Sam entra en el restaurante, y va directo a la cocina. Saluda tímidamente a los cocineros, pero todos están tan inmersos en sus diferentes obligaciones, que ignoran el saludo del muchacho, que no le toma importancia al rechazo recibido, porque estaba acostumbrado a ser invisible la mayor parte del tiempo, es por eso que se dirige a la monumental montaña de platos, que se fue acumulando desde que el chico del turno anterior, terminó su jornada laboral hace 15 minutos.
A partir de los jueves, la afluencia de personas en el restaurante era astronómica, porque a pesar de que el lugar no tenía la mejor decoración, ni estaba ubicado en mejor punto de la ciudad, la comida era deliciosa y el trato con el público era muy bueno. Por esa razón, nunca había un día en que Da Luigi estuviera vacío por falta de clientela, esto traía como consecuencia montañas y montañas de platos que parecían nunca terminar, detalle que a Sam no le importaba en lo absoluto. Le gustaba trabajar, ya que así, podía despejar su mente y entretenerse.
— Que día tan extraño he tenido, principalmente por ese nuevo profesor... todo en él me parece extraño. No sé qué pensar, solo intentaré alejarme lo más que pueda, así no tendré que lidiar con él, aunque intenté ser severo y lo más testarudo posible, siempre terminé cediendo a sus peticiones u órdenes que me dio... soy tan estúpido — Suspira, mientras lava una bandeja llena de salsa quemada.
— No quiero ceder ante las ordenes o insinuaciones que intente darme ese profesor, quizás esta demente o es un pervertido, o realmente quiere una verdadera amistad. No, La última opción no puede ser posible — Niega con la cabeza.
— ¡Trataré con todas mis fuerzas en ignorarlo! ¿No necesito amigos? Y él no puede ser mi primer amigo ¡Hay muchas razones para que no pueda serlo! pero ¿Qué pasa si es una buena persona? o ¿Si no es un pervertido, o un demente, de verdad quiere mi amistad? Espera ¿De verdad alguien podría querer mi amistad? Y si es así... ¡No sé cómo actuar, y como se supone que debería ser! que debo hacer, que debo hacer ¡Todo esto es tan extraño! ¿Debería darle una oportunidad? Quizás ya deba dejar mi miedo atrás, lo peor que puede pasar, es que sea un pervertido o un demente... o ambas. No quiero pasar por eso otra vez, no lo soportaría. No sé qué hacer...— Continúa debatiendo Sam en pensamientos, mientras se encoge de hombros.
— Aunque siempre he soñado con tener un amigo de verdad, y hacer cosas de amigos, y de la noche a la mañana aparece esta persona ¡En tan solo un día me dice que ya somos amigos! ¿Así funcionará, en tan solo un día alguien se puede llamar amigo de otra persona? No lo sé, no sé qué hacer. Creo que dejaré que todo fluya, así salga herido en el proceso, al menos no sería la primera vez... ya debería estar acostumbrado — Piensa Sam de manera acongojada.
Al cabo de unas horas, Sam había lavado tantos platos que había perdido la cuenta. Normalmente al principio contaba cada plato, vaso, olla y otro utensilio que limpiaba, pero después de un tiempo perdía la cuenta y terminaba haciendo todo mecánicamente, sin pensar en absolutamente nada. Uno de los trabajadores, del restaurant se acerca hacia donde se encuentra el distraído muchacho, que parece estar completamente apartado del mundo exterior.
— Oye niño, ven y saca la basura, ya no caben más bolsas en el contenedor, cuando termines colocas bolsas nuevas ¿Quedo claro? — Ordena uno de los trabajadores del restaurant a Sam, arrebatándolo de su ensimismamiento.
— Sí, señor — Asiente Sam rápidamente, secándose las manos y caminando hacia el contenedor de basura.
— ¡Apresúrate niño, con lo lento que caminas, a este paso comenzarán a echar toda la basura en el suelo por no tener espacio! — Replica con el ceño fruncido.
Sam pasa rápidamente a un lado del hombre con la vista baja, y va hacia la basura. Con mucho esfuerzo, rueda el contenedor repleto de bolsas llenas con desperdicios, hasta la puerta trasera del restaurante, para arrojarlos en el otro contenedor que está en la puerta trasera del establecimiento.
