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3224 Words
                                                                                             Devora   Irme a vivir con Allison y Cody, en teoría, parecía una buena idea. Estar con ambos me distraía lo suficiente de la realidad, en especial cuando ella visitaba a su insoportable madre y me dejaba cuidando a Cody y con un montón de comida para microondas. En uno de esos días, pensando en un panorama para evitar morir de aburrimiento o por los pelos de los gatos, miré de reojo a Cody. Su mirada seguía perdida en el taxi que se llevaba a Allison así que lo invité a ver a su anciano favorito: mi padre. La nostalgia quedó atrás y su rostro se iluminó. Corrió a la ducha y lo seguí porque sabía lo fácil que se distraía con sus submarinos en la bañera y que jamás terminaría de asearse, solo terminaría con la piel azul. Cody me hablaba sobre los motores de los submarinos reales cuando mi celular nuevo comenzó a sonar, Contestar fue todo un tema porque lo táctil seguía siendo un problema para mí. —Wigmore Enterprices & Holigans. ¿Necesita un poco de S&M? —Oh, claro que sí. Planeo atarla a la cama y moler sus huesos a palos porque no nos ha visitado—puse los ojos en blanco al oír la chillona voz de Joe a través del teléfono—. ¿Qué demonios te sucede? —Controla tu lenguaje. Cody está aquí. — ¿Qué demonios te sucede, Joe? —le sonreí a Cody por lo bien que ejecutó su maldición. Estaba aprendiendo de los mejores—. Allison no está, puedo decir “demonios”. —Hola, Cody ¿Puedes convencer a la cretina de tu madre para que nos visite? —Tal vez otro día. Iremos a ver a mi abuelo ahora. —Exacto—retomé la llamada y dejé que Cody siguiera en lo suyo—. Sé que he sido una mierda, pero... —No vas a ser la madrina—apreté el celular en lugar de maldecirlo—. No lo serás y lo sabes. Las primeras dos semanas entendí que ignoraras a Rita, pero te estás yendo al maldito extremo. Ella ni siquiera habla con Katherine. —Oh por favor—me cambié el celular de oído y caminé hasta la puerta—. Iré a verlos mañana ¿Entendido? —Júralo. —Lo juro, por mi moto. —Entonces puedo creerte—lo oí soltar una risa y guardé silencio disfrutándolo. No se lo diría, pero lo extrañaba como nunca—. Te extrañamos. —Sin lugar a duda—vi de reojo a Cody intentaba agarrar a Pirata para lanzarlo al agua así que entré corriendo al baño—. ¡Hey, calma ahí! Déjalo. Te llamo después Joe, adiós. Colgué y dejé el celular junto al lavado para secar a Cody. Me miraba en silencio mientras yo tarareaba alguna canción de Imagine Dragons y fingí que no lo notaba, pero el último tiempo se le daba muy bien esa profundidad. — ¿La extrañas? —su pregunta me atrapó volando bajo. Cody no había vuelto a mencionar a Katherine desde que supo que habíamos terminado así que lo miré fingiendo demencia—. Ya sabes, a Katherine. — ¡Oh, ella! —le sonreí y me encogí de hombros sin darle mucha importancia—. A veces la recuerdo. —No duermes desde que terminaron. Cerré los ojos y me maldije internamente por no ser más cuidadosa en la noche. No quería preocupar a Cody, pero era cierto. No había dormido y si lo hacía era por un par de horas, sin contar que mis medicamentos no estaban haciendo efecto luego de que los dejara por tanto tiempo. Los primeros días fueron los más difíciles. Lloraba siempre en la ducha o cuando Cody dormía. Solo Allison sabía por lo que estaba pasando, pero yo sabía que estaba sufriendo algo muy distinto a una ruptura: yo estaba llorando una pérdida. Recordaba cada momento tan bien, cada sensación y cada sentimiento. Todo seguía muy fresco en mis recuerdos y no faltaba más que oír su nombre para que