2: Una oferta laboral

1506 Words
— ¿Yo que sabía qué tenías abdominales de acero? —Lo miré con reproche mientras en mis ojos brincaban unas lágrimas —. Deberías tener un rótulo que diga, no golpear, abdomen de acero, ¡Si lo hace, es bajo su riesgo! Pude ver que él estaba conteniendo una carcajada. Cuando analicé lo que había dicho, me di cuenta de la locura que dije. — Dame eso. — No es necesario, además pesa demasiado — me sorprendí al ver que lo había cargado sin problema alguno y mi quijada se vino al suelo —. Pero qué rayos, pensé que era la única capaz de cargar con esa mochila. Muy bien, no espero menos del tipo que tiene abdomen de acero. — Azai — él le habló al hombre que le acompañaba y que al parecer era su asistente —. Hay que ir a casa, Dagny se quedará con nosotros esta noche como mi invitada especial. Por favor, avísale al doctor que la llegué a revisar. Me subieron en su coche, los asientos de cuero que se veían lujosos eran más suaves que una nube, mi cuerpo cansado agradeció esto; es espantoso trabajar sin descanso alguno y por un salario que era menos que el mínimo. — ¿Cómo sabes que estos asientos son más suaves que una nube? — Él habló y me viré asustada por lo que decía. — ¿Disculpa? ¿Cómo sabes qué pensé eso? ¿Acaso eres algún tipo de brujo? — Emmm, no lo pensaste, lo dijiste en voz alta — pude ver cierto nerviosismo en sus ojos —. Ahora, respecto a lo de tu trabajo, si deseas, puedes ser mi asistente personal. Prometo darte un salario digno con todas las prestaciones y seguro médico. — ¿Cuál es el truco? —Lo miré inquisitivamente —. ¿Tengo que trabajar las 35 horas del día, los diez días de la semana? — No — él se rio ante mis palabras —. La jornada laboral es de ocho horas y de lunes a viernes. En algunos casos tengo que viajar fuera, así que me tendrás que acompañar. Obviamente, se te van a pagar las horas extras y cubriré todos tus gastos. — No tengo papeles para viajar fuera, además, al parecer ya tienes un asistente personal, no quiero que lo despidas solo por mí. — Azai no es mi asistente personal, digamos que él se encarga de ciertos asuntos de los que nadie más se puede hacer cargo. Además, él no se quedaría desempleado, bien puedo tener dos personas a mis servicios que se hagan cargo de distintas áreas. — No hables de esa forma, cualquiera diría que Azai es tu matón y se deshace de todo aquel que te estorbe — el silencio que hubo en el carro fue finalizado por una sonora carcajada de Azai. Mi salvador también lo acompañó en su risa, fue ahí donde me di cuenta que no sabía su nombre. — ¿Acaso tengo pinta de matón? — Azai arqueó una ceja —. No te preocupes demasiado, los negocios son legales y él tumba a la competencia de la misma forma. — Entonces — él me miró y me sentí nerviosa ante su escrutinio —. ¿Aceptas mi propuesta laboral? Por los papeles, no te preocupes que Azai se va a ocupar de eso. — Está bien, la aceptaré, pero con una condición — él preguntó con cuál —. Dime tu nombre y permíteme tutearte, te miras más joven que yo, así que no me sentiría cómoda al tratarte de usted. — Esas son dos condiciones — abrí mis ojos como plato al saber que tenía razón — me llamó Aramis y me parece perfecto que me tutees, pero créeme que soy mucho más mayor que tú, no te dejes llevar por las apariencias. — No te miras tan mayor, solo que seas un vampiro es que te mantendrías igual de joven — él rio aún más fuerte —. Bueno, aceptó la oferta de trabajo. Muchas gracias por la oportunidad. — Bienvenida a la familia — él me dio un apretón de manos —. Por cierto, esto es lo que vas a ganar. Él me dio un papel y mis ojos por poco se salen de sus cuencas al ver la cantidad ahí escrita. Esto era mucho más de lo que vería en toda mi vida. Aramis en definitiva, era muy generoso con sus empleados. — Mañana empezaré a buscar un sitio donde quedarme. Tomé tu palabra de quedarme en tu casa, pero sé que no va a ser así siempre. — Por eso