— Esta basura sí que apesta — Piensa Sam arrugando su nariz, mientras desocupa el contenedor de basura.
Luego de terminar con su tarea apestosa, vuelve nuevamente a su puesto de trabajo para continuar lavando los platos. Que se multiplicaron cuantitativamente en sus minutos de ausencia.
— ¡Lava platos, ven aquí rápido necesito ayuda! — Grita otro trabajador, llamando a Sam con su mano.
Sam se acerca hacia el hombre que lo llama con mucha insistencia, notando como el sujeto termina de fumarse un cigarro.
— ¿Qué ayuda necesita? — Pregunta secándose las manos, una vez más con la franela.
— Necesito que limpies este piso, es un desastre... un mesero idiota se le cayó "por accidente" una sopa — Explica con altos tonos de fastidio — Limpia esto rápido, que el encargado de hacerlo anda de permiso. Alguien puede tener un accidente resbalándose, yo estaré afuera. Cuando entre, quiero ver esta parte del piso reluciente — Espeta señalando el piso repleto de sopa de carne.
— Está bien — Asiente Sam con la cabeza, regalándole una sonrisa temerosa al hombre, que le ignoró por completo.
— Tienes 5 minutos — Ordena mientras sale de la cocina, prendiendo otro cigarro.
El chico se dirige a paso acelerado, hacia el cuarto de limpieza para buscar un trapero y agua para limpiar el suelo. En el camino, se detiene por un segundo para ver a la clientela en el restaurant. Había familias, parejas, grupos de amigos, algunos compartiendo luciendo divertidos, otros solamente comían, y unos cuantos hablaban tanto que sus platos seguían intactos. Sam por un instante cerró sus ojos, imaginando la posibilidad de entrar en la vida de algunas de esas personas, solamente para experimentar un día diferente en su existencia, y ver lo que se sentía ser un chico normal. Pero después, al cabo de un par de minutos, retornó a la realidad y siguió su camino hasta el cuarto de limpieza.
Cuando Sam llegó al cuartito, se encontró con un par de trabajadores. El chico manoseaba a la chica, la abrazaba mientras se besaban desesperadamente, en medio de un desagradable intercambio de fluidos. Por los uniformes de ambos, Sam asumió que se trataban de un par de meseros. Y Sam al ver ese escandaloso espectáculo s****l, sintió una ráfaga de sorpresa y vergüenza, por haber interrumpido a la pareja, en medio de su "muestra de amor mutuo".
— Lo siento... yo... solo vengo... a buscar... el trapero y... — Tartamudeó el chico, sin hacer contacto visual con ninguno de los jóvenes.
La pareja estaba más sorprendida que Sam, la chica rápidamente comenzó a subirse sus pantalones y abotonarse la camisa nerviosamente, mientras que el otro muchacho hacia exactamente lo mismo.
— ¡¿Quién se supone que eres tú?! — Espeta el mesero sujetando violentamente a Sam por su franela.
El castaño al instante comienza a temblar, temiendo que el chico le agreda. Razón por la cual, cierra sus ojos con fuerza, mientras baja la mirada al suelo, esperando que este le dé el primer golpe.
— Yo... Yo solo soy el lava platos, vine a buscar algo... aquí en este cuarto... Lo siento mucho... no quise... lo- lo lamento mucho — Susurra Sam apenado, sin ver al chico a la cara.
El joven al ver que ese jovencito estaba más asustado que él, asume que es inofensivo, por ende, no había de que preocuparse.
— No has visto nada ¿Me oíste lava platos? si alguien se entera de esto, sabré que fuiste tú, y terminare de romperte más la cara ¡oíste bien! O ¿quieres que te lo explique físicamente? — Masculle en el oído de Sam, que se estremece más del miedo.
— No diré nada, si abro la boca podrían despedirlos a ustedes dos... y además no quiero que me rompas más la cara — Aclara esta vez viendo a los ojos del desesperado chico que se torna más tranquilo.
— Ok... eres inteligente... — Suspira — Ahora busca lo que tenías que buscar, y lárgate de aquí, recuerda ¡no has visto nada! — Replica soltando a Sam, y apartándose del lugar junto con la chica.
