Pensé que Gabriele quería tener intimidad conmigo e iba a negarme, pero justo en ese momento sentí cómo su dedo se pasaba por mi recto con un cuidado grande mientras aplicaba la crema que el doctor me había enviado. —Tienes una fisura, no te preocupes que eso es algo que va a sanar en dos semanas más o menos. —Gabriele, ¿Acaso me quieres volver loca? —pregunté mientras sentía cómo sus manos colocaban mi ropa en su lugar —. ¿Por qué actúas de maneras totalmente opuestas? —No entiendo qué es lo que estás diciendo, solo quédate quieta y eso es todo. —Es cierto que todos tenemos derecho de hacernos estúpidos, pero lo tuyo es un abuso —me di la vuelta con cuidado y lo miré —. Sabes perfectamente de lo que estoy hablando, así que no seas tonto. —Abril, entiende que lo que estoy haciendo es

