CAPÍTULO TREINTA

1490 Words
ELINA No pude dormir en toda la noche, mi cabeza seguía zumbando con pensamientos sobre lo que había pasado en el bosque, las palabras de Bastian se seguían repitiendo en mi cabeza como si se trataran de una historia legendaria de esas que debía aprenderme en la escuela, me cuesta creer que mi padre pudiera haber escogido la muerte aún sabiendo lo que eso le causaría a mi mamá y mis hermanos, y también a mí, así que supongo que deberé esperar hasta verme con mi madre de nuevo para poder preguntarle a ella si cree que esta versión que Bastian contó, es creíble o sólo un vil intento para manipularme. Cuando veo los primeros rayos de sol entrar por la ventana, empiezo a prepararme silenciosamente para salir, pues no quiero despertar a los bebés, quienes también parecían tener problemas para conciliar el sueño después de que llegué anoche, y me sentí mal al pensar que de alguna forma mis preocupaciones los estaban afectando, y cuando ya estoy lista, le envío un enlace mental a Camille, quien también está despierta, para que despierte al resto de nuestra gente, y noto en el tono de sus respuestas que ella también parece inquieta, pero me abstengo de decirle cualquier cosa. Una vez que he dejado a la niñera con los bebés, salgo en búsqueda del Rey Arnold para agradecerle su hospitalidad e informarle de mi partida temprano, lo cual no le hace mucha gracia, pues él pretendía celebrar una cena esta noche ya que había notado que tanto Bastian como yo no parecíamos tan tensos como la última vez, y supongo que planeaba algún tipo de acercamiento entre nosotros para un posible acuerdo sobre la guerra, el Rey Arnold es, después de todo, uno de los hombres más sabios del continente y su consigna de paz siempre le ha valido alabanzas por parte de la mayoría de personas que lo conocen. No obstante, él parece no entender que en este caso sería inútil tratar de sentarnos a ambos en una mesa para que hablemos sobre nuestras diferencias, pues esta guerra es muy diferente que las demás, en esta no se están enfrentando enemigos de batallas pasadas o viejas enemistades y resentimientos fundados en el poder o el ego, esta es mucho peor que todas las demás, esta guerra inició con un amor muy fuerte, y todos sabemos que ese tipo de amor genera los peores odios. -------------------------- Cuando regreso a la habitación en donde la niñera está terminando de vestir a los bebés, encuentro a todos mis guerreros afuera en el pasillo, con sus equipajes listos y esperando mis órdenes, así que tomando a los bebés, uno en cada brazo, les digo que es hora de irnos y todos empiezan a bajar hacia los vehículos que están ya listos afuera y esperando por nosotros, y cuando estoy bajando las escaleras, escucho que alguien grita mi nombre. No tengo que girarme para saber a quién le pertenece esa voz, y entonces reanudo mi camino, determinada a ignorarlo y salir de aquí lo más pronto posible, pero unos segundos después lo escucho bajar las escaleras rápidamente tras de mí, así que me giro hacia él y con una voz tensa le digo: “¿Qué quieres, Bastian?” “¿Te vas?” él pregunta y yo enarco una ceja hacia él, porque la respuesta es obvia. “¿Por qué? ¿No vas a continuar la búsqueda?” él insiste y luego le sonríe a los bebés, lo cual hace que me ponga aún más furiosa. “No, es inútil, no debería estar haciendo tu trabajo, si quieres probar tu inocencia, busca tú las pruebas,” le digo y él frunce el ceño ligeramente. “Pensé que también querías saber la verdad,” él me dice. “Me quedo con la verdad que conozco en este momento, la que las pruebas me muestran,” le digo y él parece dolido. “¿Así que no te importó en lo absoluto lo que pasó ayer?” él me dice y yo sacudo mi cabeza. “No,” le respondo con firmeza, mientras trato de sostener a Alissa con fuerza, pues ella parece determinada en ir a los brazos de Bastian. “¿Ni siquiera lo que te conté sobre tu padre?” él me pregunta. “No tengo forma de