Sam ve como el par de chicos desaparecen en cuestión de segundos, logrando que entrara en razón para volver rápidamente a su tarea original, que se trataba de buscar el trapero, un contendor para llenarlo de agua, y poder limpiar el suelo, apresuradamente corre nuevamente hasta la cocina y comienza a limpiar el piso. Al terminar, regresa a su lugar de origen todos los utensilios, y va nuevamente a su área de trabajo.
— ¡Lava platos! ¿Dónde te habías metido? necesito que laves estas ollas rápido, las necesito para hacer un nuevo guiso, se quemó el que estaba haciendo y.… en fin no necesitas explicaciones, solo lava esto lo más rápido que puedas ¡apresúrate niño! El lava platos del primer turno es más rápido que tu — Ordena uno de los cocineros sosteniendo las ollas en sus manos, para entregárselas a Sam.
— Hoy será una noche larga — Piensa Sam mientras suspira.
***
William estaba sentado en el sofá, con sus pies descalzos sobre una de las cajas, comiendo una pizza que había encargado hace pocos minutos, estaba vestido con una franela negra, y un pijama gris de algodón. Cuando terminó de comer la pizza, decidió comenzar a preparar la clase de mañana, para los chicos de último año.
— Debí hacer esto más temprano... pero esa siesta de dos horas me cayó como anillo al dedo — Se decía asimismo mientras alcanzaba su laptop.
Con la laptop en una de sus manos, caminó lentamente hasta la cocina para prepararse un café, que era una de las cosas que sabía hacer a la perfección. Cuando la cafetera hizo su trabajo, vertió el oscuro y humeante contenido en una taza, cogió una vez más el portátil, para después lanzarse de nuevo al sofá. Con mucha concentración, William comienza a preparar uno de sus exámenes sorpresas, de acuerdo con el plan de estudio que había dejado la famosa profesora Rangel.
— Me da la impresión que esta profesora era algo mediocre, o muy condescendiente con estos perezosos alumnos — Murmuró levantando una ceja, tomando un sorbo de café.
Mientras pensaba como hacerles difícilmente sencillo el examen de literatura, vio la hora en la laptop, marcaban las 10:30 p.m., instantáneamente se preocupó por el chico que había conocido, y que no podía quitarse de la mente.
— Dentro de media hora sale Sam de su miserable trabajo... va a caminar solo a estas horas por ese sombrío vecindario, es tan peligroso todo el asunto que me molesta al mismo tiempo — Piensa mientras pone una de sus manos en su cara — voy a buscarlo, y llevarlo hasta su casa, que seguramente será una pocilga en otro vecindario peligroso, haré el examen cuando regrese — Agrega en pensamientos, levantándose del sofá.
William termina de tomar su taza de café, se pone un par de zapatos, busca las llaves de su auto y se dirige hacia el restaurant.
***
— Cuando termines con eso, te puedes ir — dice uno de los cocineros despidiéndose de Sam.
El castaño se despide encogidamente del hombre, pero luego comienza a tornarse ansioso. Dejando toda su timidez a un lado, decide preguntar lo que tanto le inquietaba.
— ¡Espere! — Llama Sam con rapidez — solo... quería saber si ¿Quedó algo de lasaña?... — Pregunta en susurros mientras juguetea con sus manos.
— ¿Lasaña? Oh no, no quedo nada, lo siento muchacho. Sé que todos los jueves te doy, pero la noche estuvo muy movida y la gente hambrienta, no dejaron absolutamente nada. — Contesta con voz apacible.
La pequeña sonrisa esperanzada que mostraba Sam se desvanece poco a poco, pero luego se obliga a revivirla una vez más.
— Oh... está bien, entiendo... será para el próximo jueves — Dice sin dejar de fingir tranquilidad e incluso alegría.
—Sí, será para el próximo jueves. No te preocupes, cuando llegues a tu casa comes algo— Responde el hombre desviando su atención a su reloj de muñeca, ya no deseaba alargar más la conversación.
Sam se muerde su labio inferior asintiendo con su cabeza.
