Capítulo 16||

3098 Words
Emma Jackson —Mami... —El pequeño susurro de esa voz tan dulce y aterciopelada que tanto conozco y adoro, me hace abrir los ojos con lentitud. En cuanto veo sus ojos observándome llenos de confusión, inhalo y exhalo sintiendo un alivio inmenso abarcar mi cuerpo, ahora adolorido. Me reincorporo, el dolor en mi cuello no me permite girar con bien la cabeza, pero los ojos que me observan con confusión me obligan hacerlo y sin poder evitarlo mis ojos se llenan de lágrimas en cuestión de segundos, está sentado sobre la cama, con las sábanas a medio cuerpo, el frío que hace me pone los pelos de punta y hasta ahora caigo en cuenta de la manta que está sobre mis brazos, la tiro al suelo con rabia y el frío cala en lo más profundo de mis huesos en seguida, aún así no la tomo, me acerco hasta mi bebe y lo envuelvo en mis brazos con fuerza cuando el llanto me atropella como un tsunami. —Mami tuve mucho miedo... No quiero que te vayas, quiero estar contigo. —Susurra aferrando sus bracitos a mi cuello. —Vámonos de aquí por favor mami, no quiero estar aquí, él, él va a volver. —Suelta entrecortado en medio de sollozos que me hacen el corazón añicos. —Tranquilo mi amor, todo está bien ahora, estoy aquí y no voy a dejar que nadie te separe de mí, no otra vez, ¿Esta bien? —Susurro y asiente, repitiendo el asentimiento una y otra vez contra mi pecho. —Vamos, debemos salir de aquí. —Vuelvo a decir envolviéndolo entre la manta que está en su cabecera sobre la almohada pero dicho acto se queda a media en cuanto la puerta es abierta de golpe por Aron. Tira dos abrigos sobre mis brazos sin el más mínimo cuidado, y Ewan se esconde tras mi espalda. —¡Eres un bruto, un animal! —Le grito limpiando los rastros de lágrimas que quedan en mis ojos y mejillas. —Colócaselo y bajen. —Ordena con una expresión fría y sale sin decir más. Es un idiota, un imbécil, un maldito insensible, lo odio, realmente lo odio... Observo los abrigos que me lanzó y hay uno de la talla de Ewan, o bueno más o menos, ya que está algo grande, en cuanto al otro, es todo lo contrario, no es un abrigo de mujer, no está una talla más grande, es enorme en comparación a mi cuerpo, huele a la maldita colonia que le sentí desde la primera vez que nos tocamos, y me atrevería a jurar, que no tenía pensado traer nada para mí, que solo ha sido un cambio de decisión de último minuto, y aunque quiera rechazarlo, aunque quiera tirarlo pisotearlo, patearlo e escupirlo, reprimo dicha idea, y me lo termino colocando luego de colocarle el pequeño a Ewan, solo para ver la reacción y el rostro de la dulzona de su novia, que por más que me cuestiono, no se por que carajos, me cae jodidamente mal. Me cepillo los dientes con el dedo y Ewan hace lo mismo, hay empacados, pero no quiero utilizar ni tomar nada que venga de él. Tomo la mano de mi bebé, ambos bajamos las escaleras, y el estómago se me revuelve por completo, si antes no sentía apetito ahora menos, Aron está a la cabeza del enorme comedor, Daisy a su lado y Lean unas dos sillas más allá. En cuanto terminamos de bajar dichas escaleras los pares de ojos de Lean y la chica nos acaparan, está última con una expresión de desagrado que no pasa desapercibido ante mis ojos, lo sabía, este abrigo realmente le pertenece al muy imbécil. —Pequeño Ewan ven aquí, ven y desayuna con tu tío. —Le anima Lean, pero Ewan se aferra a mi pierna derecha y se queda en el mismo lugar. —Ven y siéntate con nosotros guapo, ¿No te gusta lo qué está en la mesa? Si quieres le pido a Emilia que te prepare algo más. —Es la voz dulzona de Daisy la cual se dirige a él esta vez con una sonrisa, Lean le saca una silla al lado de Aron y una a mí en el siguiente puesto, Daisy espera por una respuesta, Aron se dedica a comer sin levantar su mirada, Ewan permanece en la misma posición, y la verdad es que toda esta payasada me trae más malhumorada de lo que ya ando. —Le prepare algo de comer en cuanto lleguemos a casa, si nos disculpan ya nos vamos. —Digo tomando