PRÓLOGO | CAPÍTULO 0.5

1620 Words
PRÓLOGO | CAPÍTULO 0.5  Ángeles Beckham.  Camino con rapidez entre los pasillos de la empresa, ser madre y hermana de Claus, es complicado, debo hacer cosas que antes no hacía, algunas de ellas ni siquiera sabía hacerlas, el que mi padre haya fallecido no ayuda en nada a mi situación de trabajo y mucho menos mi situación emocional. Hace tres meses que falleció papá y mi hermano aun llora por las noches su ausencia. Lo cual hace que por las noches no logre conciliar bien el sueño. Ninguna noche desde que Claus vive conmigo ha sido fácil, papá sabía todo de mi hermano, mientras que yo solo iba de visita cuando el trabajo me lo permitía. Mi padre nunca se quejó ya que gracias a mi trabajo, yo también les aportaba para cualquier cosa que necesitarán y entendía que había tenido mucha suerte al ser contratada para trabajar con el mismísimo dueño y fundador de la empresa. Pero aun así siempre insistía en que fuera más seguido a casa, ahora siento lo que él sentía, realmente lo extraño. He tenido que convertirme en madre sin ningún aviso, pero no me importa, amo a mi hermano por más molestoso e insoportable que llegue a ser. Lo que si me importa es que voy a llegar tarde al trabajo por tercera vez… Entro en la oficina de mi jefe, quien como siempre ha llegado quince minutos antes de que comiencen las actividades en la empresa. Al abrir la puerta, mientras respiro agitada. Él me mira de arriba abajo y luego frunce el ceño, volviendo después la vista los documentos que está revisando. –Buen día, señor –saludo, él asiente. Tomo asiento en la silla detrás de mi escritorio, el cual está situado solo a unos centímetros del de él. –Buenos días, señorita Beckham –saluda–. Llega tarde –regaña. –Lo sé, señor. Verá mi hermano pequeño aún está asimilando lo que sucedió –él asiente y luego me mira, pero no sé qué pensar así que antes de que regañe nuevamente, digo –, señor, en verdad lo lamento mucho. –Creo haberle dicho que se tomarás unos días apenas falleció su padre, señorita Beckham –dice él, en tono desaprobatorio. Asiento, mientras suspiro un poco –. ¿Entonces por qué no lo hace? –pregunta. –Porque realmente no me parece lo más correcto, señor. Hace de tres años que trabajo aquí y estos son mis primeros meses siendo su secretaria. Así que… –me interrumpe. –De todas maneras entiendo que debería tomarse un tiempo, ya que perdió a un familiar, en las reglas de la empresa lo dice, ¿acaso no leyó bien su contrato? –cuestiona mirándome fijamente. –Sí, lo hice, pero señor. Aunque lo intente mil veces no hará que me vaya. Tenemos trabajo que hacer, así que por favor dejemos el tema por la paz –él se encoje de hombros y regresa la mirada a sus documentos. –Como usted quiera, señorita… Enciendo mi computador, me coloco mis lentes y prosigo a evaluar las ventas de la empresa en la última semana, desde que ingrese aquí, nunca he visto que haya caigo perdidas demasiado grandes, la mayoría del tiempo sobre todo desde que trabajo para él, he sido testigo de la mayor pérdida de la empresa que ha sido del doce por ciento de lo que suelen ganar al mes, sin embargo las ganancias se mantenían por encima de las perdidas, pero a mí jefe le pareció lo peor que podría haber pasado. Pero nunca fue para tanto, otras empresas presentan cuadros estadísticos de pérdidas peores a las nuestras y están bien con eso, ¿la razón? Nunca han esperado mucho de sus empresas. No obstante mi jefe, siempre espera lo mejor de cada uno de sus empleados. –Señorita Beckham –su mano de agita frente mi rostro –Señorita Ángeles, le estaba hablando, ¿está ahora en sus cinco sentido? –asiento, con ganas de matarlo por dentro. – ¿Qué en lo que sucede, señor? –pregunto dejando a un lado la pantalla de mi computador. – ¿Le pidió ya al director de finanzas un balance general de los seis primeros meses de este año? –cuestiona, mientras me mira como si fuera a matarme si mi respuesta es negativa. Sacudo la cabeza negando. Aprieta sus labios –, señorita Beckham, ¿sabe usted para qué está aquí? –asiento. –Para ayudarlo a sobrellevar todo el trabajo y para llevar siempre un informe de los pros y contras que tenga la empresa –él asiente dándome la razón. –Qué está esperando entonces para pedir el balance –interroga, metiendo sus manos en sus bolsillos. –Lo lamento, señor. He tenido la mente en otro lado por la misma situación que usted ya conoce –su rostro se calma un poco y luego habla ya más tranquilo. –Señorita Ángeles, ¿sigue creyendo que no necesita descansar por unos días?  –Niego con la cabeza –Su hermano la necesita… –Eso lo sé, no tiene que preocuparse por mí vida, señor. Yo tengo presente y me hago cargo bien de todas mis responsabilidades, ¿de acuerdo? –por lo último su ceño se frunce. Me muerdo internamente la mejilla, realmente se molestó. Afirma sus manos en la parte delantera de mi escritorio y dice. – ¿Sabe lo que me costó todo formar todo esto, Ángeles? –Pregunta en todo molesto –por años planee esto, no pienso permitir que me hable de esa manera. Soy su jefe y sino fuera porque sé lo que vale, usted no estaría aquí –hago una mueca con los labios. –Se está molestando, ¿por qué, señor? –Cuestiono con incertidumbre –A usted no le gusta que se metan en sus asuntos personales y a mí tampoco –aclaro, viéndolo asentir. –Solo estaba opinando porque su salud me preocupa… –No le he pedido que se preocupe por mí, señor Sinclair –manifiesto cruzándome de brazos –Porque mejor no se preocupa por su esposa y su pequeño hijo. –Cállese, por favor vaya a hacer lo que le pedí –sin más ganas de seguir compartiendo aire con él, me levanto, paso por su lado –pida también un informe de nuestras ventas los seis primeros meses y de lo que compramos para la empresa mismo –asiento, sin decir nada y salgo de su oficina. Ingreso en ascensor que está situado a dos oficinas más allá de la oficina de mi jefe, al ingresar presiono el botón que hará que me dirija a la tercera planta del edificio, pero antes de que las puertas se cierren, alguien interpone su brazo en la puerta, logrando que esta se abra de nuevo. La puerta se abre por completo dejándome ver al hombre frente, sonrío, el único al que considero amigo dentro y fuera de la empresa. El resto puede tratarme bien, pero tengo como un detector para las personas hipócritas y él no lo es… –Ángeles, buen día –saluda, colocándose a mi lado y permitiendo que el ascensor cierre sus puertas – ¿Qué tal? –pregunta mientras me sonríe. –Buenos días, estoy bien hasta donde se puede, y tú, ¿cómo estás? –le dedico un pequeña sonrisa. –He llegado tarde y mi superior me ha regañado… –frunzo el ceño. –Pero como si yo llegue así un momento y eran las seis y cincuenta de la mañana, no puedes haber llegado tan retrasado, Chad –él me mira preocupado y luego extiende su muñeca en la cual lleva su acostumbrado reloj. Lo miro y mi sorpresa es grande al darme cuenta que ya son las siete y veinte de la mañana. – ¿Te sientes bien, Ángeles? –cuestiona, asiento –estas segura. No te ves bien… –Pero lo estoy, solo debo acostumbrarme a mi nueva vida, ¿está bien? –él sonríe un poco y luego asiente –, por cierto, ¿vas a tu oficina? –él asiente, haciendo una línea con los labios. –Claro, ¿necesitas algo? –Sí, ya sabes mi jefe controlador me mando por algunos documentos que seguro sabes dónde pueden estar. – ¿No es usted la secretaria del CEO, señorita Beckham? –pregunta en tono juguetón. –Oye, respeta. Sí soy la secretaria del CEO, tienes razón en ello –salimos del ascensor y comenzamos a caminar –, pero resulta que el señor es un cascarrabias. Uno de los peores jefes del mundo –me quejo. – ¿Qué está diciendo, señorita Beckham? –esa voz me sobresalta y me eriza los bellos de todo el cuerpo –, ¿está usted hablando de Ethan? –pregunta. Tanto Chadli, como yo nos giramos. –Disculpe señor Tisdale, pero debo llevarle a nuestro jefe algunos documentos importantes –intento retirarme pero este vuelve a hablar. –Que no se te olvide para quien trabajas, Ángeles y quien soy yo –sonrío y vuelo a darle la cara. –Señor Tisdale, para usted soy señorita Beckham. Recuerde usted que ambos somos empleados aquí, por más amigo que usted sea del CEO –aclaro, mostrándole tranquila –. Entonces, que tenga buen día -caminamos lejos de allí y seguimos con nuestro trayecto, hasta llegar a la oficina donde trabaja Chad… –Tisdale, nunca dejará de molestarte –dice él, decepcionado. Me entrega dos folders y una carpeta con los documentos que mi jefe me pidió. –Lo tengo problema, no mientras se mantenga a raya…   –…
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