cayera sobre mi como una tormenta. Aun así, le sonreí a Cody porque él no debía preocuparse. —Estoy con Allison ahora. Todo estará bien. Sonrió porque era eso lo que él quería desde el principio. Luego cooperó en todo y se vistió mientras yo llamaba a Damian. Habían pasado dos meses completos y aún no conocía a mi hermana menor. Papá insistía en que los visitara, pero estaba aplazándolo por miedo ¿Qué tal si no le agradaba? ¿Qué se suponía que debía decirle a una hermana pequeña? ¿Había un manual? Jamás tuve una y yo no era un muy buen ejemplo que seguir. Según Damian, nos esperarían felices, pero apenas llegamos noté la mirada incómoda que me dio su nueva esposa. Era una morena curvilínea de ojos verdes que parecía estar mordiendo su lengua cada cinco segundos y, de forma muy infantil, dije mentalmente que mi madre era más bella. Cody, ignorante de la tensión, corrió al encuentro de Damian y éste lo cargó en sus brazos. Papá había tomado la iniciativa de ir a verme al menos dos veces a la semana, por ende, estaba acostumbrándose a mi vida y a mis amigos. Por desgracia, también se había acostumbrado a Katherine. —Hola, soy Magdalena Wig...ams, yo... La mujer falló en su saludo y fue una pequeña presa de los nervios.  Podía jurar que no era cómodo para ninguna así que traté de alivianarla. —Hola, es un placer Magdalena. Papá habla mucho de ti—estrechó su mano con la mía y le sonreí—. Te queda muy bien Wigmore, mejor que a nosotros. Finalmente sonrió y me invitó a entrar. Papá ya iba adelante cargando a Cody mientras hablaban de los planes del día que se resumían a deportes en el jardín o un recorrido en su auto. Personalmente, deseaba una siesta. —En verdad estoy feliz de conocerte. Sé que debo lucir como un desastre, pero nos tomaste por sorpresa. Hace mucho quería conocerte, tu padre hablaba muy poco de ti. Siempre le dolía. Lo sabía. Papá era igual que yo, charlaba poco sobre lo que le dolía, pero si me había hablado sobre la persuasión que Magdalena había utilizado para hacerlo hablar de mí e ir a buscarme. Básicamente, le debía eso a ella porque era sabido que los hombres Wigmore solo pensaban si tenían la guía de una mujer. —Yo también estoy feliz de conocerte y pues claro, conocer a... Antes de que si quiera lo dijera, miré a Cody estrechando la mano con una pequeña niña que se parecía a mi versión joven. Sin duda tenía todas las facciones Wigmore y si a eso se le sumaban los ojos verdes de su madre había que admitir que la niña era una guapura. Hermanas después de todo. Me miró incómoda unos segundos y luego miró a papá. —Hola, soy Avril—tocó sus manos varias veces antes de estirar una para saludarme—. Es un gusto. —El gusto es mío, Avril—sostuve su pequeña y tibia mano mientras la mecía lentamente—. Yo soy Devora, pero puedes decirme Dev. —Papá te llama Devie—sonreí mirando a Damian que se encogió de hombros—. Yo creí que... —¡Puedes llamarla como quieras! Yo le digo Devie todo el tiempo y le gusta. Cody le sonrió mientras asentía demasiado rápido. Ya le gustaba Avril y casi me burlé de él. —Sí, Devie está bien—solté su mano y ella se volteó a mirar a sus padres—. O como quieras. —Abby, muéstrale la casa a Cody—papá acarició su cabeza mientras Avril sonreía y tomaba la mano de Cody y se lo llevaba corriendo por la casa—. Ella estaba confundida, pero ya entendió que eres su hermana. —Y está emocionada. Lleva días hablando sobre tener una hermana mayor que le enseñe a maquillarse—Magdalena me estiró un refresco mientras se sentaba en el sofá junto a papá. Yo tomé el lugar frente a ellos—. Está muy feliz, solo al principio es tímida. —Me imagino—bebí un sorbo y les sonreí—. Aunque