—Si... Comeré algo cuando llegue a casa — Musita bajando la mirada al suelo — Si Raúl duerme... podré prepararme un té a escondidas — Piensa Sam viendo nuevamente al cocinero que ya estaba por irse.
—Nos vemos mañana, apagas todo cuando salgas — Comenta el cocinero mientras sale por la puerta trasera.
— Lo haré. Adiós, que descanse — Se despide Sam.
El chico se encoge de hombros por la respuesta del cocinero, había esperado todo el día para comer lasaña, y hoy no había quedado ni siquiera las sobras. Lo sabía, había lavado todos los recipientes donde los hornearon, y los platos donde los habían servido. Los trastes sucios estaban tan limpios, que Sam pensó que los clientes los habían lamido al terminar.
Sintió tristeza y agradecimiento al mismo tiempo, por la comida que el profesor le había regalado en el almuerzo. Pero eso fue hace muchas horas atrás, y ahora tenía hambre nuevamente, solo le quedaba esperar que su padrastro no estuviera despierto, o bien podría encontrar otras opciones más seguras, ya que normalmente Raúl se acostaba a muy altas horas de la noche.
— Compraré una bolsa de papas fritas en el camino. Mi barriga suena mucho — Se decía Sam tocándose su estómago — Raúl ni siquiera verá la diferencia en el dinero cuando se lo entregue, eso espero... el punto es que no puedo dormir sintiendo mi estomago tan vacío— Pensaba mientras terminaba de limpiar velozmente, uno de los mesones de la cocina.
Al terminar su labor, como le había prometido al cocinero, apagó todas las luces y salió por la puerta trasera. Cuando estaba saliendo vio un auto mercedes de color azul eléctrico, muy parecido al auto del profesor William.
— No, no puede ser el auto del profesor William, no tendría ningún sentido — Pensó sonriendo y negando con la cabeza.
La bocina del auto comenzó a sonar, y la persona que se encontraba dentro del vehículo bajo el vidrio, se trataba del profesor William. Enterarse de aquello, ocasionó que el asombro de Sam llegara a niveles altísimos.
— ¡Oye, Sam! — Vocifera para llamarlo y atraer su atención — Por fin saliste, ven te llevaré hasta tu casa — Aclara sonriendo y llamando al jovencito, con una de sus manos.
Sam se acerca lentamente hacia el auto de William, aun en shock por la impresión de verle en aquel peligroso vecindario, solo para esperarlo a él. Por un segundo se sintió importante.
— Profesor... quiero decir, William ¿En serio me esperó aquí solamente para llevarme hasta mi casa, por qué? — Pregunta Sam con mucha extrañeza.
— ¿Por qué más va a hacer? No quiero que te pase nada malo en el camino, este lugar no parece muy seguro, deja de buscar porqués y móntate de una vez — Ordena abriendo la puerta del copiloto.
El chico sin decir una palabra entra en el auto, mientras que William puede observar de reojos, como el rostro cansado de Sam estaba mojado en sudor, y la franela marrón que había lavado en la tarde, estaba nuevamente sucia. William asumió que Sam la había usado toda la tarde y noche para secarse las manos. Después de su rápido vistazo hacia el deplorable aspecto del muchacho, enciende nuevamente el auto. Detestó verlo así.
— Me vas a tener que guiar hasta tu casa ¿Está muy lejos de aquí? — Pregunta mientras conduce, tratando de enfocarse en la vía.
— No lo sé, me toma casi 1 hora llegar caminando, supongo que en auto no será demasiado lejos. Yo lo guiaré, así que no tiene por qué preocuparse — Comenta Sam mientras se coloca el cinturón de seguridad.
— Ok está bien...— Asiente— ¿Qué tal el trabajo, comiste mucha lasaña esta noche? — pregunta con la vista hacia el camino, y con un leve tono sarcástico. No lo podía evitar.
— El trabajo estuvo movido hoy. Pillé sin querer a una chica y un chico, ambos eran meseros, estaban teniendo sexo en el cuarto de limpieza — Comento viendo hacia la ventana y sonriendo.
— ¿Es en serio? que desesperados ese par... no podían esperarse hasta que terminara su turno e irse a un motel, o afuera del restaurante. Detrás del basurero, me pareció que estaba lo suficientemente sombrío, para tener sexo laboral— Responde irónicamente.
