El beso no fue exactamente en la boca. Pero no porque la rubia no haya querido, sino porque Gavin fue lo suficientemente rápido como para evitarlo y ocasionar que aquel beso solamente le rozara las comisuras de los labios. Sin embargo, Emilia no se lo tomó tan bien que digamos. La familiaridad con que esa rubia lo había besado, como si fuera de su propiedad... ese ramalazo posesivo que no sabía que tenía mostró su fea cara. Emilia apretó la copa entre los dedos, tratando de mantener la compostura. Quería quebrarla contra el borde de la mesa y luego enterrar el filo restante que le quedará en la mano en la yugular de la rubia. «Dios mío, cálmate», se dijo, inhalando profundamente, pues sabía que ese no era el lugar para armar un escándalo. Todos los ojos del alrededor estaban puestos en

