La mañana siguiente transcurrió con relativa calma en la mansión Thorner. Juliette, aún con las imágenes de la noche anterior en su mente, trataba de distraerse ocupándose de Samantha y Asher. Sin embargo, un mensaje inesperado de Arthur la sacó de su rutina: quería verla en su estudio. Su corazón comenzó a latir con fuerza, temerosa de lo que pudiera pasar. ¿Se disculparía? ¿O actuaría como si nada hubiera sucedido, como siempre hacía? Cuando llegó al estudio, Arthur estaba de pie junto a su escritorio, con una expresión seria pero serena. Llevaba una camisa blanca perfectamente planchada, con las mangas remangadas, y parecía bastante diferente al hombre descompuesto de la noche anterior. —Cierra la puerta, Juliette. —Arthur señaló con un gesto, y ella obedeció, sintiéndose alg

