Caminar es el mejor calentamiento que puedo hacer en esta mañana, me ubico en la ciudad de México donde soy natalmente, donde me esforcé constantemente para estudiar en la universidad de psicología, día y noche, todo ese esfuerzo lo he logrado exitosamente, hasta que me gradué de sexología. En el día de hoy camino hacia mi nuevo consultorio que recién he alquilado. Tuve que trabajar por un año entero después de un año, para poder posicionarme más cómodamente donde estoy. Sólo cuento con veintinueve años, y puedo decir ahora estaré donde siempre quise estar.
Mientras, sólo me faltaba llegar a quince metros hacia mi consultorio, me llamo la eufórica de mi amiga, y sé muy bien, que si no le contesto me volverá loca completamente.
-Hola Jessica, ¿Cómo estás? – cruzo por la calle.
-Hola, me siento bien, estoy marmoleando un pastel de bodas, ¿Vas hacia tu consultorio?
-Sí, estoy yendo, casi llego.
-Pues, le he comentado a mi asistente, que eres sexóloga y quiere tener una consulta.
-Ah, pues ella tiene que venir a reservar un cupo
-Bien, le daré la dirección. Ya casi termino, iré en un rato por allá, quiero ver tú consultorio – me dice animada.
-Está bien, tengo que colgar, te espero por aquí.
-Esta bien – cuelgo la llamada.
Entro a mi consultorio, y me sorprende ver a dos personas en la zona de espera, quizás sean los primeros pacientes que voy a atender, me acerco hacia Martha quien es mi secretaria, siendo ella muy competente, por eso me agrada que este conmigo.
-Buenos días – saludo al entrar - ¿Ellos quiénes son? – me acerco hacia Martha.
-Ellos vienen por tus consultas. Escucharon la propaganda en la radio de tus servicios. Te dije que serviría de mucho, a que me contactará con la emisora – me sonríe de medio lado – tienes ahora dos por atender.
-Gracias, Martha – la toco en el brazo - ¿A quién voy a tender primero?
-Primero a la señorita Serrano, que está ubicada de primero, tengo entendido que es enfermera — indica.
–¿Sólo ella?
–No, también vendrá un señor que había llamado para tener una cita con usted, estará por aquí en dos horas – revisa su agenda – se llama Rodolfo Martínez, sé que es dentista especializado en ortodoncia.
-Bien, déjame terminar de atenderlos y después hablamos.
Camino hacia ellos y como sé quién es a la dama que voy a atender, la observe detalladamente mientras que ella estaba en su celular, se veía trasnochada y cansada a la vez.
-Señorita, ya puede pasar conmigo – le indico.
-Si – se levanta de la silla.
La mayoría de las personas que asiste a un psicológico, sé que tienen la necesidad de ser escuchados. Pero percibo en ella que esta decaída totalmente, ya mismo quisiera escuchar su problema.
-Siéntese – le indicó la silla que está enfrente de mi escritorio - ¿En que la puedo ayudar? – le sonrió.
-¿No le va a contar a nadie? Es que yo me siento fatal, con lo que voy a decirle – ella está muy insegura.
-No a nadie, yo soy una profesional, no estoy permitida a compartir tú intimidad con alguien más – me inclino más hacia ella, cuando la veo pensativa – yo puedo ayudarte si me puede contar, todo lo que usted diga, se va a quedar en esta habitación.
-Pues, verá yo soy bisexual. Y tuve mi pareja hace un mes, pero estamos en el borde de la separación – ella observa sus manos.
-¿Cuál es la razón?
-La razón… Es que no me atrevo a tener sexo con ella – sigue bajando la mirada.
-Ok, la relaciones de pareja se basa en tres; la confianza, el respeto y el amor o afecto – le explico con los dedos de mi mano - ¿Has llegado a tener relaciones sexuales?
-Sí, claro con hombres, pero esta es mi primera vez que estoy con una mujer – levanta la mirada del suelo.
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-Ah, entiendo, ¿Qué opina su familia?
-Aun, no se lo he dicho.
-Entonces, ¿No te atreves tener sexo con tu pareja, porque no le has dicho a tú familia?
–Creo sí, es que siento miedo de cómo van a reaccionar.
-Pues, la única forma de que te sientes apta, en el momento cuando tengas intimidad con tú pareja, es que te atrevas a no esconder verdaderamente quien eres, si eres así de reservada con tú familia, también lo serias con los demás, ¿No es cierto?
Ella mira hacia los lados, queriendo evadir mi pregunta.
-Bien, escucha muy bien lo que te diré, la conciencia suele juzgar a nosotros mismos, siempre nos va a bloquear de nuestro camino. Hasta que usted no sea sincera consigo misma y decir a la vez a todo el mundo, que me gustan las mujeres, sin importar lo que piense los demás, créeme, se quitará ese peso de encima – miro su expresión neutra.
-Me da miedo de pensarlo, pero a la vez no quisiera perder a mi pareja – se angustia.
-Siempre pensamos que los problemas vienen de los demás, pero en tú caso, tienes que vencer ese miedo, ¡Te está afectando tú vida s****l! Y tú pareja te necesita, nosotros que somos seres vivientes, deberíamos de dar y recibir afecto. Tú intimidad con tú pareja es fundamental, ¿Estuvieses con alguien que no te llegase a tocar?
-No.
-Es a donde quiero llegar, en este tipo de sucesos, surgen las dudas y la desconfianza, a veces no deseado, eso genera estrés y conflicto. Por eso te digo, el primer paso que tienes que dar es aceptarte a ti misma, de esa forma vas a poder con los demás – trato de animarla.
-No quisiera a que todo el mundo, me diese la espalda por lo que soy.
-Si tú familia te amase lo suficiente, lo hicieran sin prejuicios – poso mi espalda en respaldo de la silla.
-La familia puede ser tú peor juez…
-Da lástima este tipo de situaciones, pero me imagino que ese es el paso que vas a dar – cruzo las piernas - ¿Has llegado sentir deseo por tú pareja?
-Sí.
-Tú barrera está allí – indicó su cabeza – habla con ella, no pierdas al amor de tú vida, por lo que van a pensar los demás.
-Necesito meditar un rato, me voy a retirar – se levanta de la silla.
-Está bien, no dudes en venir después, será un gusto volverte ayudar – me expreso sinceramente.
-Muchas gracias – se dirige hacia la puerta – me llamo María Serrano.
-Un gusto haberte conocido.
Me tomo un vaso de agua, para refrescar la garganta. Al verla salir de mi consultorio, me surgió mucha lastima por ella, su problema radica en que no tiene fuerza de voluntad, en decir, su verdadera orientación s****l, más bien, me parece que estuvo en una relación a escondidas, lo que nunca florecen esas relaciones de esa forma. Siendo psicóloga, puedo decir que nuestro primer enemigo, será nuestra propia mente.
Escucho que tocan la puerta, lo que supongo que debe de ser mi otro paciente.
-Adelante.
-Hola, buenos días.
-Buenos días, puede sentarse – le indico la silla - ¿En que lo puedo ayudar?
-Este es mi primera vez, que asisto al sexólogo – se siente incómodo.
-No se preocupe, puede abrirse a mí, con toda su confianza posible – medio sonrió.
-Bien, mi problema con mi esposa – empieza a alterarse – cada vez que queremos hacer el amor, ella quiere amararme ¡Como un cachorro! No la comprendo, yo no me siento bien así, a mí me gusta hacerlo como la gente normal – recuesta la espalda en el respaldo de la silla.
-Bien, las formas de hacer el amor, es muy amplio, ya ni se enumera. Pero ya es un fetiche, de lo que me estas mencionando, ¿Cada vez que quieren hacer el amor, ella quiere amararte?
-Sí, es mi pareja de hace un año, pero iniciamos nuestra vida s****l hace un mes, cuando ella se sintió segura de hacerlo conmigo – cruza las piernas – pero si he llegado hacerlo con ella, como cinco veces me he sometido a ella, pero ya me aburrió de hacerlo todo el tiempo.
-¿Se lo ha dicho?
-Sí, pero me dice que así el sexo se vuelve más placentero, ¿Qué le parece?
-Pero, ¿Usted se ha sentido bien cuando lo hacían? – le interrogo.
-Pues, si, no lo voy a negar – baja la mirada de la vergüenza – pero creo que deberíamos de ser más normales.
-Cuando usted dice normal, ¿A qué se refiere?
-Pues, tener sexo como la gente común – levanta los hombros.
-Escucha, ¿Le gusta ser sometido?
-Creo que sí, me gusta a que me dominen en el sexo – sus ojos azules me miran fijamente - ¿Estoy loco?
- El masoquismo es una parafília, lo que esta fuera del hábito común – evaluó su expresión - ¿Te gusta serlo o quisieras cambiar? ¿Te sientes bien cuando lo tratan de cachorro?
-Me parece bien donde estoy, y la verdad que no me gusta que me tratara de cachorro, pero lo que a mi si me gusta, es que me domine como su hombre… ¿Tengo que seguir viniendo?
-Puedes venir cuando desees, si te sientes satisfecho con la sesión, empieza a apartar tu cupo desde el fin de semana.
-Sí, tengo que pensar mucho – se levanta de la silla – me llamo Rodolfo, fue un gusto hablar con usted – me estrecha la mano, quien yo respondo.
-Igual, puede traer a su esposa también.
-Trataré, a ella no le gusta estas cosas – se dirige hacia la puerta.
Me ha interesado la sexología por conocer lo gustos sexuales de los demás, que no es igual a que el resto, los masoquistas le fascina ser humillados y maltratados, pero veo que Rodolfo quisiera que fuese de otra forma, quizás a un nivel más alto o bajo, pero sé que su esposa le gusta maltratar o humillar a su esposo, siendo es sadismo, pero veo que le gusta tratarlo como un cachorro, hasta el punto de amarrarlo. Hay un desequilibrio que sólo necesitan ser escuchados y ser atendidos.