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2635 Words
Miré lo que había escrito otra vez mientras la televisión llenaba el silencio de mi pequeño salón. Hice una mueca, no estando del todo convencida de las letras en el Word. Borré la última línea y suspiré. La universidad me tenía completamente agotada. Era la época de exámenes y tenía que sacar la nota máxima para que pudieran darme beca el año que viene, ya que vivía prácticamente de eso, y bueno, de lo que me daban mis padres y mi abuela, también. Tenía a mi familia a 500 millas. Actualmente me había mudado a Pittsburg, Pennsylvania para continuar mis estudios universitarios después del Instituto. Llevaba aquí tres años y la verdad era que me iba bastante bien. Mi familia estaba en un pueblo de Michigan, Frankenmuth.  Era un pueblo tranquilo cerca de Saginaw, lo que nos ofrecía a los adolescentes, coger autobuses y pasar el día o la tarde en la ciudad. Tan solo había dos colegios, por lo tanto, nos conocíamos todos, y era imposible no cruzarte con el chico o la chica que te caía mal. Mi infancia fue medianamente feliz. Mis padres se divorciaron cuando yo cumplí los cinco años, fue un bonito regalo de cumpleaños. Noten mi ironía. Mamá no tenía cómo mantenernos a mí y a mi hermana, así que nos fuimos a vivir a casa de los abuelos. Mamá pudo encontrar trabajo rápido y se llevaba todo el día fuera, por lo que puedo decir, que mis abuelos se encargaron de criarnos. No tuve muchas amigas en el colegio, no era una chica muy sociable y alegre. Cuando entré en el instituto, pude hacerme con un par de amigas antes de que acabara el curso, aún seguimos en contacto. Una de ellas está estudiando arquitectura en Detroit y la otra está en Chicago. Respecto a mi compañera de piso… es mi hermana. - ¡Hola, he llegado! –alzó la voz y cerró la puerta. —     Me he enterado, Kim. – guardé el archivo y apagué el portátil para después ponerlo encima de la mesa. - ¿Trajiste la comida? – me levanté del sofá. —     Sí – escuché su voz desde la habitación. Me dirigí a la cocina y vi las bolsas con la comida china que había traído. Cogí los vasos y todo lo necesario y lo llevé al salón intentando no caer nada. Kim trajo las bolsas con la comida. - ¿Cómo te ha ido el día? – le pregunté. —     Bien – se encogió de hombros. Kim estaba en primer año de medicina mientras que yo estaba en mi cuarto año de Periodismo. —     ¿Qué tal con…Johnny? – fruncí el ceño. —     Ian – dijo con una sonrisita. – Todo bien – movió el arroz con el tenedor.   Mi hermana no había tardado en encontrar novio, me alegraba por ella, pero se veía tan pillada por él que me hacía preocuparme. Había conocido a ese chico un día en el que volví a casa de la universidad un poco más temprano de lo que debería. Él estaba saliendo del cuarto de mi hermana en bóxer y ambos nos quedamos mirándonos. Se veía un buen chico, tenía la misma edad que mi hermana, por lo tanto no había ningún peligro en que se aprovechara de ella. Ya sabemos que la edad mental de los tíos es inferior a la nuestra. La madurez no es su punto fuerte, lo sabemos, lo saben.   Respecto a mi relación con los chicos… Podía decir que había dado mi primer beso, sí, pero no había estado en una relación. Tampoco me interesaba en este momento. Me costaba preocuparme en mi misma como para preocuparme en otra persona. No me imaginaba hablando 24/7 con alguien, sería verdaderamente agobiante. —     Mira este anuncio – dijo mi hermana con entusiasmo. Presté atención al anuncio, donde salía un hombre tatuado.   “Sucumbe al dulce confort que ofrece la protección de este chico malo. Pigmentos brillantes y una mirada cautivadora acompañan a unos labios irresistibles. Una selección única en el mundo realizada para ti por adopta un tío punto es.”   —     Es como una página para ligar, ¿no? – la miré. —     Sí, deberías meterte, te hace falta compañía. – fruncí el ceño y mi hermana rio – Aunque sea para saber cómo es. ¿No tienes curiosidad? —     No – bebí de mi vaso de agua. —     No seas mentirosa – cogió mi portátil y no tardó en entrar en la página.   Cuando terminamos de comer y de fregar los platos, me encontré haciéndome un perfil en esa página obligada por mi hermana mientras que observaba todo lo que ponía. —     ¿Nombre de usuario? –la miré. —     No lo sé – dijo esta tocándose el puente de la nariz. – Scarletoverkill suena bien. —     Ja ja ja – le saqué la lengua. – Beberexha. —     ¿Beberexha? – mi hermana me miró no muy convencida. —     Sí – dije poniendo ese nombre. – No quiero poner mi nombre.   Tuve que describirme a mí misma y poner lo que me interesaba. Tuve que pinchar en algunos cuadritos poniendo que hacía en mi tiempo libre y tocó la hora de añadir las fotos. Hice una mueca. —     ¡Vamos! Empieza a añadir fotos. – Insistió. —     Voy, voy – murmuré.   Seleccioné de mi galería las que más me gustaban. Kim me obligó a poner alguna de cuerpo entero ya que “tienes un cuerpo muy bonito, tienes que aprovecharlo”. Cuando las subí, ambas nos quedamos mirando la página. —     ¿Y ahora qué? – le pregunté. —     No lo sé.,   Al cabo de unos segundos empezaron a llegarme notificaciones de chicos que me habían seguido y chicos que querían enviarme un mensaje. —     ¡Wow! – dijo mi hermana cuando entré en la bandeja de entrada. – ¿Pero cuantos hay? ¿Quince? No, no, veinte, veinticinco. Sí que están desesperados. —     Vaya, gracias – la miré de reojo. Esta rio – Vamos a ver quiénes son los más guapos. —     Que sean guapos no significa que sean simpáticos. —     ¿Qué más da? Si te vas a borrar la cuenta, ¿no? Me voy a la cama – dijo mirando su teléfono. – Buenas noches. —     Buenas noches – la vi irse y miré a la pantalla.   Mordí mi labio y empecé a aceptar a chicos. Al final de la noche, estaba en una saturación por tantas personas hablándome a la vez. Me había descargado la aplicación en el móvil y estaba acostada. Estaba intentando despedirme de todos cuando una nueva petición de mensaje me llegó.   “¡Hola berberecha!”   No pude evitar reírme.   “¡Hola! no es que tu nombre sea el mejor del mundo”   “Si bueno, tienes razón. ¿Cómo estás? ¿Qué haces por aquí?”   Antes de responder miré su perfil. Veinticinco años, de Glasgow, un poco lejos. Vi sus fotos, no estaba mal. Castaño, ojos verdes y sonrisa encantadora.  Su cuerpo estaba bien, más que bien y tenía todo su cuerpo lleno de tatuajes.     “Pues vi el anuncio y decidí entrar a investigar, ¿Y tú?”   “Intentando encontrar mi halo” Sonreí.  “¿Qué tal tu búsqueda?” “Nada productiva, hasta ahora. ¿Serás tú mi halo?” “No lo sé, ¿Quieres que lo sea?” Me cambié de posición en  la cama. Estaba tonteando con un chico por internet. Si me dijeran esto hace unas horas no me lo creería. Nunca me había gustado eso de ligar por internet, nunca sabes quién hay al otro lado. “Me gustaría. ¿Cómo te llamas? Tienes 22, ¿no? “Scarlett, ¿Y tú? Sí, tengo 22. ¿Tú 28?” “Si, y me llamo Brad” Estaba ignorando las demás conversaciones. “¿A qué te dedicas?” “Soy médico. ¿Y tú?” “Estoy en mi último año protocolo y organización de eventos” “Vaya, interesante. ¿Celebrarás mi próxima fiesta de cumpleaños? Podría ser en Ibiza” “Si tienes un buen capital, podría ayudarte” Mordí mi labio esperando a que él me contestara. Cuando pasaron cinco minutos, en los que estuve contestando a los demás chicos, y eliminando a acosadores pesados, cerré la aplicación viendo que era una tontería estar esperando por su respuesta para poder seguir hablando. Dejé el teléfono en la mesita de noche y lo enchufé al cargador.   