Cinco siglos después, a las orillas de un lago
Puse las flores en la tumba de Dagny, hoy cumplía cinco siglos de muerta. Durante todo ese tiempo no me había dejado de doler su partida, me hubiese gustado agradecerle su amabilidad, ya que si no hubiese sido por ella, probablemente a estas alturas estaría muerto.
¿Qué había pasado con Aike? Efectivamente, él era el traidor que me citó ese día en ese sitio donde me dieron persecución. La traición era castigada con la muerte y si las circunstancias hubieran sido otras solo lo hubiese desterrado, no obstante la muerte de Dagny era algo que pesaba demasiado.
— Aramis — Azai me saludó de forma respetuosa —. Ya el carro se encuentra listo, recuerda la reunión que tenemos con los del otro clan.
Los hombres lobos nos dividimos en varios clanes, el mío era el principal debido a que tenía más antigüedad y mayores riquezas.
— Muy bien — miré la tumba de Dagny por última vez y luego me volví a Azai —. Vamos.
Aquel pueblo lleno de personas ignorantes fue destrozado esa misma noche. Me hice de este territorio y ahí había elevado un poblado de elite en donde nadie podía ingresar. Para los humanos esto era significado de que alguien muy rico era capaz de hacer tal cosa, en cambio, para mí, significaba mantener con vida a mi especie y también la naturaleza que nos rodeaba.
Después de la reunión que fue un éxito, fuimos a un bar. No estaba en el mejor sitio de la ciudad, pero tenía la necesidad de entrar aquí.
— ¿Estás seguro de beber aquí? Puedes ir a casa y abrir una botella. — sugirió Azai.
— No, quiero beber aquí, creo que cualquiera que nos intente hacer daño va a salir perdiendo más que nosotros.
Me quedé helado, miré a una mujer de espaldas mientras cargaba con una cajilla de cervezas; ella, a pesar de ser menuda, podía soportar tal carga. En el momento que se dio la vuelta, terminó por lanzar lo que sostenía debido a que chocó conmigo.
— ¡Dagny, chica estúpida! — el dueño maldijo al ver las botellas de cerveza en el suelo — ¡Eso lo voy a descontar de tu salario! ¡Apresúrate a limpiar!
— ¡¿Todavía lo va a descontar de mi salario?! ¡Viejo sinvergüenza! Si lo que me paga es una nada, además no es mi culpa, sino que es de este… — Ella me volvió a ver y se quedó helada — idiota…
Ella empezó a parpadear, yo me encontraba inmutado, se trataba de Dagny, mi Dagny. Quizás con otra personalidad, pero físicamente se trataba de aquella chica que me salvó cinco siglos atrás.
— ¿Y bien? ¿Qué esperas para moverte? Ya suficientes problemas me has dado para que los sigas haciendo — ella miró mi traje y sonrió de lado —. Espero que dejes una buena propina, es lo que me va a mantener con vida durante estos días, ya que por tu culpa quebré esa caja de cervezas.
Ella me empujó y empezó a recoger el vidrio, secó con un trapeador que de milagro funcionaba y después fue a botar todo el desastre que había.
— ¡Dagny, mueve ese culo! ¡No te pago para que estés de perezosa! — el hombre gritó y al mismo tiempo escupió —. ¡Eres una haragana!
— ¡Puedes correrme y problema resuelto! — ella espetó y miró desafiante a aquel viejo rechoncho —. Vamos a ver quién trabaja en este cuchitril.
El hombre hizo un mohín de desagrado y yo me senté en la barra, quería tenerla lo más cerca posible y, dado que atendía esta zona, también era conveniente.
— Bien, ¿Qué van a querer? — ella tomó papel y lápiz — ¡Hola! ¡Dagny llamando al idiota que quebró las cervezas!
— Emmmm, sí, dame por favor un whisky en las rocas.
— No me hagas reír — ella se sujetó el estómago y empezó con una sonora carcajada —. Aquí lo único que servimos es cerveza y aguardiente. Te recomiendo que bebas lo primero y no lo último, probablemente termines por quedar ciego y detestaría que esos ojos tan lindos se tornaran blancos.
— Entonces, una cerveza, ¿Qué me ofreces para comer?
— Tenemos alitas y nachos con carne, también hay hamburguesas, pero no te las recomiendo, probablemente te dé salmonela.
— ¡Dagny! Deja de hablar tanto con los clientes, lo que me interesa es facturar.
