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898 Words
Comunión Nicholas susurró, acercando su rostro al suyo. El calor de su aliento, la cercanía de su cuerpo, hicieron que el mundo a su alrededor se desvaneciera. Nada importaba más que este reencuentro, este renacer. La mansión, el destino que los había llevado a este punto, se desvanecía bajo el peso de sus promesas. Con un suave movimiento, él se inclinó hacia ella, abrazándola, sintiendo el latir de su corazón contra el suyo, como si finalmente todo hubiera encajado en su lugar. Ya no había más secretos entre ellos, solo la verdad de lo que eran el uno para el otro, lo que siempre habían sido. Nicholas la besó con suavidad, primero lento explorando la textura de sus labios, disfrutando su sabor… Cuando Laura abrió la boca para darle acceso, sonrió antes de introducir su lengua para encontrar la de ella. La sintió estremecerse bajo él, pero no de miedo, si no de expectativa y placer. Siguió besándola hasta que Laura lo aferró contra su pecho en un intento de obtener más placer y eso lo excitó. - No hagas eso… No podré hacerlo despacio… - murmuró contra sus labios. - Te necesito… - jadeó la joven – Por favor. Te quiero conmigo, Nicholas. El que Laura mencionara su nombre y no ha Cedric le alegró. Sabía que ambas vidas estaban entrelazadas, pero el que fuera “Nicholas” a quien ella reconocía como el hombre que le estaba dando placer le produjo una emoción indescriptible. Con energía renovada, Nicholas se sacó la camisa y se desnudó frente a ella con la luz de la chimenea jugando con las formas de sus músculos y su cuerpo. La vio jadear de placer y cuando le sonrió, se sintió algo cohibido. - ¿Por qué sonríes? – le preguntó volviendo a la cama para acariciar sus muslos. - Estas en forma y eres un historiador… - le dijo la joven acariciando su pecho. - ¿? - Los que conozco son viejos y algo gordos… - confesó haciendo reír al joven. - Lo tomaré como un cumplido… Tengo buena genética, pero hago ejercicio. Me despeja… - Ya veo… Algo en sus palabras alertó a Nicholas y trató de darle seguridad. - Hay muchas cosas que no conocemos de nosotros, pero te aseguro que tendremos toda la vida para aprender del otro – le dijo mientras la desnudaba acariciando con la punta de los dedos su pecho y el valle de sus senos – He estado sin ti por 150 años y voy a disfrutar tu cuerpo por los que me quedan… Te deseo de una forma que no puedo explicar…A ti, a Laura…a mi mujer… - Nicholas… - Shhhh, no ahora. - le dijo besándola – Quiero tenerte, tu cuerpo me está volviendo loco. Ahora estamos juntos, solo eso importa, solo nosotros. No la historia, el presente, el ahora. Solo el hombre que te desea y ama más que nada… Laura entendió lo que quería decir. En ese momento solo eran ellos haciendo el amor, no Elise o Cedric, no Laura o Nicholas, solo un hombre y una mujer que necesitaban con desesperación tener esa comunión física después de estar tanto tiempo separados. Con una sonrisa, Laura abrió las piernas para darle más facilidad de movimiento y en cierto modo, la bienvenida a su hogar. Ella quería ser quien le diera paz. Nicholas la miró sorprendido, pero luego le sonrió sin palabras, solo se inclinó hacia su centro para darle placer y prepararla para él. La escuchó gemir y estremecerse ante su toque, pero obedeció cada gesto que Nicholas hacía para continuar con la tarea. Mantuvo las piernas abiertas mientras Nicholas se perdía entre sus pliegues y sus manos acariciaban sus senos. - Nicholas… - llamó tratando de hacerlo subir – Me voy a correr… No quiero así… Te necesito dentro… El joven la miró desde su lugar y sonrió con malicia. - Te puedo hacer llegar dos veces, cariño… - le dijo y Laura lo miró con los ojos bien abiertos cuando volvió a lamer su entrada, esta vez, con fuerza en tanto introducía un dedo en su interior disfrutando de su suavidad y como sus paredes lo apretaban - Ahhhh. - el grito involuntario de Laura lo hizo sonreír. - Eso es cariño, dámelo… - ordenó usando sus dedos para generar fricción y aumentar el placer. Laura comenzó a gemir cada vez más fuerte y a retorcerse para controlar la llegada de su orgasmo, pero Nicholas no le dio tregua ante el desafío. La escuchó suplicar, pedirle que parara, pero quería verla llegar, quería ver su expresión en el clímax sin estar perdido en el propio. Era un deseo egoísta, pero quería tener ese nuevo recuerdo para él esta primera vez. Prestó atención a los puntos que le gustaban y tocó gustoso el punto sensible en su interior, pero evitó hacerla llegar. Lo hizo varias veces llevándola al límite y dejándola caer… La escuchó gemir frustrada, pero al parecer conocía su cuerpo lo suficiente para darle esa tortura exquisita. El mismo se sorprendió ante ese lado posesivo y dominante. Tuvo algunas parejas antes, pero nunca duraban debido a que siempre sentía que algo le faltaba. El sexo era mecánico y, aunque sabía que esas mujeres sentían placer. Nunca tuvo el objetivo de dárselos el mismo… de hacer algo más que lo básico para llegar a eyacular e irse.
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