Estados Unidos, Chicago.
Sobre la mesa tenia un radiante ramo de rosas blancas, mis favoritas. Chase mi ex, un estúpido c*****o creía que por venirme con regalos iba a disuadirme y a volver con él. Ni loca, Ni harta vino, ni por todo el oro del mundo, yo volvería con él. Ya me la había jugado dos veces y tonta de mi lo había perdonado. Lo había querido, si lo había querido, pero después de todas sus faltas y engaños, ya no. Por fin se me había caído la venda de los ojos. Por fin podía ver más allá, de esa cara de póster y esa actitud de machito alfa que era Chase Parker.
Chris mi mejor amigo, me había ayudado a superarlo. Había soportado mis llantos y malhumor. Y siempre había estado ahí, dándome animo, consolándome, pese a todo.
Cogí el ramo y con todo el dolor de mi corazón – pues las flores eran preciosas y no tenían la culpa- fui a tirarlas a la basura cuando escuche:
-¿Se puede saber que haces? -la pregunta de Savannah mi compañera de trabajo me hizo girarme. La enfoqué con los ojos y contesté.
-Son del c*****o de mi ex. Pero sí tú las quieres te las doy.
Cogió las rosas y antes de irse me dijo:
-Lo siento, y gracias -me beso en la mejilla, sonrió contenta y entró por la puerta que daba al baño.
Me quedé donde estaba. A esa hora de la tarde el hotel donde trabajaba permanecía casi vació. Solo una mujer sentada con su perrito Chivo, en los sofás de recepción, un señor trajeado leyendo y un par de jóvenes jugando al ajedrez.
Eran las cuatro y veinte. Lo hospedados o se quedaban en sus habitaciones o salían a visitar la ciudad. Poco habitual que alguien merodeara por allí a esa hora. Me senté en mi silla de escritorio y me distraje como pude.
A la hora de marcharme, Savannah me llevo a casa, mi coche se encontraba en el taller, lo estaban reparando, el día anterior me había chocado con un pivote y la parte trasera había quedado magullada y aplastada. Hecha un desastre.
Savannah me dejo en la puerta de mi bloque de piso. Me despedí de ella con dos besos y baje del coche. Le dije adiós con la mano.
-¿Te han gustado las rosas?
Sabía quien estaba detrás de mí, podía oler el aroma de su perfume y su amplia sonrisa blanca. Era Chase.
Me volví y lo mire a los ojos con la cabeza bien alta.
-No. Y no las he tirado a la basura porque se las ha quedado Savannah.
Me miro achinando los ojos, sin comprende porque había hecho algo así.
Definitivamente era un verdadero c*****o.
-Me he gastado un dineral en las flores. Eran para ti.
-Pues te las hubieras ahorrado, yo no te he pedido nada y haber cuando te entra en esa cabeza que por lo visto no usas de que lo hemos dejado.
Sonrió como siempre hacia en estos casos. El muy cabrón pensaba que otra vez lo perdonaría, que otra vez volvería con él, pero si realmente creía eso estaba más que equivocado. Dio un paso hacía mí, la distancia entre ambos no era muy grande, estábamos a tres pasos el uno del otro.
-Vamos Alyssa, nena. No seas tontita, sabes que te quiero.
Mis ojos se abrieron como platillos grandes de música. Unos fuertes calores me recorrieron entera, no porque le deseara o me agitara de placer al tenerlo en frente y diciéndome esas palabras, no, sino de rabia y coraje. Era un gilipollas, engreído, sinvergüenza y asqueroso...
-No te resistas a lo que sientes, sé que tú también me quieres -dijo y sus ojos y su boca sonrieron, pero esa sonrisita se la borré de un plumazo, cuando siseé.
-No sé de donde sacas que yo a pesar de todo lo que me has hecho te sigo queriendo. Ya no estás en mi vida, Chase.
Su gesto se torno duro e improvisto de su sonrisita ahora. Sin embargo, no así dio un nuevo paso hacia mí.
-¿En serio, nena? -sus ojos me traspasaban. Eran verdes claro, siempre me habían resultado hermosos. Sin embargo ya no los veía igual, lo apreciaba insulsos y corrientes. Nada especiales.
Él prosiguió, viendo que yo no había abierto el pico. Si no sapos y culebras me saldrían por la boca.