— ¿Ha tenido sexo detrás de algún basurero sombrío? No quiero saber ese detalle, solo fue una pregunta retórica — Dice Sam volteándose para ver a William. Mientras en sus labios se mostraba una mínima sonrisa.
—La verdad es que me avergoncé mucho cuando los vi— Continua Sam — el chico me amenazó con romperme más la cara si los delataba, no los iba a delatar de todas formas. Podían perder sus empleos, y eso sería muy malo para ambos — Comenta el chico encogiéndose de hombros.
William que le escuchaba atentamente, emite un bufido.
— ¡No he tenido sexo detrás de un basurero! fue un sarcasmo — Exclama revoloteando sus ojos — ¿Y qué importa? Se supone que no deberían estar copulando en horas de trabajo, tenían que estar sirviendo a los clientes, tú no hubieses sido el culpable si los despedían. Además, es cuestión de tiempo que alguien que no sea tan... bueno como tú los delate, si continúan con su "nidito de amor" en el cuarto de limpieza. Sin mencionar que ese maldito infeliz, no tenía por qué amenazarte, ya tienes suficiente con los golpes que cargas encima, como para que venga otro a empeorar tu estado, que no es el mejor — Espeta William, alternando su mirada entre el camino y Sam.
— Lo hizo solo para intimidarme... lo entendí perfectamente, y lo que usted dice es cierto. Ese chico es un maldito infeliz — Comenta mirando hacia el profesor, sonriendo con su clásica timidez.
William achina sus ojos por la sonrisa que intentó contener, escuchar esas palabras de la boca de Sam, se oían... demasiado grandes y fuertes para él.
— Qué bueno que admitas que el mesero es un maldito infeliz por amenazarte— Arquea una ceja y sonríe con una pequeña carcajada.
— Entonces... ¿Comiste mucha lasaña hoy? no me respondiste, desviamos la conversación hacia la pareja de meseros pervertida.
La sonrisa que tenía Sam, desaparece por arte de magia, desviando su mirada hacia sus manos.
— Cierto... y no, no comí lasaña... el día estuvo muy movido hoy y no sobró nada — Responde en susurros encogiéndose de hombros.
William detiene el auto bruscamente al escuchar la respuesta de Sam, se voltea en dirección al chico, y lo escudriña agudamente.
— ¿No has comido nada desde el almuerzo? — Pregunta sin quitarle la mirada.
El chico traga saliva, estremeciéndose un poco.
—Pensaba prepararme un té cuando llegara a casa...— Responde en un hilo de voz, bajando la mirada una vez más.
— Repito la pregunta... ¿No has comido nada desde el almuerzo? — Pregunta nuevamente, poniendo más énfasis en cada palabra con su voz.
Sam suspira sintiendo un nudo en su garganta.
—No he comido nada... — Musita avergonzado.
— ¡¿Y pensabas tomarte un té, eso no alimenta para nada?! — Espeta levantando la voz, mientras Sam del otro lado se encoge más de hombros.
— Lo sé, lo siento. Pero no puedo prepararme otra cosa... — Susurra cabizbajo — Lo lamento William— Se disculpa Sam acongojado.
— ¿Por qué me dices que lo lamentas y lo sientes? ¡Es tu estómago y tu salud los que están sufriendo, no yo! — Vocifera fuera de sus cabales.
— Lo sé, pero lamento hacerlo molestar de esta forma, no es mi intensión... además quiero pedirle perdón por esta tarde, y mi comportamiento en la hora del almuerzo. Le grité y fui irrespetuoso, me siento muy mal por eso, normalmente no me comporto de esa forma, es solo que me exalté un poco, discúlpeme — Musita Sam sin ver a William.
— Esta bien, acepto tus disculpas por lo del almuerzo del día de hoy...— Suspira — te llevaré a comer algo, supongo que a tu padrastro no le importa si llegas un poco tarde... ¿o sí? —Pregunta mirando de soslayo a Sam, que parecía decaído otra vez.
— A él no le importa, porque solo le interesa su botella de alcohol, sus drogas, y el dinero para comprar ambos vicios — Comentó desanimado, viendo hacia la ventana.
