— Si sabes que es algo que me afecta, creo que no es muy inteligente de tu parte que vengas a preguntar por ello — él se mostró avergonzado por esto — que no te dé pena, generalmente me gusta hablar con la verdad, es preferible pecar por sincera que por hipócrita; quizás más adelante me encuentro lista para contarte de esa parte de mi vida. Ahora quiero que me cuentes de ti. — ¿Qué quieres saber? — Por ejemplo, ¿Cuántos años tienes? — Él se rio divertido ante lo que dije —. ¿Qué es lo que te da gracia? — Tu pregunta, bueno, digamos que tengo 600 años — él me lo dijo con una seriedad muy grande — pero aparento 30 años. — Vaya que eres gracioso — empecé a reír —. Mira que decir semejante disparate, es algo loco, no me quiero imaginar a tus padres o a tus abuelos, ni qué decir de tus bisa

