Eros
Katherine
Me preparo animosa para la inauguración de mi nueva empresa de bienes y raíces, la inauguración lleva como invitado especial al socio principal e inversionista que hizo posible que mis planes hoy sean una realidad, trabajé mucho y estudié más que una persona promedio para darle una calidad de vida a mis hermanos mejor que la que tuvimos en casa de nuestra madre, papá por su parte, aunque su cuenta bancaria estuviera llena de dinero nunca dio un centavo por nosotros y pues era mamá la que nos daba de comer, ropa y calzado a pesar de su enfermedad.
¡la vida no ha sido justa conmigo!
Han pasado 6 años desde aquella triste mañana en la que hui de casa al enterarme de los planes de mi padre y Eros, no pedí explicaciones a ninguno de los dos, estaba cansada de siempre ser la victima aquella que tenía y debía sufrir por el bienestar de los demás.
Recién se cumplen 6 años de no saber de mi padre, el gran Octavio, el hombre que arruinó nuestras vidas, tampoco sé de mis hermanos, sin embargo, sé que mis hermanos están bajo el cuidado de mi nana y mi abuela gracias a la familia de Eros, por lo que puedo estar agradecida con ellos por su ayuda, pero no soy un objeto que puede ser vendida a cualquier precio ¿qué clase de padre es capaz hacer semejante bajeza? por más que intento entender cuáles fueron sus razones viendo el rostro de mi hija cualquier excusa queda descartada.
—Señora MacLaine el auto espera por usted y la pequeña Elixi
—Muchas gracias Gerardo en un momento bajamos.
Elixi es el resultado del amor que tengo por Eros y también el cruel recuerdo del porqué nunca volví a regresar hasta el día de hoy.
—Mami ¿qué vamos a hacer hoy?
Elixi tiene el espíritu de su padre, es seria y buena para negociar.
—Iremos a una actividad y luego regresaremos a casa, tengo planeado unas hermosas vacaciones en Hawai antes de que comiences las clases.
Bajamos al estacionamiento, aunque suene ridículo todos le tienen más respeto a mi hija que a mi persona.
—Señora MacLaine, señorita Elixi, buenas noches.
Me he creado una reputación a base de esfuerzo, negocios e inversiones aquí y allá, haciendo movimientos y jugadas que dieran con mi objetivo, las empresas de mi padre y lo que nos robó a mis hermanos y a mí, hasta hoy tengo el sesenta por ciento de las acciones de la compañía de mamá a nombre de mis albaceas, estoy segura que de saberlo moriría en este instante, sin embargo, de mi padre no logré dar con el objetivo, Eros lo tiene en su poder, cosa que no me sorprendió.
Soy la hija adoptiva de Kenneth MacLaine, un hombre al que le debo la vida de mi hija y mi futuro, el hombre que me ha amado como si fuera su hija de sangre y al que amo con todas mis fuerzas.
—Buenas noches.
Saludamos ambas, desde que Elixi nació viaja conmigo sin importar qué, para mí es de suma importancia que ella permanezca conmigo y eso incluye un que otro evento donde sea permitida.
—Mami, luces muy bien, tu vestido brilla mucho.
Mi vestido es ajustado al cuerpo, tiene efectos de brillo como si fueran lentejuelas diminutas, llevo mi cabello suelto en pequeñas ondas como solía llevarlo Casie, ella siempre lucía preciosa y me inspiraba en su estilo.
—Tú también mi princesa, estás preciosa cual diamante.
Mi hija a pesar de lo sería que es suele ser cariñosa, no deja pasar la oportunidad para abrazarme y decirme cuanto me ama.
—Mami ¿crees que podamos ver a papá?
—No lo sé cariño, no creo que sepa de nosotras.
Elixi no suele preguntar por su padre, pero en estas últimas semanas lo ha hecho casi todos los días, ella sabe que hui de casa cuando descubrí que papá me estaba vendiendo y Eros comprando la empresa de mamá, creí que él me amaba, pero solo era parte de un vil negocio, a pesar de su corta edad entiende que mamá tuvo que hacerlo y estando lejos me di cuenta de mi embarazo, más allá de tener miedo o regresar a los brazos de ese traidor decidí que saldría adelante por mi propia cuenta y vería por las necesidades de mi hija, hasta el día de hoy lo he logrado.
—Quisiera conocerlo mamá, decirle hola sin que sepa quién soy.
Con casi seis años, ella habla mejor que un adulto, a veces me sorprende la capacidad que tiene para comunicarse y la madurez con que lo hace.
—No estoy segura hija, Eros no acostumbra a asistir a estos eventos.
