Capítulo 5

1935 Words
Continuación del capítulo anterior... —Nunca lo he hecho, pero... —dejó la frase sin terminar. —¿Pero qué? —pregunto, mirándola con absoluta atención. —Espérame, un momento —se levantó a buscar entre sus cosas algo y al volver, habló—. Solo mis juguetes me cogieron. Sonreí levemente al ver que traía en su mano una caja de metal que contenía algunos consoladores entre otros juguetes sexuales. Adorable. —Eres una pervertida, bonita —mordí la comisura de mis labios. —Sí, pero ahora quiero uno de verdad —respondió, con un tono de voz juguetón, sonreí porque también quería estar dentro de ella—. ¿Supongo que ya lo hiciste por detrás con alguien, verdad? —Puede ser —mi voz salió con absoluta seguridad y sinceridad. Era de suponerse, que haría esa pregunta, pero no quería atemorizarla en este momento. Mi experiencia con mujeres no estaba en entredicho, lo que le generaba un poco de dudas era si sabría tratarla en el sexo anal y si resultaría satisfactorio porque de lo contrario, tendría como competencia a sus consoladores que si que sabían complacerla. —Ven, vamos para el sofá —la invité y caminé hacía la sala de estar llevando en mi mano la caja que contenía los juguetes de ella. Pero no la dejé dar ni siquiera tres pasos, la cargaba nuevamente entre mis brazos, esta vez de espaldas a mi, haciéndola sentir el rozar de mi pene en su entrepierna. Cuando llegamos a la sala y la solté, dejé la caja a un lado y la vi ponerse en cuatro sobre el sofá dejando a mi vista su deseado trasero con un dildo incrustado. —Demasiado perfecta, hermosa —la emoción se escuchó en mi voz, sin perder de vista su perfecto culo—. Ya estás lista para mi. Este momento quedaría grabado para siempre en mi memoria. Aunque con mi prima experimenté hasta lo que no debía, mi primer encuentro s****l, sería con mi novia. Me refiero al sexo anal. —Sí, quiero recibir todo de ti —agregó tímida y risueña, ella era muy dulce, ser tan vulgar en el sexo, ella prefería que fuera yo el que use todas las palabras morbosas y obscenas que se me ocurran. Pero ella no era así y decidí ser respetuoso en esa parte para ella. Buscó entre los consoladores el de menor tamaño y se acercó a mi para jugar con el dildo que ocupaba su culo. Leí su intención y era enseñarme a darle por el trasero, pero debido a mi experiencia con ellos y los culos, no iba a resultar necesario. Yo le demostraría que soy todo un experto rompiendo un anos. Comencé a sacarlo poco a poco con toda la paciencia mientras nos dedicábamos miradas lascivas. Estuve un buen tiempo sacando el dildo de su culo y volviendo a introducirlo mientras ella me hacía saber lo delicioso que se sentía y las ganas que quería de que fuera yo quien la llenara. —¿Quieres que te llene ahora mismo? —preguntaba morbosamente. —Sí, quiero uno de verdad —ella respondía con sonrisa cómplice. Después de jugar un buen rato con el dildo en su culo y dedicarle halagos por la «hermosura de culo que tenía» aunque ya lo había visto y disfrutado sin llegar al sexo anal, cambié este por un consolador, el más pequeño, pero más grande y largo que el dildo. Empecé a meterlo suavemente en su ano al mismo tiempo que estimulaba su c******s con mi otra mano. Quiso masturbarme, pero yo estaba levemente inclinado y concentrado en sus nalgas y culo. Así estuve dándole placer por un buen rato hasta que me di cuenta de que su culo estaba dilatado y ella deseando ser penetrada. —Ahora tú, quiero verte —la miré con deseo. Quería ver cómo lo hacía ella sola. Le entregué el consolador y de inmediato se lo metió en el culo mientras se penetraba ella misma y de forma rápida, yo seguía estimulando su c******s ahora con ambas manos y metiendo uno, dos y hasta tres dedos logrando hacerla estallar de placer y hacerla perder el equilibrio, tanto que soltó el consolador por el mismo desequilibrio. Un jugoso desequilibrio. —Entra en mi, por favor —me suplicaba, totalmente, excitadísima. La tomé de las piernas y la cambié de posición en el sofá, quedando boca arriba, con las piernas extendidas al aire. —Chúpate el consolador —le ordené. Le sujeté de una pierna mientras con mi otra mano ubicaba mi pene en la entrada de su culo. Mi m*****o era largo, muy largo, unos cuantos centímetros más allá de los 15, pero no piensen que lo metí todo de golpe. Solo puse la punta de mi pene, el glandé en la entrada de su culo y empecé a empujar suavemente mi pene, que entró poco a poco con mucha facilidad. Se sentía tan delicioso que ella tampoco pudo seguir chupándose el consolador, solo se quedó mirándome con cara sonrojada y deseosa de mucho más. Gimió en cada embestida, solo gemía y nada más. La sensación de mi pene dentro de su culo era totalmente diferente a la de una v****a, era más que obvio, ya lo sabía, solo que no lo había experimentado. Se deslizaba con mucha más facilidad, la textura, la elasticidad, todo era diferente al extremo, nada comparable a su sabrosa y deliciosa v****a. Estuve un rato dándole suave, solo metía la puntita y la sensación era tan deliciosa que me hacía desear meterla toda, pero no hacía falta, ella gemía sin control y eso que apenas tenía dentro de su culo la punta de mi buen m*****o. Lo sacaba, me inclinaba y escupía su culo para luego volver a penetrar, esta vez un