en lo del maquillaje soy pésima. Podríamos ayudarnos mutuamente. —Yo soy igual de mala, así que Avril tendrá una seguidilla de decepciones. Hablando de decepciones, debo ir a sacar el almuerzo del horno. Magdalena se levantó y corrió a la cocina. Damian y yo nos quedamos en silencio hasta que la escuchamos moviendo ollas y tenedores. Desde que nos habíamos arreglado no era difícil hablar con él, pero ahora me miraba de forma extraña, como si no estuviera seguro de que estábamos en el mismo lugar. —Ella se parece mucho a nosotros. Ya sabes, Wigmore—asintió y le dio un sorbo a su copa. Por algún motivo, sentí que debía mantener la conversación para que no se enfocara más en mi—. Para el lado que decida jugar, hará anotaciones. Lo vi sonreír, pero no fue lo suficiente como para distraerse. — ¿Cómo has estado? —Bien—se acomodó mejor en su asiento y me miró con duda—. ¿Qué? —No te ves bien. Creo que deberías llamarla. Suspiré audiblemente tratando de hacerle entender que no era algo de lo que quisiera hablar y mucho menos pensar. —No la llamaré. Su madre me odia. —¿Sabías que tu madre y yo estudiamos con ella en Kenwood? —asentí sin mirarlo y sin ganas de hacer una broma respecto al destino uniendo a nuestras familias desde siempre—. Ella y tu madre no eran las mejores amigas, pero tuvieron sus momentos. —Es fácil entender por qué sus hijas se llevaron de maravillas—dejé el resto de mi refresco sobre la mesa del centro y llevé las manos a mis rodillas—. En verdad no quiero hablar de nada que tenga que ver con Katherine ¿Sí? Sé que tú y ella se encantaron mutuamente, pero no significa nada ahora. Se quedó mirándome mientras asentía en silencio. Magdalena volvió al lugar y comenzó a servir la comida. Con tal de hacer algo me puse de pie y llamé a los chicos para que tomaran su lugar en la mesa y me quitaran la atención indeseada que estaba recibiendo. Damian había comprado una casa muy linda. Era pequeña, pero eso la ayudaba a ser más acogedora. Durante la comida se la pasó hablando de las cosas que aun quería mejorar, pero no le puse atención porque me distraía lo feliz que se veía y lo feliz que yo me sentía solo viéndolo así. Lamentablemente pasaba por los momentos en blanco que yo también tenía. De la nada perdía el hilo de la conversación y se hundía en sus recuerdos. Sonreía por fuera, pero la sonrisa no llenaba sus ojos y sentía que podía leerlo con tanta facilidad y comprender que estaba pensando en mamá. Verlo de ese modo hacía preguntarme si por el resto de mi vida también tendría esa sonrisa vacía al recordar a Katherine. —Cody, ven aquí—alcancé a jalarlo antes de que siguiera acosando a Avril y me miró molesto—. Entiendes que ella es mi hermana ¿Cierto? —asintió confundido y seguí—. Planeo ser muy exigente con sus novios, eso te incluye. Sus mejillas se hicieron tan rojas que no pude contener mi risa. Lamentaba no haber fingido que no había notado su obvio interés luego de que le cortara un montón de flores y se las entregara. Planeaba seguir con mi rol de madre malvada, pero Avril se nos acercó. —Papá dice que tocas la guitarra—en caso de que yo no supiera lo que era una guitarra, ella me mostró la suya—. Yo también lo hago. Quiero decir, papá me está enseñando, pero dice que voy bien. —Eso es genial—se sentó a mi lado y sostuvo su guitarra. Yo dejé que Cody se levantara del césped y buscara a Damian—. Muéstrame que tienes. Cuando comenzó a tocar me di cuenta de que definitivamente era Wigmore. Tenía una pequeña gota de humildad falsa que luego le ganaba elogios. Yo me acomodé a verla y a sonreír por su elección de canciones maduras que de seguro papá le inculcó. Al cabo de unos