Gavin metió ambas manos debajo del grifo y se echó el agua que cogió en la cara. Luego se restregó y soltó un resoplido. Antes de salir del baño, levantó la cabeza y se miró en el espejo. Una fina capa de sudor cubría su cuerpo, y el brillo de satisfacción en sus ojos tenía todo que ver con los orgasmos que había tenido en toda esa noche, y aún más, los que le había dado a Emilia
Era un poco más de las cinco de la mañana. La brillante luz del sol ya se filtraba por los ventanales y ellos no habían pegado el ojo para dormir, ni un solo momento de la noche. Pero, lejos de sentirse cansado o querer ir a dormir ya, y aunque se había corrido hacía solo unos minutos, pensar en ella acostada y desnuda en su cama lo volvió a poner duro.
Pensó que probablemente ella ya estaba cansada, pero creyó
