Tom se despertó empapado en sudor frío, absorto en Bill. La mirada que Bill le dirigió aún le ardía en la mente, irradiando cada emoción expresada en ese instante. Tom aún sentía la confusión en los ojos de Bill y el dolor en sus suaves rasgos. No había tenido intención de besarlo, ¿verdad? «No, no soy gay, así que no pude haberlo hecho a propósito. Solo... sentí lástima por él... eso es todo. Porque no soy gay», se dijo Tom, intentando conciliar el sueño. No habían pasado ni doce horas desde su terrible experiencia en la cárcel. El resto del fin de semana se hizo eterno. Lo único que Tom recordaba era el rostro de Bill. Lo único que recordaba era la sensación de los labios de Tom sobre los suyos. Bill se sentó en el parque una vez más, envuelto en la chaqueta que Tom le había dado. S

