Gabriele comenzó a besarme suavemente mientras acariciaba mi espalda, luego pasó a besar mi cuello y poco a poco fue quitando la ropa que ya comenzaba a estorbar. Sus caricias en mi espalda me daban escalofríos tremendos. Me alzó sin problema alguno y fuimos a su escritorio, que fue despejado con un solo movimiento del brazo de aquel hombre. —Gabriele —miré la laptop y todo dañado —pero esto es… —No digas nada y solo mírame a mí. Él abrió mis piernas y comenzó a besarlas, poco a poco fue subiendo hasta llegar a mi zona íntima. Su lengua se movía con una habilidad que me dejaba helada; el placer que me estaba dando en estos momentos era indescriptible. Su lengua se deslizaba de arriba hacia abajo una tras otra vez, debido a esto terminé por mojarme toda sin siquiera haber quitado mi r