saber si es cierto o no, la única persona a la que podría preguntarle está muerta, así que no pienso quedarme sólo con tu palabra, la cual, después de todo lo que ha pasado, no tiene ningún valor para mí,” le respondo y esta vez realmente parece dolido con mis palabras. “Nunca he hecho nada para hacerte desconfiar de mí, te expliqué lo que sucedió, te pedí perdón por no haber manejado las cosas de mejor manera, pero en últimas la culpa no fue mía, yo no decidí quitarle la vida, él lo hizo, tú estás eligiendo no creer en lo que te digo porque es más conveniente para ti pintarme como el villano de la historia, porque así puedes ir por el mundo diciéndole a todos que soy tan malo como lo fue mi familia, porque así tienes la excusa perfecta para usar el ejército de tu maldito esposo y atacar a mi reino… pensé que te importaban las vidas de todas las personas inocentes que morirán si hay una guerra entre nosotros, pero evidentemente me equivoqué sobre ti,” él me dice y yo tengo que hacer un esfuerzo enorme por no perder el control. “Evidentemente,” le respondo, y cuando noto su confusión, añado: “No me conoces en absoluto si crees que voy a confiar en tu palabra como una niña idiota, y sobre las personas que morirían si la guerra empieza, hay una solución sencilla: devuélveme mi reino y vuelve al agujero del que salieron tú y tu familia y así nadie tendrá por qué perder la vida, empezando por la tuya,” le respondo. “¿Es esa una amenaza?” él me dice a través de sus dientes apretados. “Tómalo como quieras, si tanto te preocupa el bienestar de tu pueblo, actúa como un maldito rey por una vez y haz lo que es mejor para ti y para ellos, y no lo que tu ego te dice,” le digo y él resopla. “¿Mi ego? ¿Qué me dices del tuyo? Te he demostrado de mil formas que estás iniciando una guerra por un maldito malentendido, pero eres demasiado orgullosa para admitir que me juzgaste demasiado rápido y actuaste de forma irracional como siempre hacías,” él responde con furia. “Es sólo un malentendido porque tú lo dices, muéstrame las pruebas de que fue así y entonces hablaremos de la guerra,” le digo y él se pasa las manos por el cabello de forma exasperada. “Adiós, Bastian,” añado antes de girarme para salir. “¡Espera!” él me dice y yo me detengo por un segundo, entonces él me dice con una voz más calmada mirando hacia los bebés: “¿Puedes al menos decirme sus nombres?” Yo frunzo el ceño por un instante, preguntándome a qué viene todo esto, pero al final decido que no hará daño responderle esto, así que le digo con voz monótona: “Aiden y Alissa,” “Son nombres bonitos, me gustan,” él responde. “No me importa si te gustan o no, no te estaba pidiendo tu opinión,” le respondo y él rueda los ojos. “Aiden como tu padre, el Príncipe heredero Aiden Bloodmoon, creo que le queda bien, tu padre fue un guerrero legendario,” él dice sonriendo. “Sí, hasta que unos malditos sádicos lo asesinaron,” le respondo y él sacude su cabeza, pero no responde a mi comentario venenoso. “¿Por qué Alissa?” me pregunta. “Por mi otro padre, Alistair, el que tú ejecutaste, ¿recuerdas?” le digo y él me mira con el ceño fruncido. “Realmente tienes mucho odio por mí, ¿no?” él me pregunta con tristeza. “Sí,” le respondo simplemente. “No me importa, sé que aún me amas como yo a ti, lo sé y tú también lo sabes, aunque te niegues a admitirlo,” él empieza a decir, y antes de que yo pueda protestar, se acerca a mí, envuelve sus brazos alrededor de nosotros tres, y me susurra al oído: “Hacemos bebés hermosos, deberíamos intentar hacer otro más, se ve que lo necesitas y yo estoy más que dispuesto en ayudarte con eso,” él dice con voz ronca y yo siento mi corazón detenerse al tiempo que siento la tensión familiar en la parte baja de mi abdomen, pero antes de que pueda responderle algo, él da la vuelta y regresa al segundo piso. Maldito Bastian y su estúpido efecto en mi cuerpo traicionero.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD