Izan y Amelie caminaban hacia el muelle del Puente de Solferino tomados de la mano. Amelie se dio cuenta de que Izan tenía planeado él paseo desde antes cuando mostró los tikets digitales. Ella entrecerró las cejas. —¿Desde cuando tenías planeado todo esto? —le preguntó apenas entraron al crucero. Izan sonrió carismático. —Desde que me di cuenta de que valía la pena arriesgarme… —¿Hay algo más que tengas planeado? —Tal vez… —respondió juguetón. —¡Izan dime! —exigió Amelie haciendo un puchero como niña pequeña. —No, por que entonces ya no serán sorpresas, ya sólo tengo algo más preparado, mañana lo sabrás —le guiñó un ojo —¿confías en mí? —Si, siempre confiaré en ti —dijo Amelie, Izan unió sus labios a los de ella. El crucero era un pequeño barco lujoso con un restaurante en

