Gavin la sujetó con fuerza por la nuca y la besó con voracidad. No era un beso apasionado. No. Ese beso no dejaba lugar a dudas y era tan iracundo como posesivo. Emilia no pensaba. No podía, le resultaba imposible. Le echó los brazos alrededor del cuello y lo acercó de un tirón. Con los nudillos blancos de tanto aferrarse al pelo de Gavin, gimió contra su boca. Un gemido profundo retumbó en la garganta de Gavin mientras paseaba la lengua sobre la de ella. Cuanto más se aferraba Emilia al pelo de Gavin, más fuerte la besaba él. Cuanto más fuerte la besaba, más se abandonaba ella, olvidando dónde estaba y quién era, olvidando el lugar, olvidando el tiempo y olvidando que hacía unos momentos atrás estaba buscando peros para no entregarse a él. Sus lenguas se enredaronn y ella movió las cader

