—¿Y a usted qué le importa si ese hombre es importante para mí o no? —rebatió Emilia, apretando los dientes—. Ya le dije que mi vida personal no es asunto suyo. Era tan desafiante y a él, ese carácter de mierda le fastidiaba y le fascinaba en partes iguales. —Contesta, señorita Burrel. ¿Es ese hombre el hombre que duerme cada noche en tu cama? —Quería sacarle la verdad a la fuerza. La mano de Gavin apretaba la suya con una firmeza que Emilia intentaba sacudirse de encima. —¡Suélteme ya! —le exigió con furia, tratando de zafarse, pero él no la soltaba. Contrario a eso, le rodeó la cintura con el brazo y provocó que su cuerpo chocara y se apretara contra el suyo. Emilia gimió por la sorpresa o por lo fuertes y duros que eran sus músculos. No lo supo con claridad. Pero, lo que sí supo, f

