Aunque estaba en aquel cuarto, aún podía escuchar los quejidos que venían del exterior de la casa. Lo que fuera que estuviera pasando sonaba doloroso porque los sonidos de dolor eran bastante fuertes. Me acerque a la ventana y me percate que los autos seguían dentro de las enormes murallas ¿No habían salido?, pero entonces como respuesta a mi pregunta de inmediato ese extraño hombre que ahora calentaba cada fibra de mi interior paso escoltado por sus hombres a lo que parecía era un granero que estaba casi que escondido entre la oscuridad, seguramente de día era más perceptible, pero de noche, con todas las luces apagadas no era fácil de ver, de hecho si no hubiesen abierto la puerta y una línea de luz se hubiese filtrado nunca lo hubiese visto. No soy alguien que suele romper las reglas,