— ¡Deja de joder entonces! ¡Para vender tengo que ofrecer el producto!
¿Realmente era ella? Podría jurar que no era así, era tan opuesta a aquella chica temerosa de todos. Aunque tenía que admitir que me gustaba más esta versión que la de antes.
— ¡¿Acaso tienes un problema en la mente?! ¡Te estoy hablando! — Ella me miró directo a los ojos y pude sentir que estaba nerviosa. — apresúrate, por favor, soy la única mesera de este sitio y hay otros clientes a los que debo de atender.
— Lo que se haga más rápido para comer, disculpa por todas las molestias que te estoy causando.
Dagny estaba nerviosa, ella atendió a los clientes que pedían cerveza y después se metió en la cocina, ¿Acaso también estaba a cargo de esto? No podía creerlo, pobre, era una esclava de este sitio.
— Aquí tienes — ella puso las cervezas bien heladas y las alas calientes —, si necesitas algo, solo dime.
Pude verla hacerse un trompo, me sentía mal por ella, la trataban como una esclava y, por lo que escuché, con una paga bastante mala. Estaba bastante molesto al ver cómo su jefe la trataba, no podía creer que existieran personas así; mi sangre hirvió en el momento que miré que le tocó la parte delantera de su zona media.
— ¡Eres un maldito asqueroso! — ella le dio una bofetada que resonó en el bar — ¡Esto es el colmo!
Cuando miré que él la iba a golpear, fue que me metí. Le tomé el brazo con tanta fuerza que pude escuchar el crujir de sus huesos.
Narra Dagny
El cliente elegante que había venido se puso delante de mí. En sus ojos, que hasta el momento se habían mantenido serenos, pude ver un brillo que parecían las llamas del infierno. Había trabajado aquí soportando muchas cosas, pero el acoso no lo iba a permitir.
— Escucha bien, vas a recibir una demanda por acoso s****l, también por vender alcohol adulterado, explotación laboral, evasión de impuestos y riesgo laboral — él gruñó de tal forma que mi piel se erizó por completo — te has metido con la chica equivocada, te voy a sepultar con tantas demandas que no vas a ver la luz del sol.
Él dejó el pago por algo que ni siquiera había consumido. Mis ojos casi se salen al ver la cantidad que puso y fue entonces cuando tomé el dinero.
— ¡Esto es mi pago y mi liquidación! — le grité a mi jefe — ¡Adiós! Nunca más te voy a volver a ver.
Tomé mis cosas, vivía aquí por ciertas cuestiones económicas y, aunque no era un hotel de cinco estrellas, pues al menos tenía un techo sobre la cabeza; miré por última vez el catre que me había servido durante este tiempo y me di la vuelta sin mirar hacia atrás.
— Dagny — la voz gruesa y masculina de ese hombre hizo que mi piel se erizará — ¿Te encuentras bien?
—Sí, gracias por defenderme — puse mi mochila estilo militar en mi hombro — adiós —. Me di la vuelta e iba caminando cuando él me alcanzó, pero qué rayos, ¿Cómo pudo llegar tan rápido? Bueno, supongo que medir 1.90 tiene sus ventajas.
— Espera, ¿Dónde vas? ¿Acaso vivías en ese bar?
— Sí, dormía en la bodega — acomodé mi mochila, ya que pesaba —. Ahora, si me disculpas, tengo que buscar dónde quedarme esta noche, la calle no es una opción.
— Pero espera — él me detuvo nuevamente —. ¿Dónde te vas a quedar?
— No sé y, aunque supiera, no te lo diría. Escucha, esta mochila no es precisamente liviana y me estás retrasando. No me detengas, porque si lo haces, te daré un puñetazo en el estómago.
Él me detuvo nuevamente y mi mano se hizo un puño, entonces le di un golpe en el estómago con la clara intención de causarle daño, no obstante, la perjudicada fui yo, ya que sentí como si había golpeado una puta pared de titanio.
— ¡Ay, ay, ay! — solté mi mochila y sostuve mi mano mientras daba brincos — por un demonio, pensaba que eso de los abdominales de acero se aplicaba a Superman, pero al parecer me he equivocado.
— Lo siento, permíteme ver tu mano — él la sostuvo con delicadeza mientras yo seguía brincando y mordiendo los nudillos de mi otra mano —. Al parecer es una fractura, no debiste golpearme…