
Todo empezó cuando pasé la entrevista de trabajo. Estaba tan necesitada del empleo, que no creí que vendría a un bar a solicitar ingresar. En casa no había qué comer y mi familia cada día me exigía más. Estaba cansada de trabajar, quería libertad y ser feliz, pero era el único sustento de mi familia. Tenía dos años trabajando en este bar y necesitaba libertad… tal vez un poco de relajación también.
Una noche, después de salir del trabajo y caminando hacia el estacionamiento para irme a mi casa en mi viejo automóvil, encuentro al hombre más apuesto y jodidamente bueno. Cómo la idiota que soy, nos tropezamos y nuestras cosas cayeron al suelo.
—Lo siento —murmuré avergonzada.
—No te preocupes —respondió, con voz varonil y fuerte.
Una voz moja bragas.
Me ayudó a levantarme, tomó mis cosas, las de él y se fue, después de entregármelas. Lo vi subirse a un automóvil muy lujoso y sonreí porque esto solo pasa en las películas. Agacho la cabeza y veo un libro, lo recojo y leo la portada.
Oliver Sausgruber.
Lo que yo no sabía es que en el interior de ese libro había miles de relatos que yo les contaré. Había descubierto el diario del millonario más importante de toda Alemania.
Su intimidad, ahora me pertenecía y así lo empecé a desear y a amar en secreto.

