Amir solo podía mirar a esa joven, no entendía que le estaba pasando, nunca había sentido esas ganas locas de dormir con alguien, esa necesidad de sentir su piel y escuchar sus gemidos, él sentía deseo por Candy, hervía a fuego lento, quería probar sus pechos, sus labios... Decidió detener su mente, ya bastante estaba sufriendo con su m*****o erecto como para seguir recordando, pero de pronto el hecho de no querer pensar en eso, lo llevo a recordar todo, y es que esa noche él se deleitó memorizando cada gesto de la cara de Candy, cada reacción y movimiento de su cuerpo, como gimió su nombre. “Maldición, ¡¿qué es lo que me está haciendo esta mujer?! Me volveré loco, pero no la puedo despertar... ¿o sí?, no ¡claro que no!” Su mente gritaba de enfado, mientras caminaba hacia el baño, abrió

