En el hotel nos dieron la bienvenida, tal como se esperaba, muchas personas me volteaban a ver de diferentes maneras. Muchas mujeres con admiración y una sonrisa amable, en cambio, otras venían con envidia y cosas que no eran para nada lindas. —Señor Winchester —un trabajador dio la bienvenida con un respeto total —. ¡Qué gusto volver a tenerlo por aquí, sea bienvenido! —Está bien, quiero ir al cuarto cuanto antes. Supongo que las cosas que he pedido ya se encuentran ahí, al igual que las estilistas. —Así es, puede pasar sin problema alguno —él le entregó la tarjeta que venía siendo la llave —. Cualquier cosa puede pedirla. Nos fuimos a la suite presidencial, ahí habían muchas personas dando vueltas y una cantidad exagerada de ropa que se notaba que era de diseñador y muy exclusiva a p

