismo tiempo, es muy fácil — Sonríe — Pero creo que a ti, te luce tu cabello de lado levemente despeinado—William después de su explicación comienza a peinar el cabello de Sam, que sonreía de manera tímida, viendo el reflejo de William y él, en el espejo.   — ¡voila!, te vez adorable, si no tuvieras ese ojo de tejón, y ese par de morenotes en tu rostro ¡las chicas se pelearían por ti! deberías decirle a tu padrastro que deje de golpearte, o tú tienes que comenzar a defenderte Sam — Comentó viendo atentamente que reacción tomaría el chico.   Sam aguantó su respiración, mientras se mordió el labio inferior.   — ¿Qué? no, no es así... mi padrastro no me lastima... es mi culpa... soy muy torpe eso es todo...— Responde bajando la mirada hacia sus pies, de manera triste y apagada.   William observó el rostro acongojado de Sam después de responder, él sabía perfectamente que estaba mintiendo acerca de ser torpe, estaba al tanto de eso desde un principio, pero por los momentos no quería refutarlo, temía que al hacerlo el chico reaccionara de una forma negativa hacia él. Quería llevar las cosas con calma, pero no podía evitar sentir furia y frustración, por tener las manos atadas y no poder ayudarlo en ese mismo instante, William quería primeramente ganarse la confianza de Sam, y así poder actuar con mayor libertad sobre él.   — Ok, está bien, entonces deberías comenzar a trabajar en esa "torpeza", porque te vas a matar un día de estos — Comentó cruzando los brazos.   — Tendré más cuidado profesor — Promete Sam, con una mínima sonrisa.   — Vamos Sam, no estamos en el colegio, si no te has dado cuenta — Aclaró levantando una ceja — Puedes llamarme por mi nombre, ahora somos amigos, hasta ropa te presté — Expresó William en tono bromista.   — ¿Somos amigos? — Preguntó Sam curioso.   — ¡Por supuesto que somos amigos! así que llámame William de ahora en adelante ¿te parece? — Propone William haciendo un esfuerzo sobre humano por no abrazar a Sam, que en ese momento sonreía.   — Es muy extraño que quiera ser mi amigo profesor... ¡quiero decir! — Se corrige rápidamente — quiero decir William — Corrige entre una pequeña risilla.   — No es extraño, ya te acostumbraras... por cierto quiero que me prometas algo — Exclama acercándose hacia Sam, con una mirada penetrante.   La sonrisa y el humor de Sam cambiaron al instante.   — ¿Qué quiere? — Pregunta el chico en susurros, retrocediendo dos pasos.   — Prométeme, que no te vas a lastimar por toda una semana, procura no hacerte daño de ningún tipo, no cometas torpezas que atenten contra tu persona, inténtalo, solo inténtalo, ¿me lo prometes? — Implora William juntando sus manos teatralmente en señal de súplica.   Sam abre sus ojos de la impresión por la petición de William, era la primera vez en su vida que alguien le pedía cumplir con una promesa, y además que esa promesa se tratara de algo que tenía que ver con su propio bienestar, simplemente no lo podía creer, no podía creer que aquel hombre parado frente a él, le suplicaba para que no se hiciera daño. No parecía real, en su mundo no existían personas así. Repentinamente, todo lo que comenzaba a estar relacionado con William Hudson era desconocido, e irreal para Sam.   El cuerpo de Sam, comenzó nuevamente a sentir una fuerte dosis de algo que ya era muy conocido para él, tenía miedo. Temía a lo inexplorado, no sabía cómo reaccionar, además él sabía que no podía aceptar lo que William pedía, le había mentido, su padrastro era el que lo golpeaba todos los días, no tenía control sobre eso, le atemorizaba demasiado como para impedir sus abusos, Sam no sabía qué hacer, no sabía que responder y comenzó a inquietarse.   — No creo que pueda prometer algo así... lo siento... — Respondió encogiéndose de hombros.   — ¿Por qué no puedes? es simple, intenta no hacerte daño, eso es todo promételo — Insiste William con seriedad.   Un par de minutos transcurren, y Sam parece inquieto, nervioso, pensativo. Hasta que decide alzar su mirada, dándose cuenta que William no había dejado de verle en ningún momento.   — ¿Puede salir un instante? me voy a cambiar... ya es hora que vaya a mi trabajo — Dice en susurros, haciendo caso omiso a la pregunta de William.   —Contesta a mi pregunta ¿Es mucho pedir que no seas un torpe que se lastima todo el tiempo? y no me iré de aquí... puedes desvestirte acá, somos hombres no hay nada que tengas que ya no haya visto, no seas tonto — Dice con el ceño fruncido.   Sam suspira, para aplacar su nerviosismo y frustración entremezclados.   — Lo siento... me iré a otro lugar, y como le dije, no puedo prometer algo así ¡ya no insista más por favor! — Refuta cogiendo su ropa, gritando la última parte un tanto desesperado.   William aprieta la mandíbula de frustración por la terquedad de Sam, y entiende lo poco que puede hacer para hacerlo cambiar de opinión. Ve como sale de la habitación para cambiarse la ropa, por su mente pasan muchas cosas, todas relacionadas con hacerle cambiar de parecer a la fuerza, pero omite todas esas visiones, y simplemente se encoge de hombros por la decisión que ya había tomado el muchacho.   — Está bien, como quieras... yo también me cambiaré de ropa, recuerda que prometí llevarte a tu miserable empleo con salario de porquería, deberías trabajar en Mc Donald's — Vocifera William sin poder ocultar su mal humor.   ***   Al poco tiempo Sam aparece vestido con su ropa habitual y ríe a carcajadas por la rabieta de William, en esta ocasión le pareció graciosa.   — Busqué trabajo en Mc Donald’s, pero no me contrataron profe...William — Comenta con una sonrisa. — Tengo que acostumbrarme a llamarlo por su nombre — Aclara pasándose una de sus manos por su cabello, que ahora gracias a William estaba peinado.   — Ya te acostumbraras, ve saliendo y llama al ascensor mientras busco las llaves de mi auto — ordena William mientras abre la puerta.   — Está bien — Sam asiente, y sale rápidamente del departamento.   Cuando Sam está en el pasillo del edificio, William va rápidamente al cuarto donde Sam se había cambiado, toma la ropa que le había prestado, busca velozmente el bolso del muchacho y mete el abrigo y el short deportivo dentro.   — Se veía tan adorable con esta ropa, espero que no me la devuelva mañana este mocoso testarudo — Piensa mientras cierra el bolso, y busca las llaves del auto.   —Habías dejado tu bolso en la casa, que olvidadizo...— Reclama levantando una ceja y arrojándole el bolso a Sam, rogando que no sienta el cambio de peso por la ropa que lleva dentro.   — Muchas gracias, lo siento es que tengo mucha prisa por irme — Dice bajando la mirada hacia el suelo.   — ¿Por qué tanta prisa? ¿Se acumulan los platos en el restaurante si llegas tarde? — pregunta sarcásticamente.   — Esa es una de las razones —Sonríe— Pero hoy es un día especial para mí... en el trabajo, es jueves de lasaña... si llego temprano correré con la suerte de comer los primeros pedazos que haga el chef, y no las sobras que restaron en la noche. Aunque me conformo con cualquiera de las dos opciones, me hacen muy feliz — Comenta con brillo es sus ojos. Claramente lucia entusiasmado.   — Déjame ver si entendí... ¿Es un día especial porque comerás lasaña, y estas ansioso por llegar temprano, para ver si por casualidad no caes con la mala suerte de comer las sobras? — Dice cruzando los brazos con un tono de voz lleno de indignación y sarcasmo.   Sam que no entendió los comentarios sarcásticos de William, se voltea a verle con el mismo entusiasmo, que mostró desde que inició esa conversación.   — Exacto — Asiente Sam con la cabeza.   — Pues si ese es tu representación de un día especial, es muy triste — Comenta mirando a Sam, alzando una ceja.   — Para mí no es triste... los jueves son muy especiales, es el día en donde puedo comer mi comida favorita y ver mis dos clases preferidas en todo el mundo... es especial que dos cosas que amo, se junten con lasaña, y todo suceda en un mismo día... eso me hace sentir que los jueves son mágicos— Relata sonriendo.   William queda sin palabras por "el día especial" de Sam, ver como relataba, el brillo en sus ojos, la alegría de su tono de voz, y la espontaneidad en sus palabras, le hicieron sentir un nudo en el corazón. Podía entender su aprecio hacia la literatura y la historia del arte, eran materias que también él amaba a su edad, pero imaginarse el pequeño rostro de Sam lleno de felicidad, comiendo las sobras de una lasaña de baja calidad, y que ese acto lo encontrara especial, simplemente le partía el corazón de solo imaginárselo.   — Quizás no ha tenido muchos días felices ni especiales, por culpa de todas las basuras que han pasado por su vida... entonces toma este día como algo mágico y especial... Sam, como quisiera abrazarte en este momento y decirte que, aunque pienses lo contrario, "tu día especial" es realmente una mierda deprimente, para una persona con una vida normal... pero es obvio que este chico no ha tenido una vida normal...— Piensa William cabizbajo.   — Muy interesante Sam.… muy interesante tu día especial... — responde William mientras llegan a la planta baja del edificio.   Al salir del recinto, William y Sam entran en el auto para dirigirse al restaurante donde el muchacho trabajaba. Sam se encargó de guiarlo hasta el lugar, en el camino no intercambiaron muchas palabras, ya que el castaño intentaba ser lo más cortante posible, para no profundizar los temas, y no caer en su vida privada nuevamente. Es por eso que William rápidamente entendió el punto del muchacho, y solamente se limitaba a conversar sobre temas de estudios, vías alternas para llegar al restaurante, y cultura general. Dándose cuenta por medio de la trivial conversación, que Sam era muy inteligente, teniendo una extraña mezcla de madurez e inocencia en sus explicaciones.   — Aquí es William, gracias por traerme hasta acá y.… por todo lo demás...— Agradeció de forma sincera sonriendo.   — Si, si, de nada, eso es lo que hacen los amigos — Respondió William tratando de fingir que le prestaba poca importancia a la situación.   — Adiós, que este bien. Nos vemos el jueves — Dijo Sam, despidiéndose con una de sus manos mientras caminaba hacia la puerta.
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