William alza ambas cejas, después de escuchar lo que había dicho Sam, de forma casi espontanea.
— Entiendo, entonces no hay problema. Te llevare a esos restaurantes de comida rápida, que están abiertos las 24 horas ¿Te parece? — Pregunta escaneando cada expresión que hace Sam, e intentando lo mejor posible, en ignorar la inconsciente declaración que había hecho el muchacho, acerca de los vicios de su padrastro.
Sam cuando escuchó la invitación de William, dejó su ensimismamiento a un lado, para voltearse y verle. Ese profesor era muy amable, aun no entendía el porqué, pero a pesar de todo, le agradaba sentir que alguien de cierta forma, se preocupaba por él.
— De acuerdo, muchas gracias profesor, gracias por ser tan bueno conmigo a pesar que apenas me conoce, no sabría como pagarle todo lo que ha hecho por mí en este día —Agradece Sam, viendo al pelinegro amigablemente.
— Tranquilo, no tienes por qué pagarme nada, lo hago porque me nace—Asegura William, que siente una cálida ráfaga de felicidad, después de escuchar las palabras de gratitud que había recitado Sam.
El hombre sintió mucha ternura al ver el rostro del chico, sonriendo y con brillo en sus hermosos ojos celestes. Deseaba abrazarlo o demostrarle algo de cariño físicamente, pero nuevamente negó ese sentimiento, solamente para no asustarlo, sabía que Sam era inestable con sus emociones, y no quería arruinar el momento por su debilidad. Encendió el auto nuevamente, y buscó el lugar de comida rápida más cercano que vio.
— Me parece que este lugar está bien, buscaré donde estacionarme, puedes salir si quieres — Indica William, mientras busca el mejor lugar donde aparcar su auto.
— Lo acompañaré hasta que estacione, no le veo diferencia. Además, hay mucho espacio para estacionar — Responde levantando los hombros.
— Ok, como quieras — Farfulle William con una mínima sonrisa.
William logra estacionarse, caminando hasta el restaurante. La luz del lugar era incandescente, demasiado para el gusto del pelinegro. El lugar tenía muy mal aspecto, cada rincón del establecimiento gritaba "restaurante de poca monta". Las mesas eran color beige, los sillones color vino tinto, y las paredes eran color verde, pero lo que más le llamó la atención fue los centro de mesas.
— Botellas y latas vacías de soda ¿Es en serio? con un recipiente de servilletas era más que suficiente... Oh espera, no tienen ¿Por qué no me extraña? — Pensó William, reprimiendo un gesto de asco en su rostro.
— No vamos a quedarnos a comer aquí. Mejor ordenemos algo y larguémonos hasta mi departamento — Declaró observando todo el lugar con una expresión de disgusto.
— Que prejuicioso es — Comentó Sam soltando una pequeña risa mientras cubría su boca, ya que le causaba gracia el rostro que tenía William en ese momento.
— ¡No soy prejuicioso! es solo que no quiero terminar en medio de un enfrentamiento de pandillas, y este lugar tiene todo el aspecto que está acostumbrado a esa clase de "eventos", vamos toma el menú y pide lo que quieras — Ordenó arqueando una ceja, mientras le entregaba un menú a Sam.
Sam coge el papel plastificado, y antes de echarle un vistazo, observa a William.
— ¿Usted no va a querer comer nada? — Pregunta con curiosidad.
— No, ya comí una pizza grande hace un par de horas — Responde con los brazos cruzados, con ademanes de vigilante, por la forma como veía todo a su alrededor, como si estuviese esperando que algo ocurriese.
— Esta bien, pediré una hamburguesa de carne y... — William lo interrumpe.
— No pidas la hamburguesa de carne, seguramente la carne estará cruda, déjame ver que puedes comer — Comenta quitándole el menú de las manos a Sam.
Después que le arrebataron el menú, el castaño mira con el ceño fruncido a William.
— Pero... hace poco dijo que podía pedir lo que quisiera — Se queja sin dejar de mantener su ceño fruncido.