-Sé que mientes. Me lo dicen tus ojos, Alyssa. No me puedes olvidar de la noche a la mañana -dio otro paso y yo otro más hacia atrás- ¿Con todo lo que hemos vivido, lo piensas tirar por la borda?
Sus palabras me irritaban, me ensartaban.
-¿Por la borda? ¿En serio lo dices, Chase? Qué poca vergüenza tienes.
Sonrió y me ansió del brazo con fuerza.
-Me fascina cuando te enfadas. Te ves muy sexy, nena. No alargues más lo inevitable. Me quieres.
Arrugue la nariz de la salta de tonterías que salían por su boca y me solté de un tirón, quiso cogerme de nuevo pero se lo impedí.
-Entérate de una vez, Chase. No me interesas, no te quiero. Olvídate de mí, porque, ¿sabes qué? Yo ya te olvidé.
Al decirle esto emprendí camino a la puerta de mi bloque de piso, no me lo impidió, sin embargo, dijo;
-No te creo nena. ¿Pero sabes qué? Vendrás en mi busca y quizás no te estaré esperando.
Cerré mis ojos conteniendo la rabia que sentía.
¿Cómo podía ser tan hijo de p... ?
Me volví a varios pasos de donde se encontraba él y alzando la voz para que me oyera bien claro le respondí.
-Das pena, Chase.
Gire sobre mí y abrí la puerta, sin hacer caso de su desafiante y gélida mirada.
Lo conocía muy bien y sabia que se estaba comiendo por dentro. Estaba acostumbrado ha salirse con la suya, ha tener un montón de mujeres merodeando por todas partes y de eso se aprovechaba el muy cabrón.
Llegué al piso y me encontré con Chris, mi amigo y compañero de piso. Nos conocíamos desde niños y siempre habíamos estado juntos. Yo era de esas chicas que se llevaba mejor con los chicos que con las chicas. Sin dejar de ser femenina, claro.
-Parece que alguien ha discutido -soltó al levantar la cabeza y dejar el bolígrafo sobre el cuaderno.
Resoplé y solté el bolso encima de la barra de la cocina.
-Me he encontrado con Chase en la puerta de abajo. Me ha estado esperando. -me quité los zapatos y flexioné los dedos- ¿Sabes que me ha mandado rosas al hotel?
Asintió con la cabeza.
-Lo sé ahora que me lo estas contando -sonrió, en plan broma.
Su sonrisa era una medicina para mi estresante día, un bálsamo reconstructivo, una dosis contra el malestar.
-No bromees, no estoy de humor -hice una mueca y él levanto las manos defensivo.
Chris Owen estudiaba un máster de medicina a la par que trabajaba en una pizzería que se encontraba a tan solo dos manzanas de casa. Con su sueldo y el mío pagábamos el alquiler del piso. Era moderno y minimalista, simétrico y elegante.
Me encantaba.
Me dirigí a la nevera, saque la botella de vino y cogí una copa del estante de vasos. Me senté en uno de los taburetes de madera de haya y me serví una copa.
-Tu madre ha llamado -dijo sin alzar la cabeza de sus apuntes.
-¿Ah, sí? ¿Ha dicho que quería?
Mi madre, Amber, una abogada de prestigio en Chicago. Se sentía humillada y defraudada porque su segunda hija trabajara de recepcionista en un hotel. Alyson mi hermana mayor había seguido sus pasos, era una abogada reconocida, casada y con vista de formar una familia. Sin embargo, yo, aunque graduada en derecho nunca había ejercido la profesión, no era mi vocación, y cansada de las replicas y protestas de mi madre, me marché de casa,-no me quedo otra que buscarme un trabajo y ese fue el que conseguí gracias a Natasha, mi única amiga- Mamá puso el grito en el cielo, para ella era como una mancha negra en la familia, aunque no la fuera para Mathew Webster mi padre, un hombre comprensivo y dedicado a sus hijas, pese a llevar una empresa de marketing muy reconocida en casi todo el mundo.
-Quiere que la llames. Hazlo. No quiero que crea que no te he avisado.
Suspiré pesadamente.
-Esta bien, la llamaré... Después.
Necesitaba fuerzas para mantener una conversación con ella. Cambié de tema para olvidarme por el momento.
-Se me hace raro no ver a Lucy por aquí. ¿Estáis enfadados?
Chris sonrió y me miró.