Nada más que abrí los ojos, cogí el móvil y entré en la aplicación. Enseguida me saltaron mensajes de Buenos días. Eso de que se viera cuando estaba conectada no era una ventaja. Bajé por las conversaciones y vi el mensaje de Brad. “Soy un inglés medio, tendré que ponerme a ello ;)” No le contesté porque no sabía que ponerle más. Así que cerré la aplicación y me quedé un rato más en la cama hasta tener el tiempo justo para llegar a clases. Cómo cada día, me apresuré en entrar a clase antes de que el profesor entrara. Seguramente, me imaginareis como la típica chica que saca buenas notas, nunca falta a clase, es un patito feo que después se convierte en cisne y que no se come ni una rosca. Error. Solía saltarme algunas clases, sobre todos las primeras horas, levantarme temprano no era lo mío, y si la última clase no me interesaba, me iba. Respecto a las notas, hacía lo que podía, no tenía un súper cerebro. ¿Patito feo? No me consideraba fea, es decir, era del montón. Mi cuerpo era un perfecto reloj de arena. Mis hombros coincidían con mis caderas y tenía una estatura normal, bueno, no pasaba del uno sesenta. Era delgada pero mi abdomen necesitaba unos millones de abdominales al día, cosa que no hacía a menudo, la pereza me ganaba. Aunque si es cierto que no me comía ni una rosa. ¿Por qué? No lo sabía. Era tímida, sí, lo admitía. Pero nadie se acercaba a conocerme, y no es que yo mirara mal, que a veces sí, pero no lo hacía a propósito, simplemente, había pensado que no llamaba la atención, y eso estaba bien conmigo ahora. Estaba bien sin novio, ni siquiera podía preocuparme de mi misma como para preocuparme de otra persona, y eso de estar todos los días hablando con alguien me daba pereza. Aunque a veces me gustaría sentir amor. Pero no la clase de amor que se siente por la familia y amigos. Salí de clases y me monté en el metro para ir a casa. Adele sonaba en mis oídos. Estaba cansada de la rutina y apenas era Enero y pronto empezarían los exámenes. Miré mi móvil y vi la aplicación allí. Entré y miré los mensajes, tenía varios. Uno era de Brad. Lo abrí. “¿Cuánto mides, berberecha?” Sonreí “1,60. ¿Y tú?” En las fotos se veía alto. “1.85. Parecerás una pitufa a mi lado” No pude evitar reírme en voz baja. “Vaya, gracias -.-“ “Jajajaja, solo bromeaba. ¿Qué estás haciendo?” “Estoy en el metro, voy a casa” “¿Sales a esta hora?” “Debería de haber salido una hora más tarde” “Wow, ¿haciendo pellas? Qué rebelde” “¿Tú no deberías de estar trabajando?” “Día libre, nena ;) “ Bloqueé el móvil cuando el metro paró en mi estación y me bajé. Tardaba unos cinco minutos en llegar a casa, menos mal, ya tenía que andar veinte minutos del metro a la Universidad. Cuando llegué a casa, fui a mi habitación y dejé el bolso encima de la cama. No me despegué del móvil mientras cocinaba, y eso fue raro. Kim no tardó en aparecer y me miró. Levanté mi mirada del teléfono y la miré. - ¿Qué? —     Sigues metida en la aplicación – sonrió. Junté mis labios en una fina línea – Por tu culpa. Ella soltó una sonora carcajada y movió su cuerpo hasta el frigorífico para coger algo de beber. – ¿Has conocido a alguien interesante?   