no te preocupes, en mi compañía les damos al personal una casa para que se queden, dado que te estoy contratando así. De repente es que no tengo ninguna propiedad preparada, por lo tanto, te vas a quedar conmigo. — ¿Cuál es el truco? ¿Acaso eso se va a descontar de mi salario? En fin, voy a trabajar solo para pagar mi comida y mi techo. — ¿De qué hablas? Esos gastos corren por mi cuenta, no pienso cobrarte el alojamiento y tampoco la comida, ¿Acaso ya te habían hecho eso antes? — Sí, el viejo asqueroso que fue mi jefe, él me cobraba el catre viejo y también la comida. Prácticamente, trabajaba solo para decir que tenía empleo, nunca me quedaba dinero y si sobrevivía era por las propinas que ocasionalmente dejaban ciertos clientes. — Bueno, no es mi caso — él se soltó la corbata y desabrochó algunos botones —. Ponte cómoda, el camino es algo largo. En cierto punto, las luces de la ciudad desaparecieron por completo y un bosque frondoso se alzaba delante de mis ojos. Los pinos eran demasiado altos al punto de que no podía ver su punta. — Bien — él abrió los ojos —, hemos llegado, bienvenida a Redmoon. Miré la villa, había escuchado hablar de este sitio como uno de los más exclusivos del país, Redmoon estaba fuera del alcance de aquellos que incluso tenían ingresos de billones. Muchos interesados fueron rechazados de forma tajante sin importar sus ganancias y habían algunos resentidos por eso. Bajé del carro sin la ayuda de nadie, al ver la villa que parecía ser más un pueblo lujoso pude sentir cierta familiaridad dolorosa, desde que Aramis se presentó ante mí había estado sintiéndome rara, no podía explicarlo, pero es como si lo conocía de antes, su olor y sus ojos era algo que me atraía demasiado; tenía cierta especie de déjà vu. — ¿Qué sucede, Dagny? — Aramis me miró con esperanza y cierto deseo — te has quedado viendo la villa con familiaridad. — Es porque se me hace familiar — mi voz se quebró y mis labios temblaron —, incluso tú te me haces conocido. Mi cabeza empezó a dar vueltas, no podía ordenar los pensamientos que querían salir con tanta fuerza que se amontonaban en una pequeña salida. — Dagny — Aramis me tomó con sus brazos tonificados y fuertes, mi cabeza se puso en su pecho y pude sentir su corazón latir con tanta calma que me fue familiar. — ¿Qué sucede, cariño? — Llévame a descansar, creo que la presión se me bajó, por tanto, trabajo y demasiadas emociones el día de hoy. — Muy bien — él me tomó entre sus brazos sin ninguna dificultad y al mismo tiempo cargaba mi mochila. — Azai, por favor, llama al doctor y dile que lo necesito en mi casa. Por el rabillo de mi ojo pude ver que Azai se inclinó de forma respetuosa y me preguntaba si acaso yo tendría que hacer lo mismo. En fin, por la paga que me estaba dando, era capaz de limpiarle hasta donde no le daba el sol. Tenía los ojos cerrados, a pesar de esto pude sentir que me ponían en una cama tan suave que se hundía como si fuera algodón, que digo algodón, una puta nube que se acoplaba a mi cuerpo todo esquelético. — Doctor — escuché que Aramis habló con cierta preocupación, pero no pude abrir los ojos debido a la debilidad. —Por favor, examine su mano y todo en general, ella cerró sus ojos y no los abre para nada, me encuentro preocupado. — No se preocupe, alfa, la revisaré de inmediato. ¿Alfa? Pero qué apodo más raro, en fin, los gustos son como los culos, cada quien tiene el suyo. Sentí cómo el doctor empezaba a revisar mi mano, a pesar de que no había administrado nada; me sorprendí en el momento que mis huesos sonaron después de que los acomodó, colocó una venda. Sentí cómo me ponían algo en el brazo y esto me fue haciendo una presión muy grande, escuchaba como si inflaran algo. — Tiene la presión baja, le daré medicina para que le suba. En caso de que se le vuelva a bajar, tendrán que darle algo dulce. — Muy bien, gracias, doctor…
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