No es que no asista, es que me aseguré que no pudiera hacerlo, dejé claro lo que debían hacer y una de ellas era no enviar ninguna invitación a la familia Soulie.
—Es una pena mamá visitar la cuidad y no ver a papá, quisiera por lo menos decirle hola.
Yo quisiera decirle más que hola, quisiera decirlo cuando lo amo y cuanto lo he extrañado, pero siendo honestos él nunca me ha amado, no se interesó en mí más que en un buen sexo.
—Lo sé mi amor, esperaremos a verlo en la fiesta, debes estar atenta por si lo ves.
Ella lleva consigo una foto de Eros a donde quiera que vaya, es un acto tierno, espera que él se aparezca y la reconozca, es una ilusión que no se la pienso arrebatar, pero aún no estoy preparada para enfrentarlo y decirle que soy su socia en su nuevo proyecto.
—No dejaré de buscar, estoy segura que irá mamá, lo puedo sentir.
Siempre es lo mismo, ella lo siente y al final del día cuando va a la cama con entusiasmo asegura que, aunque no fue su día pronto podrá encontrarse con él.
—Bien mi amor, no perdamos la fe, si lo crees y lo deseas así va a hacer.
Llegamos al evento, uno de los encargados me da su mano para bajar del auto, Elixi me toma de la mano para adentrarnos en la multitud que aún no se ubican en sus asientos.
—Hay muchas personas aquí mamá ¿cómo encontraré a mi papá?
—Bueno mi amor, estaremos en las mesas de adelante, no tengo idea, pero es probable que en el gran salón de baile podamos observar quien entra y veremos si está él.
No tengo idea que decirle ahora mismo, sé que hago mal con jugar con los sentimientos de mi propia hija, solo deseo protegerla de tanto dolor, no quiero ese mundo para ella.
—Sí mamá.
Sé que está desilusionada.
—Mi pequeña porcelana, créeme cuando te digo que mi intención es cuidarte y protegerte en todo momento, me duele verte triste mi amor.
—Es que quiero ver a mi papá de lejos mami, solo eso, verlo en persona, aunque sea de lejos.
—Déjame ver qué puedo hacer mi amor, tal vez podamos verlo desde el auto, no te prometo nada, pero vamos a intentarlo.
Las personas se van acomodando en sus respectivos asientos, mantengo la mirada fija en el escenario donde debo presentar el galardón, estoy nerviosa porque quiero que el evento salga bien y sea del agrado de todos los invitados. Alguno de ellos viene a mí a entablar una conversación, se asombran al ver a mi hija lo cual es común pues solo tengo veinticinco años recién cumplidos y nadie creería que soy mamá tan joven, patético, a decir verdad.
—¿Porqué todos tienen que preguntar lo mismo mami? ¿no es más interesante saber a qué se debe esta nueva edificación?
—Lo sé hija, pero ellos no saben hablar con una mujer, son torpes.
—¿Como papá?
Su pregunta me causa mucha risa al recordar lo torpe que era cuando estaba conmigo.
—Más o menos hija, tu padre tenía vergüenza cada vez que me veía.
—¡Mami!
Me susurra al oído como si fuera un secreto lo que me va a decir
—¿Qué sucede hija?
Sus ojitos se abren de asombro y yo comienzo a creer que está por desmayarse al ver su carita pálida, la tomo de las manos y la hago mirarme.
—¿Elixi?
Ella no me responde e intento nuevamente.
—No creí que volvería a verte Katherine
Un escalofrío pasó por mi espalda e incluso por mi pecho, el estómago comenzó a dolerme fuertemente, volteo lentamente para encontrarme con el hombre al que le he estado huyendo tanto tiempo.
—¿Que hacen aquí?
Pregunto al verlo con sus hermanos.
—Ya ves, algunas veces las coincidencias son más grandes de lo que podemos pensar.
—Dudo que haya sido una coincidencia Eros.
Elixi aprieta con fuerza mi mano, está emocionada y asustada al ver lo imponente que es su padre, pero yo, yo estoy angustiada y con miedo de lo que ahora pueda pasar.
Eros fija su mirada en Elixi, ambos no se dejan de mirar y mi mundo se viene abajo con lo que estoy viendo.
—Soy Elixi ¿cómo está?
—Bastante bien Elixi, que nombre tan bonito ¿cómo estás tú?
—Muy bien, mi mami me ha dado una gran sorpresa.
Hace un gesto con sus ojos de asombro e interrogación.
—¿Es tu hija?
Afirmo con mi cabeza, estoy ahogando o reprimiendo mis emociones, quiero que me vea fuerte, firme, quiero que vea que mirarlo nuevamente no me hace tener alguna emoción.