Prólogo

425 Words
La caja con el anillo de compromiso pesa en mi bolsillo, puede que incluso esté pensando en vomitar antes de entrar en aquella habitación donde participaría en la mentira más grande de mi vida. Sí, voy a protagonizar el espectáculo más grande y esperado por el mundo, lo cual significará miles de fotografías en los periódicos, llenas de sonrisas falsas y una historia de amor de cuento de hadas irreal que me dejará atrapado por siempre en un guión para el cual nunca quise firmar. Era el siglo veintiuno y, sin embargo, me encontraba atrapado en reglas de épocas muy distantes. Todo ese dinero y todo ese poder, se supone que es algo que quiero tener o solamente me criaron para pensar eso. ¿Qué decía la constitución? ¿Qué dice el mundo? —Mira, querida. Parece que algo grande va a pasar en el salón oficial —dijo un hombre de mediana edad a su esposa, y retrocedí para ocultar mi rostro y evitar cualquier alboroto. En ese momento, sin percatarme, me puse en todo el camino de una chica que pasaba y terminamos chocando. Su pequeño bolso de gala cayó al suelo y todo tipo de folletos salieron de este, cubriendo el suelo entre nosotros. —Disculpe, ha sido mi culpa —susurré y me apresuré a ayudarle a meter los papeles en su bolso. Recuerdo ver un mapa y luego un folleto con el título, eres dueño de tu vida, vívela como tú lo desees. —Está bien —, su acento extranjero llamó mi atención y levanté la mirada para detallar su rostro, lamentablemente estaba fuera de mi vista. En ese justo momento escuché a alguien llamarme, el guardia del que había escapado minutos atrás me buscaba, me llamaba por un sobrenombre que le había permitido para cuando hubiera mucha gente y no quisiéramos llamar mucho la atención. Me parecía un poco tonta aquella estrategia, no es como si tuviera un nombre único. Me volví a la chica, quien se levantaba del suelo con todo dentro de su bolso, lista para marcharse con gran presura. —Gracias —dijo con una pequeña inclinación que ocultó su rostro bajo su cabello rubio y se marchó al instante sin darme tiempo de preguntar o decir algo, cualquier cosa. La vi marcharse y recordé la razón por la cual me encontraba allí al sentir aquella caja en mi bolsillo del pantalón, y pensé, ¿realmente quiero esto? No y no dejaré que decidan por mí de nuevo, yo soy el dueño de mi vida.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD