3: Solo me interesa la chica virgen

2065 Words
Un hombre bien vestido puso un pie en el burdel en el que Sophie sería subastada ese día, él llevaba un bastón del cual se apoyaba, su barba y su cabello estaban bien arreglados. Al entrar le mostró a Valerie todos los certificados de salud diciendo que estaba en perfecto estado. — Muy bien, eres bienvenido a mi casa. Dime a cuál de mis pollitas quieres, tengo variedad como puedes ver. — Solo me interesa la chica virgen que va a ser subastada esta noche, quiero que me lleves al sitio donde las tienes. Un cuarto oscuro era el sitio en el cual cada uno tenía un cubículo, Sophie no fue expuesta en absoluto, pero sí había una foto de ella en la pantalla, la misma Valerie dio inicio a la puja y las cifras iban subiendo de cien mil en adelante, finalmente la virginidad de la chica fue obtenida por el recién aparecido. Sophie, al darse cuenta de lo sucedido, tuvo una mezcla de sentimientos que iban desde la felicidad hasta la amargura. — Vamos cariño, tienes que poner de tu parte — Valerie secó las lágrimas de Sophie — sé que no es la manera de perder tu virginidad, pero recuerda que gracias a esto vas a tener a tu hermana entre tus brazos. La chica se preparó para tener intimidad con el hombre que había pagado para pasar una noche con ella, la habitación principal fue preparada para el encuentro, antes de entrar por petición de este cliente nuevo sus ojos fueron vendados. Sophie al entrar a la habitación fue guiada amablemente por una mano, estaba muy nerviosa y él lo sintió, aquel vagabundo que se sentaba delante del burdel no existía en absoluto. Un hombre muy apuesto se encontraba frente a la chica llena de temor, empezó a acariciarla lentamente. — Escucha, no quisiera hacer esto, pero tengo mis motivos. Por favor espero que algún día me puedas disculpar por lo que voy a hacer. Sus labios fueron a los de la chica y le dio un beso casto que hizo que su corazón palpitará de forma desenfrenada, la llevó a la cama y ahí empezó a quitarle su ropa poco a poco, los brazos delgados de Sophie cubrieron su desnudez. — ¿Quieres que apagué la luz? — él preguntó con voz ronca y ella asintió — muy bien, solo dime que quieres para hacerte sentir cómoda. — Solo eso, por favor, sea delicado pero rápido. Me encuentro demasiado nerviosa y espero que comprenda en caso de que cometa un error. La luz fue apagada, Sophie a pesar de esto mantenía el vendaje que fue retirado y solo pudo ver la silueta de aquel hombre que estaba encima de él. — Voy a entrar — él la besó — trata de relajarte para que no salgas lastimada. La virginidad de Sophie fue arrebatada con delicadeza, un sentimiento que nunca antes había sentido, se apoderó de su cuerpo, iba desde el agradecimiento hacia este hombre por haber sido tan delicado y también el dolor al saber que perdió una de las cosas más importantes para una mujer. — Me tengo que ir, disculpa por lo que hice y créeme que fue necesario hacerlo aunque no lo parezca. El hombre se fue y Sophie se levantó en dirección al baño. Se duchó y luego de eso fue a los brazos abiertos de Valerie que la consoló por lo que hizo. Al día siguiente ella llegó dónde su padre y le dio el dinero que exigía. — Vaya, por un momento pensé que tu hermana te había dejado de importar, ven mañana para darte a esa mocosa. — Pero papá, la quiero en este momento, ya tienes tu dinero, que es lo que te importa. — No, dado que pudiste conseguir semejante cantidad de dinero y te miras muy bien, supongo que te está yendo bastante bien, así que vas a seguir haciendo lo que haces, poco me importa, solo sigue de una maldita vez. — El trato no era ese y lo sabes bien, ahora dame a Miem si no quieres que te mate aquí mismo, le jure a mi madre que la protegería y por ella hago cualquier cosa. — Largo de aquí, voy a hacer como que nada de esto pasó debido a la cantidad que me estás pagando, quiero el dinero en el mismo tiempo, claro está, si deseas ver a la llorona de Miem. — ¡¿Te has escuchado?! Somos tus hijas, no unas aparecidas; ¿Por qué te portas así con nosotras? Esa pregunta me he hecho por muchos años. — ¡¿Quieres saber la verdad?! — él le gritó y la tomó de sus hombros — ¡Es porque no eres mi hija y tampoco esa mocosa! La zorra de tu madre se revolcó con un tipo y producto de eso nacieron ustedes, es por culpa de esa puta que me metí en el vicio de la droga. Sophie fue sacada de la casa, caminó sobre sus propios pasos y pensó en lo que su padre le había dicho. No podía creer que su madre le fuera infiel, no quería creerle, pero había algo en el fondo que le decía que era la verdad, por un momento creyó que tal confesión le afectaría y lo cierto es que tenía cierto alivio al pensar en que no se encontraba emparentada con ese tipo. — ¿Qué sucedió? — preguntó Valerie al ver llegar a Sophie sola — pensé que vendrías con tu hermana, las chicas hasta organizaron la bienvenida y todo el asunto. — Él no me la quiso dar, quiere que le dé más dinero y es algo que no puedo hacer — ella contestó casi al borde del llanto — no tenía planes de trabajar aquí de forma definitiva, sinceramente espero que no se le haga una costumbre hacer esto porque siento que me voy a volver loca. — Puedo decirle a Andrea que le haga una visita, estoy segura de que con una calentadita se le va a ir al demonio ese juego que tiene contigo. — ¡No! No vaya a ser que le haga algo a Miem, seguiré acá en el burdel en caso de que quieras tenerme, solo que no como prostituta. Valerie le sonrió de forma comprensiva a Sophie, ella accedió sin ningún problema y después de eso se fueron a comer lo que las chicas habían preparado, la pobre chica se miraba preocupada, pero por el momento solo quedaba esperar a que la situación fuera mejorando y tener el dinero que su progenitor le pedía. — Es mucha comida — dijo Sophie mirando todo lo que las chicas habían preparado — déjenme ir a darle un poco a un hombre que se encuentra fuera, al menos la porción que le tocaba a Miem. — Ten cuidado — dijo una de las chicas — que ese hombre es peligroso y te puede atacar, puedes decirle a Andrea que te acompañe para que no te haga nada. — No es necesario, hasta el momento él no se ha propasado conmigo y no creo que tenga las intenciones de hacerlo, no demoró nada. Sophie salió del burdel y fue donde se encontraba el vagabundo, él estaba temblando debido a que tenía una fiebre muy grande; ella se asustó y empezó a llamar a Andrea mientras cargaba al hombre. — Pero qué rayos estás haciendo, pollita — la jefa salió y llevó su mano a la boca al ver la escena — Andrea, ve a ayudarle, con costo se mantiene en pie. Llevaron al hombre a la habitación de Sophie, ella lo acostó en su cama sin pensarlo dos veces a pesar de que no tenía el mejor olor. La dejaron sola, ya que no podían soportar la peste, la pequeña mujer se levantó y fue al baño que tenía, ahí tomó algunas cosas que iba a necesitar y poco a poco empezó a limpiar al indigente. — Shhh, ten calma — ella lo detuvo cuando él intentó levantarse — todo va a estar bien, te encuentras a salvo y necesitas un buen baño, pero no es el momento, así que tranquilo, solo permíteme que te limpie la cara y eso es todo, buscaré algo de ropa para ti. Solo no te vayas, puedes pasar la noche aquí en mi cuarto, hoy no voy a trabajar, así que estamos a salvo. El cuarto de Sophie fue cerrado con llave, ella encontró algo de ropa entre las cosas que los clientes le habían dejado a las chicas y de esta forma fue que el vagabundo pudo tener un cambio de prendas además de un baño. Mantenía el cabello largo y una barba poblada, lo intentaron rasurar, pero al final no pudieron, ya que él no quería y esta mujer respetó su decisión. — Lo siento — Sophie se disculpó por los gemidos mientras limpiaba el rostro del hombre — creo que te va a ser difícil poder conciliar el sueño, tengo unas gotas que me ayudan con esto, así que espera. — No es necesario — él la detuvo y habló por primera vez, tenía una voz ronca que se le hacía familiar— deberías dormir, te miras algo cansada, prometo no hacerte nada, así que puedes dormir aquí a mi lado. Sophie por un motivo que desconocía decidió confiar en el desconocido, ella se acostó a su lado y al escuchar los gemidos aumentar junto con las carreras en el pasillo le dio cierta vergüenza por el vagabundo, tapó sus oídos para ver si de esta forma podía lidiar un poco con la pena y se sorprendió cuando sintió los brazos de su acompañante rodearla. — No te asustes, siento la necesidad de protegerte. Es algo tonto, lo sé, pero permíteme darte un abrazo porque al mismo tiempo siento que tienes necesidad de uno. — Es la primera vez que siento a alguien querer protegerme, quizás voy a hablar de más, pero me encuentro en una situación muy delicada, quiero tener a mi hermana a mi lado y mi padre no me la quiere dar. — Si gustas puedes contarme lo que sucede, dicen que las penas compartidas pesan menos — Sophie le contó todo y él se quedó pensativo — te aconsejo que vayas donde tu padre, solo que esta vez llegues con compañía. Los primeros rayos del sol llegaron y el vagabundo fue el primero en despertar, miró que Sophie dormía profundamente y se grabó bien su rostro, le dio un beso en la frente y salió en completo sigilo mientras ignoraba los preservativos que había regado además de la ropa interior tanto masculina como femenina. Al salir del burdel fue encontrado por dos hombres bien vestidos y se fue en el carro de lujo. Sophie se despertó en el momento que no sintió al vagabundo, ella sintió cierta tristeza al ver que ya se había ido y fue a buscarlo al mismo sitio. Salió de la casa para buscarlo en el sitio de siempre y su decepción fue igual de grande al ver que ya no se encontraba en ese sitio. — Bueno, supongo que decidió irse a otro lado. Al menos pasó una noche segura y en la comodidad de una cama caliente. Sophie entró al cuarto y se puso a pensar en su hermana, aún tenía dinero suficiente, quería donarlo a algún hospital, ya que hacía buena falta en ese pueblo, pero no podía dejar a Miem de lado cuando más la necesitaba. Salió del burdel y fue a su casa, encontró a su padre sumamente drogado, este era incapaz de pronunciar una sola sílaba, así que decidió esperar a que reaccionará. — ¿Qué estás haciendo aquí? — él se levantó trastabillando — ¿Acaso ya tienes mi dinero? Necesito que me lo des, apresúrate si es que quieres ver a tu hermana. — Quiero que traigas a mi hermana — ella abrió su bolso y dejó en evidencia varios fajos de billetes — solo así es que te voy a dar este dinero, no se encuentra a discusión, así que apresúrate. En el momento que el hombre miró el dinero se le quiso ir a su hija encima, pero ella sacó un cuchillo que terminó hiriendo una de sus mejillas, él sangró mucho y miraba con asombro a la mujer que estaba delante suyo…
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