Capítulo 1||

1588 Words
Emma Jackson Recojo cada una de las prendas esparcidas por toda la habitación, hasta que no queda ninguna regada en esta. Me gradué hace varios meses de literatura y hoy por fin voy a mi primera entrevista de trabajo en la universidad TEF, para trabajar como maestra allí, es donde estudia Adam, quien es el hijo de la ahora esposa de mi papá, Amelia, lo cual lo convierte en mi hermanastro, tiene 20 años y va por su segundo año en la universidad, por suerte es un chico bastante agradable y solemos llevarnos muy bien. Es muy poco probable que consiga el empleo, a pesar de mi carrera universitaria, debido a que últimamente solo quieren personas con experiencia laboral, o buenas relaciones, y no tengo ninguna, pero aún así no pierdo las esperanzas. Escojo una falda negra lisa, que da hasta mis rodillas, interiores y una blusa azul vino, llevándomelas al baño, una vez dentro de este, me doy una ducha rápida y silenciosa, Ewan esta dormido en la habitación y lo que menos quiero, es que se despierte ahora, Adam quedó de cuidarlo hoy, pero a penas son las 6 am. Adhiero la ropa a mi cuerpo y salgo del baño, dejando la ropa sucia en el cajón, junto a la mesita de cama. Me voy al espejo, y coloco tan solo un poco de maquillaje sencillo en mi rostro, me paso un poco de plancha en el cabello, para eliminar toda las greñas y pequeñas casi invisibles ondas que aparecen en el, por último tomo mis zapatos negros de medio tacones y los coloco en mis pies, sujeto mi bolso, le hecho un pequeño vistazo a mi pequeño e inocente, pero travieso bebé, permanece profundamente dormido, por lo que bajo las escaleras, tranquila. —Buenos días, princesa. —Me saluda mi padre, a penas entro en la cocina. —Buenos días, querida. —Saluda igual Amelia. —Buenos días, ¿Ya se van? —Pregunto con confusión, ya que normalmente se van a las 7:30 am, a su trabajo en la empresa de comercio, y aún son las 6:45 am. —Sí, queremos dejarte en la universidad primero, cariño. —Responde Amelia con amabilidad. —Esta bien, le preparo el desayuno a Ewan y nos vamos. —Digo, mi padre sonríe. —No te preocupes princesa, Amelia ya preparó el desayuno para todos, deberías sentarte y comer primero. —Asiento más relajada. Me siento en el mediano comedor de exactamente seis sillas, veo que hay panqueques, mermelada, galletas de chocolate y jugo de naranja, normalmente no dejo que Ewan coma tantas cosas dulces y mucho menos de desayuno, pero por lo visto hoy tendré que hacer una pequeña excepción. Dejo dos panqueques sobre mi plato y le echo un poco de mermelada, termino en casi segundos, me tomo un poco de jugo y me pongo de pie para ir rápidamente a la sala. —¿Ya terminaste? —Pregunta mi padre, quien ahora está sentado en el sillón, junto con Amelia y algunos folletos en mano. —Sí. —Me limito a responder. Ellos se ponen de pie y caminan hacia fuera. —Ya vengo. —Les digo para luego empezar a subir las escaleras, una vez arriba entro en mi habitación, donde Ewan continúa dormido, abrigado y arropado hasta su pecho, me acerco hasta él y dejo un pequeño beso sobre su frente, salgo de la habitación y bajo una vez más. Me aseguro de dejar las puertas bajo llave al salir, y me adentro de inmediato en el auto de mi padre. —Hija, ¿No crees qué ya es hora de poner al pequeño Ewan en un colegio?—Me aborda mi padre, una vez que empieza a conducir, con su vista enfocada en la carretera. —Sí, de hecho hoy en la tarde pienso hacer los trámites para inscribirlo. —Le contesto y él asiente satisfecho. La llegada del pequeño Ewan, fue una bendición para mi padre, y claro especialmente para mí, no fue algo planeado, pero mi hermoso niño, ha traído mucha paz y felicidad a nuestra ahora no tan pequeña familia. —Bien, hemos llegado. —Avisa mi padre minutos después, los nervios en mi cuerpo se disparan enseguida, y mis manos temblorosas son un claro reflejo de ello. —Te deseo lo mejor cariño, no tengo duda de que lo vas a conseguir. —Me anima Amelia con una sonrisa, sonrisa la cual le devuelvo con nervios. —Sin duda alguna, buena suerte hija. —Concuerda mi padre. —Muchas gracias, espero no decepcionarlos. —Les respondo, para luego de una despida más, bajar. A lo largo de estos años, he aprendido a llevarme cada vez mejor con mi padre, es mi mejor amigo y la persona en quien más confío, en cuanto Amelia, a ella