Simón. Puedo sentirla temblar en mis labios. Sus manos sujetan la sábana, sus ojos cerrados y su boca abierta, son un manjar para la vista. Es la imagen de la perfección erótica. Saboreo su hendidura y puedo sentir su interior aprisionando mi lengua. Y así es como sé que acaba de tener un orgasmo. Mientras sus suaves gemidos se vuelven simplemente el sonido del aire escapando de sus labios, dejo su trasero descansar en las sábanas. Y ahí estaba ella, hermosa como siempre, pero de una manera completamente diferente. Su cabello brillando bajo la luz que entra del exterior, donde ya el sol se esconde e inunda todo de un cálido color naranja. El sudor entre sus perfectos pechos. La piel de gallina que se vislumbra en sus brazos y piernas. Toda ella es una belleza que jamás había c

