¡No, no lo está!».¡No debería haberlo hecho! —No, no pasa nada. En serio —la voz de Bill era apenas audible, lo que le dio a Tom la impresión de que mentía—. ¿Podemos hablar... más tarde? ¿En mi casa? —preguntó Tom. Bill asintió y se marchó. La clase de historia era increíblemente incómoda. Ni Tom ni Bill dirigían la palabra a nadie. La señorita Guilmette estaba preocupada por lo que estaba pasando, pero era demasiado tímida para preguntar. Tenía sus propias maneras de lidiar con las cosas. -VIERNES- Bill no fue a casa de Tom. No tenía fuerza de voluntad para moverse mucho. Estaba demasiado decaído. No se había molestado en ir a la escuela. Simplemente se quedó tumbado en el suelo, escuchando la risa de sus padres. La risa falsa que le dolía en los oídos; sabía que pronto estarían gri