-No. Tengo mucho que estudiar y ya sabes... No estaría estudiando si ella andará por aquí.
Sus ojos oscuros se iluminaron en una clara mirada sucia.
Lucy Wayans era su actual ligue después de Vanessa. Tenia que reconocer que mi amigo era bastante rápido en ese terreno. Obviamente su aspecto era impresionante y todas caían al vuelo. No sé comprometida con nadie, pero si era fiel a sus ligues. Era sincero con ellas y ellas así lo aceptaban. Le iba bien.
-¿Piensas que yo podría hacer lo mismo que tú? Digo, ¿disfrutar de un chico sin compromiso alguno? -le pregunté sin venir a cuento.
-No – contestó sin tapujos.
-Oh. ¡Por qué!
-Alyssa eres una romántica empedernida. No creo que te funcione.
Protesté.
-Podría intentarlo. Solo sexo, nada de sentimientos de por medio.
Arqueé las cejas en su dirección. Él cabeceó.
-Acabas de dejarlo con...
-No lo nombres, por favor.
No quería ni oír hablar de él.
-Esta bien, pero lo que quería decir es que estas dolida y ahora no ves las cosas en claro. No te precipites. No todos son como él o como yo.
Saber que Chris se metía en el lote, era un acto de honestidad y aquello lo hacia grande. A diferencia de Chase, él iba de frente y dejaba las cosas tan claras como el agua, no engañaba, ni mentía.
-Quizás lleves razón -le dije- Pero de todas formas, no estaría mal, probar tu... estilo de vida.
Se encogió de hombros.
-Si quieres llamarlo así... – extendió la mano por encima de la mesa y agarro la mía- No quiero que lo pases mal, pero tampoco soy tu madre o tu padre para decirte que hacer. Solo piénsalo bien. Eres guapísima Alyssa, puedes tener al hombre que quieras -finalizó su charla.
Sonreí por su halago, frase que le había escuchado decir en numerosas ocasiones , ¨ Puedes tener al hombre que quieras¨
-Lo pensaré, te lo prometo -contesté- Ya no te entretengo más.
-Medítalo -me dijo y sonrió cuando pasé por su lado y le removí la mata de pelo oscuro. Me encantaba hacerle eso.
***
-Quiero que arreglemos las cosas – me dijo Amber cuando la llamé después de haberme relajado con un baño de espuma y aroma de rosas.
Me sorprendió que hubiera dado su brazo a torcer. Ella era muy orgullosa.
-De acuerdo. Enterada mi hacha de guerra -bromeé un poco para suavizar la intensidad que se formaba al hablar con mamá. La noté inspirar.
-¿Te parece si vienes a la cena del sábado?
-¿Qué tipo de cena?
-¿No lo recuerdas? La cena de la fundación de los empresarios más famosos del mundo.
Me encontraba tumbada en la cama, me incorporé entrelazando las piernas.
-Ah, esa...
Esa que siempre era de lo más aburrida, aburrida, aburrida...
-Sí, a tu padre le gustaría que estuvieras allí con nosotros.
¿Ósea que me llamaba por mi padre y no porque quisiera disculparse? ¿O eran las dos cosas?
-¿Cómo una familia feliz? -pregunté con sorna.
-Alyssa, no empieces con tus ironías. ¿Vendrás o no? -dijo- Solo te digo que no le hagas un feo a tu padre, se sentirá muy triste si no vienes.
Ya tardaba en chantajearme con sentimientos emocionales. Yo amaba a Mathew Webster, mi padre y por ahora mi único amor. Nunca podría verlo infeliz, pese a que con mi madre tuviera mucha paciencia. Tenia el cielo ganado.
-Esta bien, iré -claudiqué.
-Bien, perfecto. ¿A qué hora sales mañana del trabajo?
-A las tres.
-De acuerdo. Pasaré a recogerte con Farrell. Te compraré un vestido. No creo que tengas nada que esté a la altura de esta ceremonia y mucho menos puedas permitírtelo con el suelo de una recepcionista.
Y ya empezaba a despotricar de mi trabajo. No era el mejor del mundo, lo reconocía, pero era lo que había.
-Vale. Como tú dices, no tengo nada que pueda estar a la altura.
Sonreía, sabia que sonreía. Claramente había ganado lo que pretendía. Ella jugaba así. Siempre se salía con la suya, y yo lo había permitido.