una bocanada de aire, para luego tomar la mano de Ewan, pero antes de que pueda dar paso alguno, la voz fría de Aron me congela en el puesto. —Deja que el niño coma, si no lo quieres hacer tú da igual. —Espeta levantando la mirada, provocando que arquee mi ceja en su dirección, antes de que pueda decir algo vuelve a hablar. —Los llevare a casa en cuanto termine. —Dice llevándose el cubierto con tocino a la boca. Y fijo mi vista en Ewan, quien se aferra a mi pierna con fuerza. —¿Quieres comer algo antes de irnos a casa? —Inquiero en un susurro solo para él, pero los tres pares de ojos que tenemos encima, me deja en claro que están escuchando. —No... —Susurra él igual. —Solo quiero comer tu comida mami, quiero irme, por favor vámonos. —Pide viendo mis ojos, mientras aprieta mi jeans con sus pequeñas manos. Respiro profundo, llevando mi vista al rostro relajado del imbécil de Aron. —Ya lo escuchaste, si vas a llevarnos a casa hazlo ya, no estoy para pataletas. —Advierto cortante, él deja los tenedores en la mesa para enfocarse en mi rostro. El rostro de Daisy se torna sorprendido ante mi tono, Lean continúa atiborrándose de comida ignorando todo lo que sucede. —¿Es así como lo estás criando? ¿Desde cuándo los niños son quienes deciden?, por dios, entre más lo pienso, más me doy cuenta de que la decisión de quitártelo es la mejor. —Expresa con un tono serio y la rabia que me abarca, me remueve hasta la más mínima entraña. —Lo asustas, te tiene miedo, ni siquiera puede verte a la cara sin temblar... ¿Cómo demonios se supone qué lo voy a obligar a comer con alguien como tú? Con quien ni siquiera muestra una pizca de amabilidad ante un niño... —Escupo volviendo mis manos puños y él muy idiota se ríe. —Ya se acostumbrará. —Suelta encogiéndose de hombros, para luego posar sus ojos en el rostro de Lean. —Llévalos al auto, ahora bajo. —Dice tirándole unas llaves, las cual Lean atrapa en el aire. —¿Puedo acompañarlos, amor? —Le pregunta Daisy y detengo mis pasos abruptamente. —Vamos. —Nos dice Lean, y ignoro mi parte masoquista y jodidamente estúpida, y lo sigo antes de que el imbécil de Aron le pueda responder. El chico quien se supone que es guardaespaldas de Aron se pone a la defensiva en cuanto me ve. Lean rueda sus ojos en cuanto este se interpone frente a mí, deteniéndome el paso. —Son ordenes de Aron. —Dice y lo quita de un empujón que lo desestabiliza. Presiona el botón del ascensor y este se abre de inmediato. —Inútil. —Murmura entre dientes mirando al chico. Nos adentramos a el ascensor y una vez abajo, Lean presiona las llaves del coche que le tiro Aron, es un coche n***o sumamente lujoso y no tengo que conocer de autos para saber que es un auto costoso, Lean abre el asiento trasero y... —Entren. —Nos dice y así lo hacemos, no estoy para más contiendas solo quiero ir a casa, hoy era el segundo día de clases de Ewan y por culpa del imbécil de Aron lo ha perdido. Lean tira la llave al asiento de piloto, intenta cerrar la puerta pero antes de que pueda hacerlo, lo detengo. —¿A dónde vas? —Inquiero, Ewan enfocada sus ojos en el rostro de Lean. —A la camioneta, los guiaré. —Se limita a decir señalando la camioneta frente a nosotros y antes de que pueda preguntarle algo más cierra la puerta y se larga. Pasan unos tres minutos, y veo como Aron se acerca con su celular contra la oreja, gritándole a quien sea que este a través de la llamada. Se puso un suéter gris encima de la polera blanca que traía, espero ver a Daisy detrás de él como garrapata, pero no sucede, no hay rastros de ella, ni del guardaespaldas, que al parecer deja a su cuidado, las tripas se me comprimen en el estómago, ignoro el malestar que me abarca y en cuanto Aron entra al asiento de piloto, Ewan apoya su cabeza contra mi pecho. —Estaré allá en más o menos una hora, ya te dije que tengo cosas que hacer. —Responde, pasando la llamada a un auricular. —No tienes que mencionar a Daisy en todo cada vez que rechazo uno de tus planes, ¿Sabes? —Continúa respondiendo. Adentra