la he querido desde el primer día en que la vi, se ha comportado como una figura materna para mí y me ha ayudado mucho con el pequeño Ewan, tanto ella como su hijo y es algo que realmente les agradezco. El interior de la hermosa, floreada, y grande universidad me recibe con aire fresco, respiro unas cuatro veces con suavidad, calmando así mis nervios. Camino dando pequeños pasos, observando cada edificio, espacio y decoración de la universidad. Pocos minutos después me detengo frente a la oficina del rector, doy dos toques a la blanca puerta y a penas 30 segundos después abren. —Buenos días, señorita ¿Emma Jackson? —Saluda, cuestionando o más bien asegurando de que sea la chica de dicho nombre, es un señor con pinta de unos 45 años, lentes negros, traje elegante y algunos que otros pelos canosos. —Sí, buenos días. —Saludo sonriendo. —Bien, puede pasar. —Se hace a un lado permitiéndome el paso. Entro con rapidez. La oficina se ve mucho más amplía, limpia e impecable por dentro, una silla negra con un espaldar enorme, el cual se ve bastante suave y a de sentirse cómodo se encuentra detrás de una mesa amplia de caoba, madera, y dos sillas más, un poco mucho más pequeñas se encuentran al frente de estas. —Puede tomar asiento. —Dice a mi espalda y me sobresalto de inmediato, suelo sumirme bastante en mis pensamientos y observaciones. Tomo asiento, coloco mis dos manos sobre mis muslos y espero a que él se acomode igual. —Según tengo entendido termino hace varios meses la universidad, tiene un buen promedio y es madre soltera. —Me dice, mientras observa unos documentos. —Sí, así es. —Concuerdo con nervios. La universidad en la cual terminé mi carrera, era bastante exigente, a pesar de estar embarazada, no dejé de estudiar, escuchaba muchos comentarios absurdos sobre mí, pero aún así no dejé de asistir, me la pasaba comiendo y estudiando en casa, era parte de los antojos y una forma de distraerme de mis pensamientos, los cuales llegaban a ser muy dolorosos en momentos. —Le haré tres preguntas. Solo tres preguntas si logra convencerme con sus respuestas, le aseguro que el trabajo será suyo. —Me dice y yo asiento en seguida. Adam me advirtió sobre el director, me dijo que es bastante estricto y que puede llegar a ser muy intenso algunas veces. —Pongámoslo así, sí un grupo de estudiantes les aburre su clase y no entienden nada de lo que usted explica, y otro, pero menor creen que su clase es interesante y les encanta como explica, ¿Cree usted qué los que están mal son ellos? ¿O qué el problema es su método de enseñarles? -Cuestiona y mi ceño se frunce de inmediato, me tomo unos minutos para pensar una respuesta acertada y finalmente respondo. —Como maestra, creo que lo mejor es incentivarlos y hacer la clase más interesantes para ellos, a pesar de que no creo que mi método de dar clases este mal, quizás realmente el problema sea que los jóvenes no quieran estudiar. —Respondo con seguridad a pesar de los temblores en mi voz. —Me esta diciendo que, ¿los estudiantes son los qué están mal? —Inquiere levantado su ceja izquierda. —No, estoy diciendo que las ganas están de menos, las ganas de estudiar claro, aunque en mi caso no creo que sea necesario utilizar un método infantil con los estudiantes para animarlos, ya que claramente estaré trabajando con jóvenes adolescente y no con niños. —Le digo y esta vez quien frunce el ceño es él. —Entiendo su punto. —Se limita a decir, vuelve a bajar su vista a los documentos. —¿Cree qué entre maestro y alumna solo deba haber una relación profesional? —Creo que puede haber una amistad, siempre y cuando se mantenga bajo respeto, ya que es una forma de hacer sentir más cómodo a los estudiantes. —Digo y este asiente. —Bien, ¿Ha tenido usted problemas de adicción, con sustancias extrañas o mentales? —Pregunta una vez más, ruedo mis ojos casi sin poder evitarlo, por suerte este no me ve. —No, por supuesto que no. —Respondo en seguida. —Estaré revisando algunos de sus documentos, y posiblemente la llamaré en esta semana. Por ahora es todo. —Me dice y asiento. Salgo de su oficina, y me encamino al colegio en el cual pienso inscribir a Ewan, he escuchado muchas cosas buenas acerca de el, y lo mejor de todo es queda cerca de la universidad, donde, bueno no tan posiblemente trabaje.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD