Emma Jackson
Siento como mi sangre se hiela con cada segundo de silencio que pasa, miradas de confusión y sorpresa son lo único que habita en el lugar. Es él, maldita sea, si es él... Los nervios me abordan de inmediato.
La chica de cabello azul junto a él, la cual ha hablado antes, me observa con suma confusión y luego lo observa a él, quien mantiene su vista puesta en mí, por tan solo unos segundos, para luego pasarla hacía el pequeño rostro confundido de Ewan.
—Mami, ¿Quién es él? —Me pregunta Ewan susurrante, tocando mi brazo.
—¿La conoces? —Es la chica quien pregunta esta vez.
Los ojos de Aron se mantienen fijamente sobre el rostro confundido de Ewan, quien parece asustarse, reaccionando, colocándose detrás de mi espalda.
—¿Es mío? —Son las primeras malditas palabras que escucho salir de sus labios. Las cuales suenan tan frías como la primera vez que lo escuché hablar.
—¿Cómo? —Exclama otra vez la chica, desconcertada, esta vez con su ceño fruncido.
Mi mirada se mantiene sobre él, ninguna palabra es capaz de salir de mis labios, ni siquiera logro moverme ahora.
—¿Es mío o no? —Vuelve a espetar, sin despegar sus ojos de Ewan.
El temblor en mis piernas, debido a los nervios se hace presente, el silencio se hace eterno y completamente incómodo, tomo a Ewan de su mano, intento evadirlo, largarme, pero él muy idiota se coloca frente a mí, deteniendo mis pasos, tomando mi brazo de manera brusca, una corriente escalofriante recorre mi cuerpo en cuanto siento su tacto en mi piel.
—Responde. —Demanda observándome esta vez directamente a mis ojos. Sus orbes verdes lucen intensos, su mirada es dura contra mí pero no me importa, arrebato mi brazo con fuerza de su agarre y lo encaro.
—No, por supuesto que no. —Respondo tan cortante como me es posible.
¿Qué si es suyo? ¿Acaso está loco? Lo llamé millares de veces, pase por muchas cosas durante el embarazo y los únicos que estuvieron allí para apoyarme fueron mi padre, Amelía y Adam. Él no tiene ningún derecho a siquiera preguntarme algo así.
—¿No? —Inquiere sarcástico. —¿Entonces quién se supone qué es el padre? —Vuelve a preguntar con una sonrisa burlona en sus labios, y...
—¿Qué sucede? —La voz masculina de Adam se hace presente en el incómodo momento. Trae tres botes de helado en sus manos. —¿Esta todo bien, amor? —Pregunta sorprendiéndome ante el último apelativo.
—¿Amor? —Repite Aron con sorna, con burla, sin dejar de reír sarcásticamente.
—Sí, ¿tienes algún problema con qué llame así a mi esposa? —Vuelve a inquirir Adam, tomándome por sorpresa una vez más. El ceño de Aron se frunce totalmente.
—Mami, ¿por qué...
—Aquí esta tu helado campeón. —Le dice Adam interrumpiendo sus palabras y entregándole su bote de helado de chocolate en manos. Los ojos de Ewan se iluminan en cuanto lo ve, no vuelve a decir nada y se dedica a saborearlo.
—Cariño, debemos irnos, podemos tomar el helado en otro lugar si quieres. —Interviene esta vez la chica de poco particular cabello azul.
Aron niega con su cabeza. —No, tu siéntate aquí muñeca, yo iré por el helado. —Le dice Aron, su voz suena sumamente suave en cuanto le habla. Aquel apelativo con el cual se refiere a ella, me hace rodar mis ojos de manera impulsiva.
—Pero podemos incomodarles. —Susurra en respuesta ella.
Aron me observa en cuanto la chica dice aquello. —No es su lugar. —Articula encogiendo sus hombros, para luego volver a observarla a ella. —Ya vuelvo. —Le dice y se va.
Adam me entrega mi helado y se sienta junto a mí. —¿Estas bien? —Susurra bajo, yo asiento con incomodidad.
—Lo siento, esto ha sido algo extraño para mí, no iba a imaginar ni siquiera que fueras la ex de mi novio. Por cierto son una hermosa familia. —Comenta la chica algo nerviosa.
¿Su novio? ¿Ha decidido tener relaciones serias ahora? Una sonrisa irónica resalta en mis labios sin mi consentimiento, la chica levanta sus cejas por mi acción.
—Gracias. —Agradece Adam sonriendo.
—No soy su ex. —Le digo sonriendo de manera fingida. Ella asiente algo incómoda.
—Disculpa, pensé que por lo... ya sabes. —Expresa tartamudeando.
—Pues no. —Respondo, poso mi vista sobre Ewan, quien ahora tiene toda su boca embarrada de chocolate, sonrío y niego con mi cabeza.
—Soy Daisy. —Se presenta, luego de unos segundos ella.
—Es un gusto Daisy, yo soy Adam. —Responde Adam con amabilidad.
—Emma. —Me limito a decir cuando veo la mirada de Adam y ella sobre mí.
—El gusto es mío. —Dice y sonríe, colocando sus manos algo incómoda sobre la mesa. —¿Tú, cómo te llamas príncipe? —Pregunta esta vez observando a "mi bebe".
Él me mira, yo asiento y en cuanto lo hago habla.
—Ewan. —Responde y vuelve a comer de su helado.
—Es un nombre tan hermoso como tú. —Expresa ella sonriendo en su dirección, él se encoge de hombros sin mirarla y sigue comiendo, en otra ocasión lo habría reprendido pero, justo ahora me da igual.
Siento un aura negativa acercarse y en cuanto levanto mi mirada veo a Aron sentarse junto a Daisy, le pasa un tarro enorme de helado de vainilla en sus manos, coloca una malteada frente a él y luego extiende un tarro enorme de helado de chocolate con chispas hacía Ewan, quien levanta su mirada para verlo confundido.
—Es para ti. —Le dice Aron.
—No, no quiero, mami dice que no debo tomar cosas de extraños. —Le responde él. Una sonrisa surca mis labios, lo he entrenado bien.
—Soy amigo de tu mami, así que puedes tomarlo. —Responde con descaro. Yo vuelvo a empujar el helado hacía él.
—No le mientas al niño, no somos amigos y además él solo tiene permitido comer un helado hoy. —Espeto con brusquedad captando la atención de todos en la mesa.
—No puedes prohibirle al niño que coma tantos helados como quiera. —Expresa él rodando sus ojos.
—¡Es mi hijo y ni tú ni nadie me va a decir lo que tengo que hacer o no con él! —Respondo alzando demasiado mi voz.
—¡También es mi hijo, así que puedo hacerlo! —Me grita igual. La mirada de Ewan se levanta en su dirección, asombro y miedo, es lo único que se refleja en sus ojos.
—¡Te he dicho que no es tu hijo, maldita sea! —Grito cada vez más cabreada, levantándome del asiento.
—¡No me mientas Emma, con tan solo verlo puedo ver que es mío, además estoy seguro de que tiene 4 años, exactamente los años que te marchaste! —Enfurece. Las personas alrededor empiezan a levantarse y a observar con curiosidad, otros se muestran incómodos y molestos. Ewan se acerca hacía mí y se aferra a mi pierna asustado. Adam aprieta sus puños con fuerza y se levanta de su asiento igual.
—¿Qué parte de qué no es tu hijo no te queda claro? Ewan es mi hijo y para tu información solo tiene 3 años. —Espeta Adam con un tono molesto, pero moderado, y las cejas de Aron se arquean de inmediato, en su dirección.