minutos nos habíamos encerrado en un círculo en donde solo dejamos la guitarra de por medio. La escuché cantar con tanto corazón y tan dulcemente que no me atreví a unírmele porque de seguro terminaría llorando. Pensé en toda la presión que sentía antes de conocerla, pero ahora que podía ver su parecido a mí me sentía relajada de que sacara lo bueno de papá, eso que yo también tenía. Cuando me cedió la guitarra le enseñé unas cuantas canciones actuales y que, de cierta forma, me partían el corazón al hacer referencia a lo que estaba viviendo. Sentí que en esos meses a nadie le dije realmente cómo me sentía, solo se lo dije a Avril a través de las canciones y ella escuchó con atención sin saber que estaba abriéndome.     Nos separaban varios años, pero ahora entendía por qué los hermanos eran tan especiales. —No lo creerás ahora Avril, pero tú y yo seremos mejores amigas de por vida. Su sonrisa era amplia y si no me estaba engañando a mí misma, vi unas cuantas lágrimas en sus ojos. Me daba la impresión de que se sentía sola en su propio hogar, sin importar cuan buenos fueran sus padres. Lo presentía porque también me pasó. —Eso es lo que más quiero, Devie—dejé le guitarra sobre el césped y ella me dio el abrazo más rompecorazones que pude recibir—. Siempre quise tener una hermana mayor. Miré de reojo a papá que era pésimo ocultando sus emociones y su mejor idea fue bajar la mirada. En ese punto, no sabía cuál de los dos estaba más agradecido con el otro. —Gracias por venir. En verdad fue increíble todo—cargué a Cody y Magdalena dejó su mano en mi hombro enviándome toda su calidez—. Estoy muy feliz de conocerte. Le susurré un “yo también” y la vi llevándose a Avril a su habitación. Damian me acompañó al auto y abrió la puerta para que yo pudiera recostar a Cody que ya había alcanzado el sueño profundo. —¿Estás bien? —papá me sostuvo de los brazos y me miró. Logré asentir mientras las lágrimas salían de mis ojos y me convertían en una contradicción andante—. Oh, Devie... —No, tranquilo. Estas son de las buenas—me abrazó y nos quedamos así unos segundos en que pensé bien lo que diría—. Te mereces esa linda familia que tienes. Gracias por dejarme conocerla. —Gracias a ti. No tienes idea lo mucho que quería que se conocieran—nos separamos y miré hacia la puerta—. No quiero que pienses que quería reemplazar a tu madre y a ti. —No, no pienso eso. Magdalena es increíble, parece muy de acuerdo con tu pasado y conmigo. No podías encontrar a nadie mejor o más comprensiva. Después de todo, mereces ser feliz—toqué su mejilla y él se inclinó hacia mi mano—. Y yo estoy feliz por ti. —Tú también lo mereces—asentí quitándole importancia, pero continuó—. Sé que Katherine y tú se arreglarán. Solté una risa para disimular el hecho de que solo con eso mi llanto había aumentado y ya no era del bueno. —Cody despertará si sigue mucho tiempo sentado—dije mientras limpiaba mis mejillas—. Te estaré llamando. —Eso espero—le sonreí desde el asiento y él le dio unas palmadas al auto—. Sabes que eres bienvenida cuando quieras. Mentí sobre Cody. Una vez que se dormía, lo hacía profundamente así que no se despertaría con nada, ni siquiera con mis llantos sobre el volante.   Como no era s*****a ni nada por el estilo, me detuve junto a la gasolinera a llorar una vez que mi vista y mente se hicieron borrosas. ¿Cómo podía siquiera estar sufriendo por alguien que me había dado todo y luego me lo quitó sin una gota de piedad? Quizás era parte de mi infantilismo. Estaba tan acostumbrada a ser yo la que abandonaba y a siempre ser la primera en dejar de sentir que la decisión de Katherine cambió toda mi línea de vida. Ahora no podía estar una simple hora sin pensar en lo mucho que seguía sintiendo, en todo lo que aun quería vivir con ella y en como lo había perdido. Seguí cuestionándome cuando echaba gasolina y chequeaba a Cody dormido en el asiento trasero. —Hey—miré a un chico a mi lado y me señaló el barrio—. Ten cuidado, en el resto del camino hay un montón de pandilleros que están asaltando autos. ¿Tienes con qué defenderte? —Realmente lamentaría si alguno intenta cruzarse en mi camino—me miró con duda y sonreí fingiendo debilidad—. Gas pimienta. Antes de volver a partir le di una mirada al asiento trasero y decidí que debía prevenir y no actuar imprudentemente porque no estaba sola. Llamé a Chloe y apareció a los minutos. Me siguió hasta casa e incluso tuvo la amabilidad de ayudarme a llevar a Cody a su cuarto. Una vez que terminamos, se lanzó al sofá y yo busqué algo para ofrecerle. —Hace años que no estaba aquí. Allison realmente tiene un don con la decoración—asentí y me senté a su lado mientras le entregaba una copa de vino—. ¿Dónde está? —En la casa de su madre. Volverá en tres días. — ¿Y te dejó a Cody? —volví a asentir y ella sonrió—. ¡Jesucristo! ¿Qué será de ti? —Las he tenido peores—bebí de mi copa y mantuve mis ojos cerrados por unos segundos. Había llorado demasiado por un día—.  ¿Qué tal tu vida? —Oh, todo genial. Sabes que amo mi trabajo. Me permite golpear a los malos para descargar mis frustraciones personales y ahora tengo muchas desde que mi novio me fue infiel. Dejé de beber y abrí los ojos ante la confusión. Al mirarla solo estaba asintiendo y esforzándose por no demostrar debilidad. — ¿Quién es el imbécil? Puedo hacer que Joe lo golpee. Sabes que puedo—sonrió y negó con la cabeza—. ¿Qué demonios le pasa? —Ambas sabemos que es estúpido encontrar el sentido en un hombre infiel. El sexo fácil siempre es bienvenido. Asentí. No sabía tanto de hombres por experiencia propia con ellos, pero lo que había visto y escuchado era suficiente. —Lo lamento, Chloe. No creo que ese hombre sea lo suficientemente bueno para merecerte. Me sonrió y se acomodó en el sofá haciendo que sus rodillas rozaran mi muslo. —¿Y tú? Oí que tu cuento de hadas se acabó—asentí riendo mientras volvía a llenar mi copa—. Lo lamento también. Se veía como una chica buena. —Sí, pero yo soy de chicas malas. Después de bebernos casi toda la botella inferí que ella no volvería a la comisaria y yo no me dormiría temprano. No recordaba cómo había iniciado, pero a esas alturas ya la tenía sobre mí y había besado su cuello varias veces. Tenía miedo de seguir y de detenerme, porque si seguía estaba avanzando a la fuerza y si me detenía estaba condenándome para siempre. Entonces pasó. Nos habíamos quitado varias prendas, pero no pude seguir. Mi cuerpo estaba adormecido por el alcohol, pero ponía resistencia a estar con otra persona. Chloe de seguro estaba en la misma situación porque las que éramos después de habernos enamorado ni siquiera se parecían a las que éramos antes y que no hubieran dejado pasar esa oportunidad. Ahora no solo me detenía Katherine, también lo hacía Allison. No estaba dispuesta a volver a lastimarla y retomar una guerra sin sentido así que dejé que Chloe se quedara a dormir. Al otro día tomó sus cosas y la dejé en la puerta mucho antes de que Cody se despertara. Sentía que estaba haciendo lo correcto, pero eso era ante mis ojos. Allison me veía diferente cuando la encontré en la acera con todas sus maletas a su lado. Al ver a Chloe salir toda la escena cambió ante esos ojos que vieron seguidillas de traiciones de mi parte y ahora no confiarían nuevamente. 
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