la llave en el coche y enciende el motor, Lean es el primero en desplazarse en la carretera y Aron se apresura a seguirlo. —Tampoco tiene que ver nada con ella, y si fuera así no es tu asunto, te dije que iré en una hora y si me da la gana no voy, así que no trates de presionarme, no es algo que se te de conmigo y lo sabes. —Espeta y cuelga. Dejo mi vista en la ventana y me pongo en alerta en cuanto noto que ha pasado las calles que llevan a la casa de mi padre y Amelia. —¿A dónde nos llevas? —Pregunto en un tono bajo, en cuanto veo que Ewan se ha quedado dormido. Él no me responde. —Estoy hablando contigo, idiota. —Articulo entre dientes y escucho como toma una respiración profunda. —A la nueva casa. —Responde sin quitar la vista de la pista. —¿La nueva casa? —Repito con sorna. —No quiero nada que venga de ti, voy a alquilar una frente a la casa de mis padres, así que olvídalo. —Espeto fijando mi vista en la ventana. —No es para ti, te encanta confundir las cosas, ¿No? —Inquiere con un deje de burla. —Es el segundo apartamento que compro, no estoy para caprichos tuyos, así que no me vengas con bobadas que mi paciencia no es tanta. —Advierte deteniéndose en un apartamento lujoso enorme de tres plantas. Baja del auto, pero yo no lo hago, por lo cual termina abriendo la puerta con cara de pocos amigos. Arranca a Ewan de mis brazos en un movimiento rápido que no me da tiempo a nada. —Baja. —Me ordena, acomodando a Ewan, quien continúa dormido, en su hombro. —Baja ya maldita sea. —Brama rodando sus ojos con cansancio. —No, quiero ver a Adam, necesito ir por mis cosas. —Digo con rapidez, él vuelve a rodar sus ojos automáticamente. —Tus cosas ya están arriba. —Responde. —Sal. —Vuelve a pedir y llevo ambas manos a mi rostro cuando la desesperación me abarca, finalmente bajo. Nos encaminamos a la recepción bajo un silencio incómodo, donde encontramos a Lean ya ahí, conversando con un chico joven que parece ser el recepcionista y una pelinegra voluptuosa que observa a Aron de pies a cabeza en cuanto nos acercamos. —¡Pero que hermosa familia! —Exclama ella acercándose. —Bienvenidos, mi nombre es Lina, vivo en el piso de abajo y me encargo de que siempre todo este en el orden por aquí. —Dice extendiendo su mano a Aron, quien la toma sin pensarlo. —Este debe ser el hermoso pequeño de quien me ha hablado, Lean. —Intenta tocarlo y... —Esta dormido. —La detiene Aron. —Oh, lo siento. —Murmura apenada. —Y tú eres la hermosa mamita, es un gusto. —Me sonríe levemente y le devuelvo la sonrisa sin hipocresías. —Igual, soy Emma. —Digo correspondiendo al saludo. —Que hermoso nombre. —Articula ella sin borrar su sonrisa. —Vengan, vamos los llevaré a su piso. —Se encamina al ascensor pero... —No es necesario. —La detiene nuevamente Aron y la chica vuelve a apenarse. —Lean ya puedes largarte. —Dice y no espera que este conteste ya que se adentra al ascensor que abre tan pronto toca el botón. —¿Vas a tomar las escaleras o qué? —Inquiere tocando el botón que lleva a la segunda planta y antes de que este puede cerrarse, entro con rapidez. Las puertas no tardan en abrirse en el segundo piso, salimos del ascensor y abro mis brazos para tomar a Ewan, pero este detiene mi intento sujetando mi mano, la aparto de inmediato cuando una extraña corriente me recorre. —Toma la llave de mi bolsillo. —Me dice, y los nervios se apoderan de mi cuerpo de un momento a otro. —Apresúrate no tengo todo el día. —Vuelve a decir ante mi estado vegetal. Acerco mis manos a su bolsillo derecho, intento entrarla y... —En el izquierdo. —Expulsa cerca de mi rostro y su aliento mentolado roza mi mejilla, acelerando como si fuera posible más, mis nervios. Llevo mi mano a su bolsillo izquierdo y el temblor en mi mano es tan evidente que termino tocando algo duro que no es para nada una llave y mucho menos su bolsillo izquierdo. —Olvídalo, ya lo hago yo. —Articula cortante apartándose. Sujeta a Ewan con su brazo izquierdo y se apresura a sacar la llave y entregármela. —La hubieses sacado