Capítulo 2

895 Words
Tuve la mala fortuna de nacer en una de las familias más prestigiosas del país y lo digo de está forma porque a diferencia de las personas que piensan que el dinero trae la felicidad no saben las consecuencias que conlleva tenerlo. Mis padres me enviaron a las mejores instituciones, tuve una infancia demasiado ocupada entre institutriz, aprender artes, las clases avanzadas y tratar de llenar todas sus expectativas. Mi hermana lo soportó, pero yo al cumplir dieciocho años tomé una pequeña bolsa con algunas joyas y salí de la casa para no volver nunca. Al poco tiempo de haberme instalado en un pequeño departamento y conseguido trabajo en un lugar como cajera, mi madre apareció con los ojos rojos, mi hermana le había dicho dónde estaba y me rogó que volviera a casa, estuve firme en mi decisión que no volvería a ese lugar, lo odiaba. Terminó aceptando mi decisión cuando le dije que le diría a mi padre sobre su infidelidad, así que fingió ayudarme. Tener el apoyo de mi madre fue suficiente para que mi padre me dejará tranquila, me dio una falsa identidad y con eso estuve viviendo por tres años, tenía un apartamento, un trabajo como cajera y amigos con los que podía salir cada fin de semana, ellos soñaban con tener mucho dinero, siempre tenían sueños y planes, algunos estudiaban y trabajaban, otros estaban emprendiendo con un negocio, aunque eran diferentes objetivos, su camino de superación era firme y envidiable. Hace dos semanas, un gorila salvaje apareció frente a mi puerta. —Su padre desea verla. —Dígale a mi padre que yo no deseo verlo —contesté desafiante. Creí que me llevaría cargada a un auto, ya que mi padre no acepta un no por respuesta. Pero no fue así, solo me extendió una tarjeta. Era una invitación a una fiesta familiar. Llame a mi hermana y me dijo que era algo importante para la familia. Me engañó. Lo que no sabía es que la familia Mechlowitz estaba pasando por una crisis financiera. Una crisis que mi padre solucionó vendiendo a su hija mayor… yo. Y no a cualquiera. Me había vendido a Dominik Mancini, tenía que vivir bajo una pieda si no sabías que ese hombre era un jefe de la mafia despiadado, yo había escuchado de él cuando aún vivía con mi padre y lo recuerdo perfectamente porque alguien contó que era el mafioso más joven que había llegado tan rápido a la cima, su crueldad no tenía límites y eso hacía que los demás le tuvieran el suficiente miedo para no acercarse. —¿Has perdido la cabeza? —le cuestioné a mi padre después que anunciará mi compromiso frente a todos y la fiesta hubiera terminado —. No voy a casarme con ese hombre. —Cameron, tienes que hacerlo —pidió mi padre —. Nos ha dado el dinero para sostener la empresa y ahora tenemos que pagarle. —Pues pagale con tu dinero, yo no voy a ser parte de esto. —Él no quiere el dinero de vuelta, te pidió a ti —respondió —. Y estarás bien con él, se casará contigo y tendrás una buena vida. —Obligarme a casarme te parece una buena vida. —Cameron, si no lo haces ese hombre es capaz de cualquier cosa —intervino mi madre —. Piensa en nosotros, piensa en tu hermana, ella aún es menor de edad, tiene un futuro por delante. Shannon tenía quince años, a diferencia de mí, a ella si aprovechaba al máximo todo lo que le daba la familia, incluso mi padre la había anunciado como su sucesora en la empresa, eso era estupendo porque me dejaba a mí libre de toda responsabilidad, pero ahora me quería enviar a mi a encadenarme a un desconocido cruel. —Renuncie a todo en está familia hace tres años —aclaré —. Así que no lo voy a hacer, busquen otra forma de compensarle a ese hombre porque yo no voy a casarme. Me dí la vuelta para salir de la oficina cuando un hombre de la seguridad de mi padre apareció frente a la puerta y la cerró. No me iba a permitir salir. Iba a protestar cuando mi padre habló. —Lo lamento, Cameron —se levantó de su asiento —. Pero esto no es una decisión que puedas aceptar o no. Te vas a casar con Dominik Mancini en dos semanas, es un hecho. Pasé dos semanas encerrada en una habitación con ventanas y puertas cerradas. Mi antigua habitación seguía exactamente igual, por más que intenté buscar la forma de escapar, intentando sobornar al guardía, pedir aire fresco por necesidad, solicitar un teléfono para poder entretenerme, decirle a la planeadora de boda e incluso a la modista que estaba secuestrada (Solo sonrieron al escucharme). Nada funcionó. Nada hasta ahora cuando salté por esa ventana y me encontré a Ezra Genovese que fue lo suficientemente astuto para llevarme al estacionamiento y meterme en la parte de atrás, al principio estuve aterrorizada al ver la forma en que me quería llevar, pero su voz cálida y palabras suaves me convencieron. Además, nada podía ser peor final que casarme con Dominik Mancini, terminaría muerta. Así que me metí al baúl y escuché el sonido a mi supuesta libertad, al menos eso creía que era.
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