poco más, quise intentar. Coloque sus manos, una en cada nalga, abriéndose más para mí. Además, de expandir más sus piernas para que no estorbaran de ningún modo. Se tomó su tiempo, le encantaba lo que estaba haciendo, rompiéndole levemente el culo y yo disfrutando. Se lo metí de repente en su v****a haciéndola gritar de placer y del morbo que significa sacarselo del culo para introducirlo en su v****a. La penetración fue tomando un ritmo más violento y mi pene entraba hasta la mitad, ella estaba perdida en el placer, disfrutando. Sé que dolía un poco, pero es un dolor que catálogo como placentero, era un dolor delicioso. Empecé a alternarse sus dos agujeros. Lo sacaba del culo y lo metía en su v****a. Nos estábamos volviendo locos por la manera de tener sexo. Volví a su culo, ahora la penetraba a placer, su culo recibía la mitad de mi pene, entonces comencé a castigar sus pezones, les daba palmadas y también le daba leves bofetadas. —Chúpamela —dije de repente, saliéndose de ella y esperándome su respuesta Se arrodilló ante mi y me la chupó como si fuera la última vez que tendría un pene en su boca. El morbo de chuparme mi pene acabado de salir de su culo, era nuevo para mi y me fascinó aunque ya lo había hecho con los consoladores y mi prima, pero como dije anteriormente, no es para nada comparable. Un pedazo de plástico jamás ofrecerá el mismo placer que un hombre real, un pene de verdad. Empecé a cogerme su boca, produciéndole náuseas y logrando que sus ojos se llenaran de lágrimas. —Sí, así, prueba tu propio culo, pervertida —ella sonrió. —Dime puta —mencionó volviéndose a meter mi pene en la boca. La volví a tomar de la cabeza con ambas manos y le hundi mi pene ahogándola, haciéndola lagrimear una vez más. Mi pene quedó brillante de toda la saliva que logró sacarle. Me senté en el sofá y la atraje hacia mi para inmediatamente meterle nuevamente mi polla en su culo. Le di unas cuantas nalgadas y empecé a culearla más fuerte. —Oh, por Dios —gemía con respiración acelerada. Su v****a totalmente humedecida, su culo dilatado recibiendo cada vez más mi larga polla. Le estaba rompiendo el ano por primera vez y era una delicia de la que me haría adicto. —Cógete tú misma —le sugerí, como si hubiese adivinado sus pensamientos, la escuché reír. Empezó a cabalgarme a su ritmo. ¡Qué morbo tan delicioso! Estaba metiéndose ella misma mi polla en su culo, pero de vez en cuando me movía produciéndole un leve dolor y haciéndola quejarse. Dejó de cabalgarme y tomé de nuevo el mando, para romperle el culo reiteradas veces, nalgueándole y llamandole mi gatita, por primera vez desde que nos habíamos hecho novios. —¿Te encanta por el culo, gata? —preguntaba. —¡Oh, Dios, sí! —gemía, nunca dejó de gemir con fuerza. La penetraba con fuerza, no podía creer que mi polla entrara todo en ella completamente, y así llegó al orgasmo haciéndoselo saber. —¡Ah, Oliver! —sus piernas temblaron al igual que todo su cuerpo. —Sí, eso, gatita, córrete como para mí. Solo para mi —respondí emocionado con voz ronca—. Cámbiate de posición, ahora. Ella lo hizo después de que se le pasara el orgasmo mientras yo me quedaba sentado en el sofá, ella se subió nuevamente en mi polla, pero esta vez dándome la espalda. Se la metí de golpe, su culo ya estaba acostumbrado a mi. La penetré duro. Metí mis dedos en su boca y dos dedos de mi otra mano en su v****a. Gritó a pesar de que podían oirnos en el apartamento de arriba o abajo, pero la intensidad era tal que no pudo evitarlo. Hicimos sexo duro, como quise y ella encantada. Ambos disfrutamos. —Qué increíble es tu culo —decía sin parar de culearla, nalguearla y besarla. La tiré brúscamente a un lado, me levanté ordenando ponerse en cuatro encima del sofá, dejando sus pies levemente afuera, en el aire. Se la volví a meter duro y estuvimos teniendo sexo así por un buen rato. Ella gemía en voz alta, disfrutando al 100% de la buena culearda que le estaba dando. Ella notó que no lo metía todo, solo la penetraba hasta la mitad, lo sacaba y lo metía, que ella sintiera que salía de su culo completamente y volvía a entrar. Era una locura de placer lo que le estaba haciendo sentir. Lo que ella me estaba haciendo sentir también. —Déjame correrme en tu boca —le pedí. —Sí —el deseo y satisfacción en su rostro, me llenaron de emoción. C Continuamos el encuentro un poco más para luego pedirle que se arrodillara ante mi y me chupara los testículos. Así estuvo un rato lame que lame mis bolas y también masturbándome. Además, de estimularle la v****a con mi otra mano. —Pídeme leche —dije. Nos encanta escucharlas pedir que se corran en sus boca. No sería el primero ni el último. —Dame toda la leche, toda en mi boca —le dije Y no tardé en correrme abundántemente en su boca. Ella jadeando su sufrido orgasmo. La tomó toda sin ningún asco y continuo chupándome el pene, agradeciéndole luego por el rico y divertido momento que le había dado. Esa noche le dije que podía quedarse en mi apartamento todas las veces que quisiera. Minutos más tardes le volví a dar por culo mientras nos duchábamos y le continuaría rompiendo el culo por unos meses más. Fue mi primera vez anal y como pudieron notar, me encantó y se convirtió en mi obsesión.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD