Capítulo 5

2352 Words
—¡Bienvenidos a Rusia! Un grito me despertó de golpe, di un brinco, pero el cinturón de mi asiento me retuvo y me vi con un constante dolor en el estómago durante todo el día. ¡¿Quién había sido el bastardo culpable de mi dolor?! Lo busqué con la mirada y encontré a un desconocido en la puerta de la aeronave y Marcel Klaus tratando de callarlo, obviamente no lo hizo a tiempo. Su amigo, unos centímetros más bajo que él, me miró con extrema curiosidad. —¡No sabía que tenías compañía! —dijo en voz alta, con un acento francés muy marcado que solamente había escuchado en películas —. Ey, Al… —, mi compañero cubrió la boca de su amigo con una mano rápidamente y entonces procedió a susurrarle algo a su amigo —. ¡¿Qué?! ¡¿Por qué no puedo decir tu nombre, amigo? —dijo, indignado. Procedí a quitarme el cinturón para levantarme, ya no quería retrasar más a los demás. Me puse de pie y arreglé mis ropas como pude, pero no sirvió de nada, las arrugas no desaparecerían con mis manos por arte de magia. Me acerqué a ellos, después de pelear con mi cabello y me preparé para las presentaciones. —Necesito que me digas la verdad —dijo su amigo, incrédulo —. Tú no sabes quién es él y él no sabe quién eres tú —dijo con una sonrisa burlona. —Es verdad. —¡No! —, la sorpresa lo invadió y nos miró de forma intercalada —. ¿A qué están jugando? —Pues… —Me detuve a pensar en una respuesta —. Somos todo lo que queramos ser… ¿Cierto? —¿Y qué quieren ser exactamente? A mí me gusta ser quien ya soy. Por cierto, mi nombre es Francis —, se presentó extendiendo su mano —. ¿Eres del tipo de apretones o de besos? Lo miré de forma extraña y decidí apretar su mano en forma de saludo, y en ese momento noté un aire travieso en su mirada. Cuando mi mano tocó la suya, me empujo contra él y me dio unos cuantos besos en ambas mejillas con rapidez inesperada. Me aleje medio asustada y lo miré como si estuviera loco mientras cubría mis mejillas con ambas manos. —Lo siento, yo soy de besos —dijo con una sonrisa traviesa que lo hacía lucir como un gato un tanto malvado. —No te pases —dijo el chico rubio agarrando del cuello de la camisa al otro chico rubio. ¡Dios, estoy rodeada de rubios! —Nosotros, simplemente queremos un poco de tranquilidad, ella tiene sus problemas y yo los míos. Así que no la molestes… —¿Y qué son ustedes exactamente? —preguntó su amigo con cierta malicia. —Amigos, supongo —respondió él, pensativo —. ¿Qué somos ahora mismo? —me preguntó de repente y recordé nuestro acuerdo, ¿qué fingiremos ser en Rusia? No había pensado en ello, del mismo modo en que nunca pensé estar en aquel país o cualquier otro. —Quiero ser cenicienta —dije de repente recordando mi niñez. —¿Cenicienta? Estás en el país equivocado chica, aquí podrías ser la princesa Anastasia; pero, en fin... —comentó Francis —. ¿Y entonces mi amigo será tu príncipe? —, empezó a reír de repente —. Vaya, esto se siente casi real —continuó riendo —. Ey, ¿por qué no hacemos una cenicienta con triángulo amoroso? También quiero jugar —, levantó su mano pidiendo ser parte del asunto como si se tratará de un juego de roles y tal vez lo era. —No quiero ser un príncipe… —Me parece que ya es tarde para eso —se burló su amigo y él no lució muy complacido, en realidad, era la primera vez que veía aquella expresión de molestia en su rostro y eso me incomodaba un poco. —¿Por qué quieres ser cenicienta? ¿Deseas casarte con el príncipe azul? ¿Quieres riquezas? —preguntó con un tono neutral, pero su expresión seguía incomodándome. —No —respondí con cierta timidez, un tanto intimidada por su mirada —. Es… Es por… —, los dos me miraban en espera de mi respuesta —. ¡Es por el vestido! ¡Siempre quise usar el vestido azul de cenicienta! —grité y ellos me miraron sorprendidos, hasta que Francis empezó a reír de nuevo —. ¡¿Qué?! El vestido es hermoso —comenté, de nuevo bajando mi voz con timidez. —Con que el vestido —dijo él y entonces tomó mi mano, enviando un extraño cosquilleo por todo mi cuerpo, el cual aumentó cuando me sonrió con amabilidad. —Entiendo, yo siempre quise ser un rockero, ellos visten asombroso —, su sonrisa aumentó y yo traté de imaginarlo como un rockero de cabello largo, vestido de n***o y… ¡No! Sería extraño, pero quién era yo para destruir sus sueños —. Bien, prometo conseguirte ese vestido. —Y… Y… ¿Y el triángulo amoroso? —Francis se movía de un lado a otro tratando de captar nuestra atención —. Prometo ser un buen oponente para el príncipe —insistió, acercándose más a mí, como si yo tuviera el poder para hacer todo ello realidad —. Seré un gran heredero, una muy buena opción, tendrías riqueza sin los compromisos y exigencias que conlleva ser una princesa —, mientras explicaba, su sonrisa de nuevo se tornaba como la de un gato travieso, aunque nunca hubiera visto uno sonreír, de todos modos, lucía como tal. —¿Qué piensas al respecto, príncipe? —se dirigió a su amigo y este le dedicó una mirada amenazante. —Está bien, pero contrólate —le advirtió. —¡Sí! —exclamó en victoria —. Mi lady, por favor, déjeme guiarla a su carruaje —, tomó mi mano libre y mi supuesto príncipe lo miró como si estuviera a punto de asesinarlo, y renuente a liberar mi otra mano. Ambos, me guiaron a las escaleras para bajar del avión privado, lugar que me dio la oportunidad de liberarme de ellos. Mientras descendía, vi ante mí una limusina —. Será mejor que te sientes en medio de los dos, de otro modo, creeré que ya tienes algún favoritismo —, su mirada realmente me generaba desconfianza —. ¡Eso sería trampa! —Creí que necesitabas el avión para marcharte —dijo mi príncipe de repente. —Oh, tuve un cambio de planes. Ambos lo miramos con sospecha.     El hotel al que llegamos lucía monumental y muy elegante, no me sentía muy segura allí, como si realmente no encajara. Mi compañero por el contrario se veía como cualquier otra persona allí, con una mirada fría y un agarre fuerte en mi mano, algo lo tenía en un estado de alerta. Seguí a los dos chicos que se escondían bajo gorros y gafas de sol, que incluso a mi me habían obligado a usar. Entramos y fuimos directo al ascensor rodeados de unos hombres extraños vestidos de n***o que se podían quedar tan quietos como estatuas por muchos minutos. Estos sostuvieron las puertas del ascensor abierto para nosotros y nos siguieron sin entrar a nuestra suite. No pude quedarme atrás para ver donde exactamente se quedaban esos hombres, pero empezaba a creer que aún seguían en el pasillo. —No sabía que venías con una acompañante, así que no reservé más suites —se disculpó Francis —. Tampoco creo que haya una disponible en este momento —agregó —. Pero, no te preocupes, esta suite tiene tres habitaciones, me parece que he elegido bien sin saberlo. —Yo… —Ve a tomar un baño —dijo mi compañero de repente con una expresión seria —. Ya sabes, te gusta ir primero —comentó con cierta incomodidad y escondida urgencia. —Oh, ya conocen hasta sus hábitos de baño —, Francis nos miró con burlesca ternura —. Puedes tomar esa habitación, tiene un baño propio —explicó y señaló una puerta. Tuve la extraña sensación que me querían fuera de allí tan rápido como fuera posible, probablemente necesitaban tener algún tipo de conversación privada. No es como si realmente me interesara. Así que fui a la habitación y revisé el baño con gran emoción, ahora que estaba finalmente sola, podía dar cuantos saltos quisiera y unas cuantas volteretas. Estaba en un universo paralelo al mío, rodeada de lujos. La cama era gigante, las ventanas mostraban una vista de toda la ciudad, el baño parecía de oro… ¡Esperen! Creo que sí era de oro. ¿En dónde me encontraba exactamente? No estaba muy segura y eso me asustó un poco. Pensé tomar un baño en la grandiosa tina del baño, aunque no sabía si realmente podría llamarse así. En ese momento me di cuenta de que no tenía el equipaje conmigo, necesitaba mi ropa, por lo tanto, regresé a la sala de estar de la suite, pero me detuve antes de quedar a la vista de los dos chicos. Me pareció que la conversación que llevaban no era muy alegre y sería incómodo interrumpir tan tenso