-Listo. Nos vemos mañana. Cuídate, te quiere mamá.
-Bye, Bye.
Colgué y me desplomé en la cama. Suspiré y me recompuse cuando Chris toco la puerta.
-Entra, estoy visible – grité.
Chris abrió y entró.
-Voy a hacer lasaña, ¿te apetece?
Me incorporé de un salto.
-Mmm, por supuesto.
Me chiflaba la lasaña.
-Bien.
-¿Solo seremos los dos?
-Sí.
Asentí.
-¿Qué tal con tu madre?
-Me ha pedido disculpas a su modo y me ha recordado la cena anual de los empresarios más famosos del mundo. Mañana pasará a recogerme con Farrell. Iremos de compras.
Chris sonrió.
-Espero que te lo pases bien. Yo que tú me llevaba un escudo protector.
Me eche a reír y le tiré un cojín desde la cama. La verdad es que tenia razón, a veces lo necesitaba contra Amber Webster Anthony, ¨la perfeccionista¨ apodada por Chris. No es que se llevaran mal, sino que él, sabía que Amber era una controladora y manipuladora y eso como a mí, le jodía.
Me uní a Chris en la cocina después de terminar de preparar mi uniforme para mañana. Tenerlo todo a mano hacia que ganara unos minutos más en la cama. Era algo perezosa, me encantaba dormir.
La lasaña estaba en el horno y Chris ya tenia la mesa dispuesta para la cena, convivir con él era un lujo. Porque ayudaba en casa, y no era yo quien tenia que cargar con todo. Era verdaderamente ordenado y limpio y eso se agradecía. Tenia un buen compañero de piso, sin lugar a dudas.
-¿Le queda mucho? -le pregunté. Me estaba muriendo de hambre.
-Solo dos minutos -abrió el frigorífico y preguntó- ¿Blanco?
Medité por un instante.
-Mmm, sí.
-Bien – sirvió en dos copas y me paso una. Bebí y saboreé el suave toque que te dejaba en el paladar. Estaba seco y delicioso.
A los dos minutos como bien había dicho Chris, la lasaña ya estaba lista para comer. Más que comer la engullí entera sin dejar nada en el plato. Chris estuvo sonriendo ante mis ronroneos de placer.
-Vaya, si que te ha gustado.
-Mucho más que eso -le dije riendo- ¿Sabes que pienso?
-¿Qué?
-Ojala tú y yo nos hubiéramos enamorado. Nos hubiéramos quitado de complicaciones.
-¿Lo dices por la lasaña?
-No.
Reímos.
-Reconozco que estas bastante bien, pero eso ya lo sabes – me burlé de él que sonreía sin parar. Se paso la mano por el pelo y me dejo ver sus bíceps bien formados y ejercitado por el gimnasio que se le ceñía en la camiseta.
-Ya sabes lo que pienso sobre ti, no hace falta que te lo diga ¿verdad?
Asentí. Sabia perfectamente lo que pensaba de mí, me lo había repetido muchas veces. Pero entre nosotros solo existía una buena relación y bonita amistad. Nada más.
De hecho pensar en estar juntos de esa manera se me hacia muy raro.
-Lo sé -le dije-. Pero eres mi amigo es obvio que pienses así, porque yo pienso lo mismo de ti.
Movió la cabeza.
-Exacto. ¿Te apetece contarme que te ha dicho Chase? -preguntó.
Puse los ojos en blanco de irritación nada más recordar a ese cabrón de mi ex novio.
-Quiere volver conmigo. Dice que me quiere. Ya sabes, siempre lo mismo.
-Ese tío se merece una buena tunda. Si no le he pegado, ha sido por ti. No pensaras en volver con él ¿no?
Cabeceé.
-Pues claro que no. Estaría loca si lo hiciera. No soy tan tonta.
-Bien, ¿Entonces si me lo llego ha encontrar merodeando por aquí le puedo pegar?
-Has lo que quieras. Pero tampoco te pases, no quiero que acabes en la cárcel.
Conocía al Chris enfadado y era mejor no toparse con él. Él sonrió mostrando sus dientes tan blancos como la nata montada, se le veía con ganas.
-Sabré hacerlo, confía en mí.
-Confió.
Aquella noche dormí como hacia tiempo que no dormía, cosa que me beneficiaba en doble sentido, aguantar el trabajo y sobre llevar a Amber al día siguiente.