Negué con la cabeza y me encogí de hombros, intentando que mi hermana no siguiera con el interrogatorio. - ¡Has conocido a alguien interesante! – me señaló con el dedo. -  ¿Quién es? ¿Cómo se llama? Enséñame una foto. ¿Qué edad tiene? —     Relax por favor – dije entrando en el perfil de Brad y pulsando una foto. —     Es él. Mi hermana abrió los ojos sorprendida y silbó. – Vaya, vaya. No sabía que te gustaban tatuados. —     Yo tampoco admití. Pero tiene algo que hace que no pueda dejar de mirar sus fotos – confesé. —     ¿Edad? —     Veinticinco, médico, imagino que acaba de sacarse la carrera. —     ¿Y ya tiene trabajo? Vaya, las enfermeras tienen que estar rifándoselo. —     Se llama Brad, vive en Columbus, Ohio. —     Sé dónde está Columbus Me encogí de hombros y dejé el móvil en la encimera – La geografía nunca ha sido lo tuyo, Madrid está en Inglaterra. —     ¡Eso fue un lapsus! —     Por supuesto – Eché la sopa en mi plato. Cogí mi plato y me fui al salón. Mi hermana siempre almorzaba a la una en punto, así que no había necesidad de preguntarle si había comido o no. Me senté frente a mi comida y mi hermana se sentó a mi lado. La miré. - ¿Es simpático? —     Mmmm… sí, hasta ahora es el que más ha llamado mi atención. —     ¿Por sus tatuajes? —     No, por la manera de empezar la conversación. —     ¿Te imaginas que acabas con un novio gracias a la aplicación? – dijo emocionada. – Habría que ponerle un monumento. Fruncí el ceño – Brad vive lejos. —     ¿Y qué tiene que ver? —     Además, las fotos no son lo que parecen. – Recibí un golpe en mi cabeza. —     No digas idioteces y empieza a valorarte. – Se levantó. —     ¡Yo me valoro! No puede haber chica más sexy en Pittsburg. Yo era guapa porque todas las mujeres somos hermosas. Punto y final. No era Xenia Deli. Era… era yo. Con unas pequeñas estrías en la parte interna de mis muslos y con un poco de celulitis. Nadie es perfecto.   Recordé que Brad me dijo que era un inglés medio. Cogí mi móvil y entré en la aplicación ignorando los mensajes que me llegaban. “Oye, ¿Cómo que un inglés medio?” le pregunté. Brad no tardó en contestar  “Soy Londinense” “¿Qué haces aquí?” “Estudiar y ahora trabajar” Claro, vaya pregunta estúpida. “Nos mudamos a Estados Unidos hace diez años, en Inglaterra solo quedan mis abuelos” “Siempre he querido ir a Londres” “Es un lugar muy bonito, algún día te llevaré” Sonreí como una estúpida sin saber por qué. Después pensé que él ahora mismo estaría hablando con muchas chicas más y de que quizás no era la única que disfrutaba conversando con él. Miré la conversación abierta y decidí escribirle. “Me lo apuntaré” No tardé en empezar a eliminar a chicos que me habían agregado y que,  vivían en la misma ciudad y querían sexo, o directamente querían venir a conocerme para tener algo serio. Ni hablar. Había entrado en la aplicación porque mi vida era muy aburrida y necesitaba algo de emoción. Dije emoción, no un novio. ¿Por qué Brad era diferente? Bueno, con él podía hablar de cualquier cosa y me sentía cómoda.   Tardé tres días en darle a Brad mi teléfono para poder hablar mejor por w******p. Borré la aplicación porque no iba a entrar más teniendo ya el número de Brad. De todos modos, no necesitaba una estúpida aplicación para ligar. Ni siquiera sabía si lo que estaba haciendo con Brad era ligar. Era una especie de relación entre dos amigos, con algo de tonteo, y eso me gustaba.  “Así que… nunca has estado con un chico” Mordí mi labio y escribí la respuesta. “No” “Pero he visto un montón de películas de miedo” “Jajajajajajaja ¿Comparas estar con un chico con una película de miedo?” “Algo así” “Eres increíble” “¿Alguna mala experiencia?” Me quedé pensando y recordé a George, ese chico con bracket que me dio mi primer beso y odié cada segundo que sus babosos labios estuvieron sobre los míos a la edad de quince años. “Sí, mi primer beso fue dado por una babosa a los quince años” “Ouh ¡Que cruel!” “Solo quería que quitara sus labios de los míos” Brad tardó un poco en escribir. “Cuando pruebes mis labios, no podrás separarte de ellos” Me quedé mirando la pantalla y me sonrojé. Pensé en qué ponerle, no dando con la indicada. “Te veo seguro de ti mismo” “Lo soy”  
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