Los minutos pasaban con lentitud, a pesar de faltar tan solo quince minutos para la hora del receso, cada tic tac del reloj pasaba aletargado.
Miraba los labios de su profesor moverse pero de ellos no salía sonido alguno, millones de pensamientos se apresuraban en aparecer en su cabeza llenando por completo las paredes de su pensamiento, una exasperación que ya preveía comenzó a entumecer su brazo izquierdo en un leve cosquilleo, como si una colonia de hormigas recorrieran su piel como un suelo yermo y sediento. Aquellos dientes blancos y derechos sobresalían levemente por debajo de su labio superior y empezaban a chocar constantemente con sus dientes inferiores provocando el sonido de un castañeteo apenas perceptible solo para el. Sonrió para sus adentros, apretó sus párpados fuertemente y luego los abrió de nuevo al mundo fuera de sí mismo, sintió que todo era un sueño, sus pies no pisaban el suelo a pesar de que sus ojos miraban la suela del zapato en el concreto del piso. Los dedos de sus manos tocaban el cálido pupitre de madera pero sentía como si su cuerpo estuviese compuesto en su totalidad por un cuerpo nuboso incapaz de poder tocar la materia. Su cuerpo sentíase desconectado en cierta parte de su pensamiento qué aunque podía manejarlo a su antojo era incapaz de sentirlas, ya fueren sus manos, sus pies y hasta su entero cuerpo, parecíanle no pertenecerles por ese momento, aquel latido que lo acompañaba a cada instante parecía estar ausente, su pecho no sonaba, sentía dentro suyo a a su alrededor una serenidad que lo asustaba, las palabras llegaban a sus oídos como susurros de tumultos de voces sin un sentido, lanzó una leve risa que pensó que solo él había escuchado, Melania la joven delante suyo giró su cuerpo y le sonrió con una mueca burlesca, Adam no se inmutó en ello.
«No es así, joven Adam Janssen» pronunció el profesor mirando por encima del marco de sus anteojos a aquel joven cuya mirada se centraba hacia ningún lugar concreto enfrente suyo, el joven no pronunció sonido alguno ni se agitó en lo más mínimo. Carcajadas llegaron en forma de oleada repentina irrumpiendo en sus delicados tímpanos, el joven desvió la mirada hacia su alrededor, todos los ojos estaban centrados en él, por un momento pudo imaginarse frente a un podio en medio de un enorme coliseo siendo juzgado, esperando solamente a que el juez dictase la sentencia.
«¿No está escuchando joven, Adam Janssen?»
Replicó aquel hombre.
«No» Mencionó el joven sintiendo cada mirada sobre él.
«Ja, ja, ja, ja»
Reían sus compañeros quienes no sentían la más mínima empatía hacia el joven. Su amigo, Bram lo miraba sin asomar expresión alguna en su rostro.
Adam tomó un extremo de su playera con su mano y lo estrujó en su puño fuertemente a la vez que comenzaba a sentirse hiperventilar, sus labios se abrieron levemente para pronunciar la contestación al docente pero el sonido del timbre al receso le resultó esperanzador, una oportunidad para dejar pasar ese mal momento. Los jóvenes que en ese momento se encontraban en sus pupitres se pusieron de pie de un solo salto, dispuestos a salir apresuradamente para disfrutar de todo el tiempo posible del leve receso de una hora en la cual, aproximadamente, quince minutos los malgastaban esperando el almuerzo en la cafetería cuando había fila y otros quince minutos consumiendo sus alimentos.
Adam quien siempre trataba de ser más mesurado en su actuar se apresuró en esa ocasión en salir hacia aquellos enormes pasillos abarrotados de jóvenes estudiantes. Sintió el aire que recorría los largos pasillos enfriarle la sien, centró su mirada en frente suyo y encaminándose hacia la multitud se hizo paso entre ellos, detrás suyo caminaba Bram a paso más lento, Adam evitaba a toda costa que éste le alcanzase.
Dio vuelta a la izquierda hacia el pasillo que llevaba a la parte posterior del plantel, qué también lo dirigía hacia la cafetería y al final del pasillo el gimnasio de la escuela donde los jóvenes ensayaban sus deportes, soccer, volibol y canasta.
Su hermano se dirigía en sentido contrario al de él, caminando al lado de varios de sus amigos, al cruzarse ambos por sus caminos ninguno de los dos hizo por llamar la atención del otro y ni siquiera por dibujar una sonrisa en forma de saludo, parecieren dos completos desconocidos o simplemente un par de personas que tan solo habíanse visto alguna vez en sus jóvenes vidas, en un lugar lejano, en una ciudad ya olvidada y en un año el cual cada recuerdo había sido borrado.