ambiente. —Parece que tus padres andan buscándote por cielo y tierra. ¿En qué estás pensando Al? —, su amigo parecía preocupado —. Además, ¿quién es esa chica? ¿aunque sea conoces algo de ella? Porque ese jueguito de ustedes no tiene nada de sentido. Perdiste la cabeza… Supongo que en todo ese tiempo habría estado explicando a su amigo nuestro extraño trato. —Tienes que regresar. —No, necesito pensar, ya te lo dije. Si regreso ahora todo seguirá igual, necesito encontrarme a mí mismo. —¿Y esta locura te ayuda a encontrarte a ti mismo o es la presencia de esa chica lo que te mantiene en este viaje? Porque, piénsalo bien, ¿qué pasará cuando todo termine? ¿no puedo dejarte continuar con esto? Al menos, deberíamos investigar un poco sobre la chica —dijo y el silencio envolvió la sala. —No voy a romper mi promesa con ella —, su voz se escuchó tensa y molesta. —Tú no tendrás que hacerlo. —François —advirtió y me di cuenta cuál era su verdadero nombre, no muy diferente con el cual se presentó. Pero, con tanto nombre falso en uso, tampoco me sentí muy segura sobre esa información. —¿Has revisado su bolso? ¿No tienes curiosidad? ¿Cuál es su nacionalidad, su edad, su nombre? Podría ser una delincuente o algo peor, si es que existe algo de mayor gravedad. —No voy a revisar su bolso. —Como tampoco vas a regresar —refunfuñó François —. ¿Qué pasará con Linnea? ¿Sabes lo destrozada que quedó? —¿De qué hablas? —Eso suponía, siempre tan ingenuo… Ella ya estaba informada. Linnea ya sabía sobre la propuesta de matrimonio, la estuvo esperando todo este tiempo. Le rompiste el corazón, Al —concluyó su amigo con gravedad. —Querrás decir sus sueños, no su corazón —, había amargura en sus palabras —. No la amo y ella tampoco me ama. —Eso es para otro tipo de gente, no para nosotros. La utopía del amor, completamente inexistente. No sabía que estuvieras en su búsqueda, ¿eso es lo que significa esa chica?, ¿ella es todo lo que no puedes tener?, ¿todas esas estúpidas fantasías? Porque, ambos sabemos que al final la cenicienta siempre será un simple cuento de hadas, irreal. Di un movimiento errado y moví un jarrón por accidente, ya no había marcha atrás, mi presencia no podía pasar desapercibida ni un minuto más. Puse el jarrón en su lugar y cuando di la vuelta, François ya estaba allí, mirándome con suspicacia. Le di una sonrisa tímida e inocente, no me gustaba ser atrapada espiando a otros. —Lo siento, por poco y destrozo un jarrón —me disculpé —. Venía tan deprisa que no me fije… —¿Pasa algo? —Al apareció detrás de su amigo y sentí una creciente curiosidad por saber su verdadero nombre completo. —Nada, casi ocasioné un accidente —le señalé el jarrón de flores azules —. Iba a tomar un baño, pero recordé que no había llevado mi ropa —expliqué. —Oh —dijo él, entonces regresó a la sala de estar y volvió con mi bolso en sus manos —. No te preocupes por el jarrón, no es tan caro —, no le creía ni un poco. —Gracias —, tomé el bolso y lo abracé contra mi pecho —. Si me disculpan —, inicié mi camino de regreso a la habitación. —¿Crees que nos haya escuchado? —, logré escuchar a François cuando cerraba la puerta detrás de mí. Llena de nervios, puse mi bolso sobre la cama y saqué todas mis pertenencias, entre ellas una bolsa negra muy bien camuflada en el fondo. Revisé la habitación en busca de un lugar seguro, con mis manos palpe las paredes y luego el techo. Fui a la gran habitación de baño y encontré un lugar oscuro sobre un armario de baño, busqué algo en lo cual subir y dejé aquella bolsa en la parte superior del armario blanco. Era algo que no podía dejar a la vista de todos o me pondría en riesgo y François parecía demasiado curioso. Nada bueno para mí. Después de dejarlo allí, bajé para comprobar que nadie lo pudiera ver al entrar al baño y, luego me sentí un poco tonta al pensar que todos poseían más altura y por ende tenían un campo de visión diferente al mío. Pero, no se me ocurrió donde más ocultar el objeto, era mi única posibilidad.
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