tú desde el principio. —Espeto rodando mis ojos. —No pensé que fueras una inútil hasta para sacar una llave. —Escupe con seriedad y me dedico a abrir la puerta. Todo es mucho más lujoso y deslumbrante por dentro, organizado, impecable, es tan hermoso que me quedo sin palabras observando todo. Aron pasa por mi lado empujando mi hombro y tomo una exhalación por la boca para luego entrar. El apartamento está completamente amueblado y cada objeto que reposa en este tiene un lujo extraordinario. Aron se adentra en el pasillo que imagino lleva a las habitaciones, lo sigo y veo como se adentra en la primera habitación dejando a Ewan sobre las sábanas, mi celular reposa en la pequeña mesa junto a la cama, mientras que en el enorme gavetero están mis productos y pocos accesorios, camino hasta el armario, y si evidentemente esta absolutamente toda mi ropa allí. —¿Y las pertenencias de Ewan? —Me atrevo a preguntarle a Aron, quien toma su celular de su bolsillo y textea algo, de seguro a su novia, la dulzona. —Están en la siguiente habitación. —Responde sin levantar su mirada de la pantalla de su móvil. —La despensa está llena, volveré mañana. —Dice dejando el móvil en su bolsillo, no respondo nada, él tampoco espera que lo haga, ya que se apresura a largarse. Las lágrimas amenazan con apoderarse de mi rostro y las reprimo, no permito que suceda, vuelvo abrir el armario, saco una muda de ropa para ducharme, pero antes me aseguro de que no haya cámaras en el lugar, una vez segura, me ducho, cambio y voy hasta la cocina para prepararle el desayuno a Ewan. Todo esta supremamente surtido con comida sana, tanto como con comida chatarra. Me decido por unos huevos salteados con pan, frutas y algo de jugo. Acomodo todo con rapidez en el comedor de ocho sillas y en cuanto me volteo, veo a Ewan parado estrujando sus ojos. —¿Dónde estamos, mami? —Pregunta observando a todos lados. —¿Y el abuelo, la abuela? ¿Y tío Adan? —Inquiere acercándose y me agacho frente a él. —Primero ven y desayuna, te prometo que luego lo llamaremos. —Beso su frente y remuevo su cabello levemente. —Esta bien, mami. —Dice y me pongo de pie, llevándolo al comedor. Lo ayudo a sentarse y dejo un poco de cada cosa en dos platos, me sirvo igual y nos dedicamos a comer. —¿Qué tal fue tu día en el colegio ayer? —Pregunto, no había tenido oportunidad de hacerlo. —Bien, genial mami, aunque todo lo que nos enseñó la hermosa maestra me pareció absurdo y fácil ya que ya lo sabía. — Alardea llevándose una uva a la boca. Sabe la mayoría de cosas básicas ya que Adam, papá, Amelia y yo nos hemos encargado de enseñárselas desde que cumplió a penas sus dos años. —¿La hermosa maestra? —Repito arqueando mi ceja. —¿Fue lo único que escuchaste? —Pregunta él riendo. —Puedes estar tranquila mami, tú siempre serás la más hermosa para mí. —Dice y esta vez soy yo la que ríe. —No me haz contado de tus nuevos amigos, ¿Por qué hiciste nuevos amigos, verdad? —Indago con una sonrisa y él frunce el ceño de inmediato. —Ya te dije que no me interesan los amigos mami, solo una niña boba se me acerco, intento entregarme una flor como si yo fuera la niña y obviamente la rechace y la muy tonta se puso a llorar. —Suelta provocando que lleve mis dedos al puente de mi nariz. —Hacer nuevos amigos es genial, y eso es lo que intentó aquella niña, no tenías por que ser tan cruel. —Reprocho en un tono serio. —Quizás si debí tomar aquella flor... —Murmura más para si mismo provocando que sonría. —Se la hubiese regalado a la maestra. —Vuelve a decir borrando la sonrisa de mi rostro. —Ewan, la maestra es mayor para ti y... —El timbre corta mis palabras. ¿No que iba a regresar mañana? ¿A qué demonios vuelve? —Espera aquí. —Le digo a Ewan y me apresuro a la puerta, de seguro se le quedó algo. Abro las puertas y el rostro de un señor maduro, el cual recuerdo haber visto en la fiesta del señor Handers, junto con dos guardaespaldas de músculos enormes, es con lo que me encuentro.
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