Adam llegó hasta la enorme sala que ya estaba repleta de jóvenes estudiantes y algunos profesores, el joven caminó hasta el mostrador de comida; alcachofas y sandwich de atún era lo que ofrecía el menú de ese día, llegó hasta enfrente del aparador y tomó una charola, la mujer de la cocina, una vieja rechoncha con mofletes rojizos y coleta de caballo puso sobre su recipiente metálico un bol con alcachofas, dos sandwiches partidos a la mitad en forma de triángulo y un vaso de agua color rojo escarlata, la comida no parecía ser muy apetitosa y el joven aún no sentía la necesidad de comer pero se decidió a caminar hasta una mesa que aún se encontraba sola, varias mesas más adelante se encontraban Luke y aquellos otros muchachos con los que había compartido mesa el día anterior, Adam prefirió un lugar solo, tuvo suerte de ser el primero en la fila pues detrás de él una decena de jóvenes esperaban el almuerzo.
Adam colocó su charola sobre la mesa derramando un poco de aquel líquido rojo, se sentó a la orilla de la silla y le dió un mordisco a aquel emparedado de atún que era lo único cuya presentación lucía aparentemente apetecible.
De nuevo el murmullo, voces atenuadas por el inmenso espacio y multipliques voces y carcajadas apagaban los demás sonido, le habría sido imposible escuchar siquiera sus propios pensamientos. Delante suyo se sentaba enfrente de la mesa Bram quien solo miró inexpresivo a Adam, tomó asiento siendo cómplice de un profundo silencio que para los dos resultaba incómodo, el uno escuchaba los sonidos de la comida al pasar por la garganta, Bram dejó su hazaña por un momento y centró su mirada en quien él consideraba su amigo; no era así para Adam.
—¿Que pasa, he hecho algo que te haya molestado?— Se animó Bram a preguntar, el joven negó con la cabeza enguyendo su bocado.
—Entonces... ¿Por qué huyes de mí? Pensé que podríamos ser amigos—
Adam miró hacia su alrededor mordiendo ligeramente sus labios y rascando su ceja.
—Disculpa, el hecho es qué no me he sentido del todo bien, hay días en que ni yo mismo se aguanto—
Bajó la mirada.
—Dicen que los problemas entre dos son menos, tienes gente a la que le interesas. Sé bien que aquí la mayoría de las personas son algo especiales con las personas como tú, yo soy igual y créeme mi círculo de amigos es pequeño y a veces me resultan bastante inicuos, superficiales, con complejo de superioridad, pero yo no soy así, y tu amigo Luke tampoco— Adam miró hacia las espaldas de Bram, Luke miraba a su vez hacia Adam mientras platicaban.
—Y sus amigos parecen buenos chicos, solo que tú los repeles, repeles a todo mundo, a cualquier persona que quiera acercarse a tí.—
Adam prestaba atención a cada palabra de Bram, como si sus palabras tuvieran la verdad absoluta, el joven entró en una introspectiva momentánea que lo dejó tambaleando en su pensamiento.
—A propósito, tu madre estaba discutiendo con tu hermano—
—¿Qué?—
Frunció el seño.
— Fuera del salón de química, tu madre estaba llorando y tú hermano le reprochaba algo. En fin, ¿quieres hacer algo después de clases?—
Adam aspiró hondo en busca de una respuesta que no resultara agresiva.
—No me siento bien totalmente, solo quiero estar solo—
Bram negó con la cabeza y tomando su charola metálica se puso de pie.
—Perdón por molestarte—
—No , no quise decir eso—
Mencionaba mientras miraba al joven alejarse.
Rechinó las muelas apretando los dientes para luego volver a comer su alimento.
Alek se encontraba el un pasillo solitario cerca del salón de química, en la esquina que daba al pasillo de la cafetería, mantenía su espalda recta apoyada en la pared con los brazos cruzados a la altura del pecho y con la suela del zapato apoyado en la pared con la pierna flexionada.
Varios profesores pasaron al lado, Margaret y Alek decidieron guardar silencio absoluto.
—Ya te puedes ir, no pienso volver a casa—
Susurró el joven colocando ambos pies en el suelo.
—Por favor, hijo— sorbió los mocos intentando tomarlo del brazo pero éste se apartó de ella. —Tu padre está pasando por un momento de mucho estrés con esto de tu hermano, no actúes tan a la ligera, date cuenta del daño que nos causas— El joven arqueó la ceja y rió irónicamente provocando eco entre las paredes.
—¿Yo les hago daño? Pues lo siento madre, siento ser tan mal hijo, la oveja negra de la familia o como diría Richard, "el hijo pródigo". Lamento de verdad causarles tanto conflicto, por eso mismo decidí irme de casa y antes de que abras la boca te aclaro que no te diré donde me estoy quedando así que te aconsejo que mejor te vayas a casa y hagas tus quehaceres domésticos como toda buena ama de casa— Mencionó en una larga retahíla dejando a su madre parada en ese mismo lugar con los ojos llorosos, se llevó las manos a la cara para no soltar un llanto doloroso.
El joven caminó dando pasos hacia en frente sintiendo un dolor en el corazón que le arrugó el rostro en una expresión dolorosa de arrepentimiento, algunos muchachos caminaban hacia enfrente de él y el joven esbozó una enorme sonrisa en forma de saludo para pasar desapercibido su dolor, prosiguió caminando hasta perderse en el pasillo de los baños escolares antes de que terminase el tiempo de receso, mismo que había pasado en una discusión con su madre.
Pasó el momento de aquel breve receso y Adam caminaba de regreso a su salón de clases, ignorando a todos a diestra y siniestra, miró pasar a Bram al lado suyo y lo dejó proseguir su camino, después pasó junto a él, Luke y éste al mirarlo le sonrió y empezó a caminar a la par suyo.
—¿Quieres ir a la iglesia después de clases?—
Mencionó sin retirar su mirada de Adam, Éste negó con la la cabeza. — En realidad solo quiero llegar a casa y dormir un rato—
—¿Hablaste con tu madre?—
Adam frunció el ceño sin entender a qué se refería.
—La vi hace algunos minutos y me preguntó por tus amigos, obvio le dije que tú y yo también lo somos—
Adam sonrió de lado haciendo un gesto afirmativo con la cabeza.
—Creen que ando en malos pasos, supongo que no me tienen suficiente confianza—
El bullicio de las aulas comenzaba a acrecentarse, pues cada vez eran más los jóvenes que caminaban por los pasillos para volver a sus salones.
Había caído la noche, Adam, Richard y Margaret se encontraban en el sofá el uno al lado del otro y Adam en el sillón individual con su celular en mano mientras sus padres disfrutaban en silencio las noticias locales, el único ruido era el del televisor en medio de la sala.
El padre de Adam lo miraba de soslayo, Adam percibía su mirada y lo miraba de igual manera sin mover la cabeza gacha para luego volver a centrar los ojos en la pequeña pantalla de su teléfono móvil.
Margaret mantenía sujeta la mano de su marido sobre su rodilla
«Se pronostica un frente frío para este fin de semana en países bajos, más especificamente la ciudad de Amsterdam, así que tengan listos sus abrigos y cuídense de este mal pronóstico, algo poco común pues probablemente lleguemos a temperaturas debajo de cero»
Mencionaba un conductor del noticiero al lado de su compañera, una robusta mujer de cabello rubio y enormes labios. Un fuerte ruido irrumpió en aquel lugar llamando la atención de los tres. Alek entraba por el marco de entrada a a la sala acompañado de otro joven de buena apariencia, sus padres de pusieron de pie a la vez, Adam quien mantenía su pierna izquierda sobre la derecha colocó ambos pies en el suelo mirando hacia aquella dirección donde su hermano se encuentra.
El reloj marcaba los segundos y el silencio entre ellos no se hizo esperar. Margaret comenzó a derramar lágrimas al ver a su hijo volver para luego ir hacia él a estrecharlo entre sus brazos.
—No he venido a quedarme, no pienso volver.—
Mencionó apartándose de su madre.
—He venido por mis cosas—
—¿Por tus cosas? ¿Qué cosas? —
Renegó Richard.
—Mi ropa, mi computadora, mi cargador. —
El joven que lo acompañaba sintióse incómodo sin decidirse a hacer algo más que estar allí.
—¡Ah! ¿Las cosas que yo te compré, con mi dinero, con mi esfuerzo, con mi sudor?—
El joven apretó los dientes haciéndolos rechinar.
—¡Son mis cosas!—
Protestó el joven enrojeciendo el rostro.
—Nada de lo que hay aquí es tuyo, todo lo has obtenido por mis propios méritos, no los tuyos así que no te llevarás ni siquiera la ropa que llevas puesta—
—¡Richard por favor! Vamos a arreglar las cosas cosas, hijo. No tienes por qué irte a ningún lado, está es tu casa, tu hogar—
La mujer intentaba controlar aquellas ímpetus de su hijo y esposo pero la situación no mermaba en lo más mínimo.
—No pienso volver, y no necesito la lástima de nadie, ni tampoco nada que tú me hayas dado, soy adulto y soy funcional, yo mismo puedo hacerme de mis propias cosas—
—De acuerdo lárgate, pero te advierto que aquí ya no habrá cabida para tí, así que ni te molestes en volver—
—¿Y quien te ha dicho que pienso volver? Te he dicho que no necesito nada de tí y mucho menos tu dinero corrupto que le robas a tus pobres incautos cada domingo—
Richard dió unos pasos hacia en frete con la intención de abofetearle, más su mujer lo retuvo. Adam se puso de pie, aquella situación lo dejaba paralizado, se preguntaba a sí mismo qué debería de hacer sin obtener respuesta alguna.
Su padre le apuntó con el dedo y apretando los dientes.
—¡Lárgate!— Pronunció ferozmente en un grito que retumbó en toda la sala.
—¡Me largo! Y ni piensen en buscarme porque para ustedes ya no estaré—
—Nadie va a buscarte, eres un malagradecido—
Agregó su padre. Alek dió la media vuelta y salió de casa con su compañero. Margaret soltó en llanto y corrió hacia arriba de las escaleras hacia su habitación. Adam y su padre se miraban sin pestañear y sin mostrar emoción alguna, Adam sintió entonces que era momento de alejarse de ese lugar, el hombre volvió a tomar su asiento y con una postura inclinada hacia adelante sostenía su cabeza con las manos mientras sus codos apoyaban sobre sus rodillas.