Capitulo I

578 Words
12 de septiembre de 1992. La noche en Florida se ha vuelto más fría, al estar con mi esposa a escondidas me aumenta la adrenalina por cada paso que daba con ella. Cautelosamente nos adentramos en la oscuridad en busca de un hombre de quien tenemos la orden de asesinarlo. Tenemos armas de alta calibre dispuesto en hacer bien nuestro trabajo. Únicamente venimos por él, debido a que es el jefe del comando de resguardo de la ciudad. Por eso mismo, muchos han intentado exterminarlo por todos los medios posibles, principalmente por las pandillas de los suburbios que han querido hacerlo, e incluso algunos personajes del Estado en relación con la política, ya que, el hombre es bueno en su labor y eso no le conviene a muchos de la corrupción, esa es la debida razón de que estamos aquí. Nos habían pagado una suma de dinero considerable para hacer el sicariato. Sin embargo, a pesar de que los dos llevamos haciendo esto por años, aún nos da ansiedad al tener que asesinar a alguien, sin estar seguros verdaderamente si en realidad seremos nosotros quien terminemos desangrando en el suelo. Ahora estamos escondidos encima de las copas de un árbol, esperando la oportunidad perfecta de entrar en acción, ahora que estamos buscando a que todos estén sumamente dormidos en esta oscura noche, pero están los de vigilancia, pero siempre entramos en distintas zonas, como; ventanas, puertas traseras o simplemente disparamos a una larga distancia. -¿Recuerdas la primera vez que nos unimos? Pensaba que en realidad te asustaban las balas – le digo a mi esposa. -Los hombres siempre subestiman a las mujeres – hace una mueca – más bien, las balas huyen de mí. -Como te gusta imaginar – le sonrío. Nos acercamos hacia la escuela de formación de policías de la ciudad, ya que, por aquí está a quien estamos buscando. Creo que aproximadamente está integrado por mil polizontes en este centro de formación académica, por eso tenemos el meticuloso cuidado de no llamar la atención de nadie. Ahora prácticamente estaríamos caminando sobre en una cueva llena de feroces leones, para así decirlo, al haber entrado por el balcón seguido con mi esposa, por eso habíamos trepado el árbol y de esa forma estudiamos el área, las ramas eran largas y fuertes lo que es bueno por haber soportado el peso de los dos. Hay ciertos reclutas que están merodeando por los pasillos, pero no nos incumbe, a menos que hagamos demasiado ruido o que llamáramos demasiado la atención, por lo menos, no lo hicimos con los de la entrada principal y trasera. -No pensé que llegaríamos a hacer esto en mi vida – me dice mi esposa – asesinar al jefe del comando de resguardo – pisa cuidadosamente. -Y por los que nos toca hacer en un futuro – afirmo. El único que nos llegaba a facilitar la operación era la luz de la luna, porque aquí toda las luces de los focos estaban apagadas, ya traspasó la media noche, lo que era importante terminar lo antes posible todo. Rápidamente nos habíamos acercado hacia las puertas francesas del balcón, estaba bajo seguro pero no era un impedimento por pasar hacia la habitación del señor Castell, que a la vez también es teniente y le habían asignado ese puesto por parte del gobierno americano. Forcejeamos el picaporte entre mi esposa y yo, lo que finalmente lo abrimos y pasamos hacia la habitación meticulosamente, con la
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