— Si, pero no quiero que algún parasito entre en tu sistema y deje sus huevos en tu cerebro. Déjame ver... — Dice leyendo minuciosamente el menú — ordena una ración grande de papas fritas, con una ración de pollo frito, cualquier bacteria que tengan, el fuego y el aceite viejo lo habrán quemado, vamos pide eso, no seas intransigente otra vez — Ordena dándole nuevamente el menú.
— Está bien, pediré eso — Asiente con una sonrisa, colocando el menú en una de las mesas que tenía a su lado.
— ¿Así de fácil aceptas? creí que te negarías. En fin, me parece bien que estés comenzando a aceptar mis sugerencias ¡todo lo hago por tu bien! — Comenta señalándolo con una de sus manos y levantando una ceja.
— Acepte porque puedo comer lo que sea, además el pollo y papas fritas son deliciosos, no podría pedir más — Expresó Sam, ladeando sus labios para formar una sonrisa, mientras escondía sus manos en los bolsillos de su pantalón.
— ¿Puedes comer lo que sea? no sé por qué, pero eso me parece asqueroso ¿Que ha sido lo más "diferente" que has comido? — Preguntó intrigado arrugando la cara — ya me responderás... déjame llamar a alguien para que traiga tu comida y largarnos de aquí.
William comienza a buscar con su mirada algún trabajador, cuando ve en el fondo un hombre grande afro descendiente, limpiando una de las mesas, él se acerca hasta el sujeto para pedir su orden.
— Buenas noches señor ¿Usted es uno de los que atiende aquí? — Pregunta William con su mejor tono de voz amable.
El sujeto mira de pies a cabeza a William, notando con mucha facilidad, que el hombre no era de los alrededores, ya que, por su aspecto bien parecido, su acento al hablar, y vestimenta sencilla, pero a leguas de buena calidad, lo delataban sin mucho esfuerzo.
— Sí, soy uno de los que atiende aquí, obviamente ¿Ya alguien tomó su orden? — Pregunta sin mucho interés, mientras guarda el pañuelo en el bolsillo de su delantal.
— "Obviamente" todavía no me han atendido, porque de lo contrario, no estuviéramos teniendo esta pequeña conversación — Responde con ironía y hastío — Por eso me dirigí a usted, necesito comprar una ración grande de papas fritas, con una ración de pollo frito, para llevar por favor — dice, con una sonrisa falsa en sus labios.
— Ok está bien, voy por su orden — Asiente, mirando a William con una mirada fría en sus oscuros ojos cafés.
El hombre pasa a un lado de William, dirigiéndose hacia la cocina. En el camino, se da cuenta que Sam se encontraba sentado en una de las mesas. Ver al niño ahí, le obliga a detenerse para cruzar unas cuantas palabras con Sam. Que, al verle, se levanta de la mesa con los gestos y ademanes de una persona nerviosa y asustada.
— ¡Pequeño Sam! ¿Qué haces a estas horas por aquí? — Pregunta el sujeto afroamericano, tocándole el cabello al chico, que continúa pasmado por verle.
— Hola, vine a comprar algo de comida — Responde Sam en un hilo de voz nervioso, sintiendo la enorme mano de ese hombre sobre su cabeza.
— ¡Oh, ya veo! ¿Tu padrastro te mandó a comprarle comida? Y luego dice que no tiene el dinero que me debe, desde hace tres meses. Ese Raúl es un caso serio — Comenta con sorna, ladeando su cabeza mientras decide descender su mano, hasta el hombro de Sam, tocándoselo de una manera que pasmó por completo al chico.
— No... no vine a comprar comida para él... vine...— William aparece y lo interrumpe.
—Él está conmigo, la orden que te pedí es para él ¿Ocurre algo? — Pregunta William, viendo con mucha ira, la mano sucia de ese hombre sobre Sam.
— ¿Estas con este hombre, no me digas que Raúl ya te está alquilando otra vez? — Comenta el mesero entre risas, sin dejar de tocar a Sam, ya que esta vez frotando comienza a frotar la espalda del chico con ambas manos.
— No es así, él es mi amigo, y vinimos a comprar comida. Eso es todo — Explica Sam viendo hacia el suelo. Sintiéndose completamente vulnerable y aterrado.
William que no aguantaba más, decide hablar.